Capítulo 3: "sábanas ajenas"

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¡Este capítulo contiene escenas Taegi necesarias para la trama!

Taehyung creía no seguir soportándolo más, el dolor que se instalaba en su pecho cada que veía al azabache con aquella muchacha: en el campus, en la cafetería, en las calles o en su misma casa.
Se sentía ahogar, hundiéndose en lo más profundo mientras oprimía un sollozo y secaba sus lágrimas con la ligera brisa que le acariciaba.

¿Cuánto más iba a tolerar aquello? ¿Cuántos años restantes quedaban de ese incomprendido amorío? No podía seguir desgarrando su voz entre chillidos y sollozos, actuando indiferente ante su menor.

Jimin le había aconsejado que confesara sus sentimientos para poder continuar su camino libre de obstáculos. Si el menor le rechazaba podría al fin pasar página. Pero, su amigo no entendía, perder la amistad del azabache sería la consecuencia de aquello y eso, no lo permitiría. Si se alejaba de él —más de lo que ya hacía— temía sufrir peor. No se recompondría de ello, estaba seguro.

No puedes seguir con esto, necesitas zanjar el asunto de una vez por todas. —Su amigo le aconsejaba, mientras paseaban por el campus de su universidad. El canto de los pájaros sonando.

No, Jeongguk nunca debe enterarse.

Taehyung, ¿te has visto al espejo? —Le dice mientras una mirada lastimosa se instala en sus orbes. El dolor de ver a su castaño sufrir emergiendo de su pecho. —Tienes los ojos hinchados y la piel pálida. Dime, ¿has estado durmiendo bien?

El castaño niega en silencio, mordiendo sus labios al sentirse expuesto. No podía negarlo, su amigo sabía todo lo que ocultaba sobre el menor. Estaba cansado, harto de ver como se consumía a si mismo ahogándose entre las imparables lágrimas.
Eran numerosas la veces que Taehyung había llamado a su mayor entre lamentos y siempre eran por el mismo motivo. Amaba al azabache casi tanto como su castaño, pero no podía evitar sentirse molesto hacia el mismo cuando veía como le ignoraba, rechazaba con sigilo y provocaba ese lloro.

Eran cuantiosos los años que habían pasado enamorado de aquél muchacho de ojos perla. Y se preguntaba, a la par que el castaño, cuántos más serían. Porque, por mucho que este conociese incontables hombres de tanto en tanto, no parecía encontrar ese alguien que le ayudase a avanzar en el camino.
Se había estancado, varado en el mismo sitio mientras sus pies adoloridos temían avanzar.

Oh, mierda. —Murmuró su acompañante, provocando que el contrario dirigiera su mirada donde la del contrario se posaba.

Si, oh mierda. —Suspiró pesado antes de formar una forzada sonrisa en sus labios. Dispuesto a saludar al azabache que se postraba frente a ellos. Unos cuantos metros lejos, agarrando la mano de aquella despampanante morena. —Vamos a saludar.

¿Estás seguro? No creo que sea buena idea. —Aconsejó él, acariciando los cabellos castaños de su menor quien le entregaba un cálido gesto. Este solo asintió, tomando fuerzas de donde no las tenía.

Ignoraría por un momento las punzadas que aquella imagen provocaba, respirando profundo en un intento de mentalizarse. No podía apartar la vista de aquellos dedos entrelazados, oyendo sus leves risas mientras conversaban animadamente con su grupo de amigos. Dolía verle feliz con otra persona, a la par que se contentaba —lo más que podía— por ello.

Podía ser él, el que tomase sus manos y le hiciese reír. El que paseara por el campus junto al azabache como una pareja melosa, descubriendo aquello que solo sus parejas podían ver de él.
Si no fuera por el hecho de que era un hombre y su amigo, heterosexual.

I wish you liked boys [kookv]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora