Ultralita

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Amén, que así sea

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Amén, que así sea... ¿Cómo comenzar?

Cada forma, cada imagen, cada indicio me llevó a ella, a este punto, a esta situación que tan solo empezó sin saberlo. El silencio aumentaba la tensión, el gris del cielo que se veía de un frío apagado, me hacía sentir pequeño, no sabía cómo empezar ni siquiera si esto terminaría, pero en el fondo ambos sabíamos que terminaríamos así, uno contra el otro.

La cromada hoja de su espada reflejaba mi miedo y en medio de esto, seguía pensando si sería lo suficientemente fuerte para terminar lo que ellos empezaron, nervioso y pensativo tiré todo lo que había traído, ya no importaba la causa ni la orden por la cual fui creado, solo me quedó mi espada en mis cálidas y temblorosas manos, era raro nunca me había sentido de esa manera, asimilaba los alrededores, rezando porque alguien apareciera y me diera la oportunidad para evitar esto, pero si lo evitaba tarde o temprano nos volveríamos a encontrar, comencé a avanzar por el tenso camino hacia ella, me miraba, era tan incómoda... como si me dijera que me apurara que no tenía tiempo que perder, al intentar cambiar la situación deje de mirar y le pregunte- ¿Cómo terminamos así?, ¿acaso estás segura que quieres que esto suceda?- Sinceramente pasa por mi cabeza que estaba pensando ella y que me respondería, su mirada no reflejaba absolutamente nada, no parecía perdida pero tampoco segura, ligeramente centro sus ojos en los míos, sin embargo no se movió de ese punto era como si quisiera que yo adivinara el motivo, lo cual me influyó simplemente a extenderle mi mano sin soltar la espada...

- ¿Por qué?- cuestionó en un tono leve, sentí un dolor en mi mano mientras era alejada de ella por la fuerza- ¿por qué muestras consideración con tu enemigo?- agregó con voz temblorosa, sin embargo también lo había dicho con la pistola en la mano resultado de una fracción de segundo que había aprovechado y su dedo en el gatillo de aquella arma. Mi mente, mi corazón...

- Sabes que solo quiero cambiar esto- argumentó con una mirada de tristeza mientras intentaba apagar su enojo y preparó su espada en señal de defensa para continuar, mirándola fijamente a los ojos- Pero, no podré cambiar esto si tu no me dejas hacerlo, por eso, tan solo dime, ¿Por qué debo de luchar contra ti?- pequeñas gotas cayeron al piso, no hubo respuesta, solo un cambio, un cambio producido por ella al momento de dirigir el cañón del revólver hacia él, sin embargo lo dejo caer y prosiguió a centrar la espada contra aquel contrincante.

- No es de decirlo o no, ambos somos asesinos, ese es mi motivo y el tuyo por igual

- ¡Pero no quiero!, yo no soy un asesino, ¿acaso no te das cuenta?, somos sus peones, ayúdame a cambiar esto, no lo volveré a repetir- amenazó con frialdad, en un abrir y cerrar de ojos todo se había alterado, en vez de evitarlo solo lo reanudo, era un callejón con una sola salida, la catástrofe comenzó.

Las lágrimas en su rostro dejaron de fluir, recibí su fuerte golpe, era más rápida de lo que me imaginé, no pensé que ella fuera quien empezaría, después de haber recibido los golpes del uno al otro se detuvo, nuestras respiraciones estaban igual de agitadas, lanzo otro sin embargo sufrió un descuido y gracias a ello la derrumbe, el sonido de su espada contra el concreto se escuchó, nos vimos a los ojos, gentilmente acaricie su rostro con mi mano mientras que con la otra mantenía el suave filo sin tocarle la garganta- No puedo- replique antes de notar como apartó su calor de mi mano

- Escucha, no tenemos que hacer esto- agregué sin embargo un dolor agudo interrumpió mis palabras, mi visión se volvió borrosa en cuestión de segundos mientras veía un leve movimiento en sus labios, mi cuerpo cedió contra el suyo me pregunté si moriría antes de que todo se tornara color negro.

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