Capítulo 2: "embraguiando la melancolía"

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Hay un sentimiento de tristeza cuando el azabache abandona sus brazos. Había una sensación de melancolía cuando le ve desaparecer por la puerta principal de aquél apartamento.
Sabe a dónde va y no tiene más remedio que aceptarlo. Porque ellos no eran nada, solo mejores amigos y como tal, debía apoyar al menor en todas sus decisiones. En esas que le hacían feliz por mucho que dañaran a si mismo.

Había aprendido con el tiempo a poner los sentimientos del azabache por encima de los suyos propios, era algo casi automático. Ciertamente lo entendía, que ese amor le cegaba por demás a pesar de todos los llantos que provocaba. Era casi un discípulo mismo de su menor, sumiso a él. Sabía que si su amigo recibía puño, maldades o dolores, se pondría en frente como escudo.
Porque si aquél muchacho sufría, él también lo haría. Así que prefería tomar todo ese dolor por ambos.

Se aguanta las ganas de soltar un sollozo y reprime una lágrima traicionera en el camino. Odiaba el hecho de haberse enamorado de su azabache porque dolía como el mismísimo infierno. Era la peor de las decisiones y no le quedaba más remedio que aguantar el desconsuelo que se instalaba en su pecho.

"Hyung, estoy saliendo con alguien"

Aún recuerda las palabras reproduciéndose como eco en su cabeza, rememorando lo que aquello le hizo sentir. No creía si quiera tener una oportunidad con su amigo, pero saber que había encontrado alguien a quien quería era el punto culminante a su llanto.

Jeongguk había tenido novias, unas cuantas. De hecho, se tomaba mucho más enserio las relaciones que el castaño por lo que no era habitual verle salir con diferentes mujeres de tanto en tanto. Taehyung era feliz con aquello, porque sufría menos.

Hasta ahora.

"¿En serio? Me alegro mucho Jeonggukie. Tienes que presentármela"

No iba a mostrarse triste ante su menor, aquello sería un gran error. No podía exhibir su obvia decepción porque eso suponía dejar en claro cuanto le gustaba. Así que, con una amplia y fingida sonrisa, le felicitó sin remedio.

Estaba feliz —hasta cierto punto— porque su azabache había encontrado alguien adecuado para él, pero era inevitable sentirse mal por lo mismo. ¿Qué podía hacer? Si aunque intentase con toda su alma, el menor parecía no querer salir de su pecho y mente. Su única opción disponible era desahogar todos esos sentimientos en alcohol, metido en uno de los tantos clubs en el tan típico distrito de Hongdae.

Tú, otra botella de soju. —Pronunció de mala manera apoyado en la barra con notoria ebriedad. Varios frascos vacíos descansaban a su lado, las luces acariciando su rostro.

Joven, creo que ya tuvo suficiente.

El bartender se negaba a darle otro trago más viendo como el castaño directamente llevaba la verde botella a sus labios, terminando la misma en cuestión de minutos. Era inevitable el mareo que se instalaba en su cuerpo junto con aquella vista borrosa, sintiéndose flotar.

La música que sonaba de fondo retumbaba en sus oídos como eco, perdido en el ambiente y el licor. No podía razonar, ni si quiera sentía la necesidad de derramar una sola lágrima más. Simplemente, quería deshacerse de aquél mal estar, tomar hasta el desmayo y no recordar esa noche. Con suerte, no recordaría ni lo que su azabache dijo.

Gruñó con molestia. —Tu trabajo es atender a los clientes. Te estoy pagando, solo dame esa maldita botella.

No solía ser alguien de malas palabras pero, contando que no estaba de buen humor sumado al alcohol viajando en sangre, era razón suficiente para su alterada actitud. El bartender terminó cediendo una última vez.

I wish you liked boys [kookv]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora