Desperté, mi cuerpo siendo arrastrado y mis ojos vendados, gritos de hombres y mujeres, ¿el infierno? Me pregunto, sintiendo como dejaron de arrastrarme para ser tomado de los brazos y sentado sobre algo, comenzando a moverme antes de sentir mi mandíbula contraída y mi sangre deslizarse por mi frente ante el fuerte golpe que provocó que mis oídos zumbaran., gritos de nuevo, la venda fue retirada de mis ojos dejando ante una mirada preocupada con unos iris como si se trataran de piedras aguamarinas que solo resaltaban en su blanca piel acompañados con labios rozados mientras que su rostro era contorneado por su rizado pelo color obsidiana, siempre atado en dos coletas, sus labios se abrieron, pero no logré escuchar nada, después se apartó de mi lado y fue a mi espalda, mis manos cayeron como plomo hacia adelante al ser desatadas, poco a poco los sonidos regresan
-Am...
- Maldita sea, ¿en que estabas pensando Noah? Dejándote capturar por estos inservibles es caer muy bajo –exclamó con enojo para volverse a poner frente a mí, tomando mi mandíbula y haciendo que la mirara a los ojos, sus finas manos se encontraban limpias, pero su infantil silueta cubierto por el oscuro uniforme se adornaba con manchas carmesí de sus víctimas- Estamos cortos de tiempo –agregó, me tomé un momento, era verdad, fue esa mujer quien me había sedado, fui yo en un momento de ilusión al observar sus magentas iris, ¿Qué estaba pensando? Amanda me acercó una pistola, y mi cuerpo respondió por sí mismo al tomarla, levantándome de forma automática, sorprendiéndome a mí mismo al no perder el balance de nuevo y nos dirigimos hacia la salida juntos, un camino de agonizantes cuerpos cubría el pasillo
- Siempre rápida –replique, dándome cuenta de cómo ella sonrió de una forma tan inocente que me heló la piel mientras balanceaba sus hachas con suavidad entre sus manos
- ¿Hay de otra contigo en peligro? –inquirió de forma despreocupada, nos dirigimos por los pasillos, volviendo a separarnos, me guío a ciegas hasta una habitación dentro del laberinto en el que me encontraba, deteniéndome al observar un guardia que encendía un cigarrillo, guardó mi arma y me acercó a él antes de tomar su mentón y apoyar mi mano contraria en su cien, obteniendo el crujido característico de un trabajo bien hecho, su cuerpo saqueado por mí me hizo sentir escalofríos, munición, ropa, armas blancas, algo para mantenerme vivo ahora... como siempre, siguiendo, y peleando para vivir, cumpliendo órdenes, sigo hasta otra habitación, un vestidor, un quejido y un gesto de asombro salieron de dos bocas diferentes, una rubia y una castaña cuyas cabezas necesitaron solo de una bala en el lugar correcto por el reflejo de mi cuerpo, otra puerta más, otras vidas siendo tomadas... siendo interrumpidas, al igual que la mía al escuchar la misma voz que escuché antes de terminar inconsciente, aguardando, escuchando
- ¡Espero que hayas aprendido a no dejar testigos! –exclamó una voz profunda y rasposa, un hombre, y después... después su clara voz siendo opacada por sus jadeos al intentar respirar antes de ponerse de pie
- Le debía mi vida... -escuché, sintiendo un extraño escalofrió
- ¿Justificaciones? –preguntó el hombre, a lo que ella no respondió, después un suspiro del mismo hombre- Angeles, el mismo error no se puede cometer dos veces –añadió, cuando pasos ligeros se escucharon y después la puerta., varias ideas me atravesaron la cabeza, ¿un arma blanca?, ¿una bala? O ¿mis manos?, envuelvo el cuchillo entre mis dedos y lo oculto en mi espalda antes de entrar a la habitación, mirando cómo me observó de reojo- ¿Qué es lo que pasa? –inquirió con seriedad, me había confundido
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Ultralita
Teen FictionAmén, que así sea... ¿Cómo comenzar? Cada forma, cada imagen, cada indicio me llevó a ella, a este punto, a esta situación que tan solo empezó sin saberlo. El silencio aumentaba la tensión, el frío gris del cielo, me hacía sentir pequeño, no sabía...