El Sucesor del Alcalde

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Una ráfaga de diversas atrocidades daba paso a una nueva era de terror en los lugares más desolados del cosmos. El planeta es un lugar de múltiples temores. Ningún ser es capaz de asimilar lo que pudiese existir realmente; nadie es capaz de imaginar lo que hay dentro de nuestro propio existir, el enigma de nuestro propia especie, de nuestra propia magnificencia como seres pensantes. La realidad humana es un misterio.
La gente solía pensar que nadie podría reconocer lo que sucedía en aquella ciudad de antaño, pero eran demasiado idiotas. Los ciudadanos de Timeville solían ser muy estúpidos, especialmente el alcalde. Era John Albus Dickens, el señor elegante. Sin duda no era un sujeto de mala familia, tenía porte el pelado. John Albus Dickens, el alcalde más elegante del condado de Eagle, en Colorado, daba mucha pinta de maricón. El sujeto generalmente se contoneaba como una prostituta en un burdel. «Vamos tío, el alcalde solo tiene estilo... así son los aristócratas de América... parecen locos, pero sólo se hacen, ya sabes, para presumir» La gente pensaba muchas cosas sobre el misterioso alcalde, pero todas eran suposiciones mal fundadas, cosas de la gente.
El alcalde John Albus Dickens, era un sujeto medio robusto, calvo, y con los ojos medio saltones. Todas las noches salía a pasear por las calles, especialmente si la noche era obscura y lluviosa «pinche pelado maricón y excéntrico».
Los ciudadanos lo miraban siempre por la ventana. Era extraño que un sujeto pasease en las noches mórbidas. ¿Cómo ganó las elecciones el vil pelado? Esa era una cuestión... «Venga, yo no sé».
Una noche, mientras el alcalde se contoneaba como puta recién salida de una orgía, yo lo logré ver... En cierto sentido tenía curiosidad... Tenía tan solo 13 años de edad, y el alcalde me resultaba curioso... no sé, solo me resultaba como un sujeto al que se le tenía que poner el ojo, porque en cualquier momento podría hacer algo asombroso. Así que lo seguí. El alcalde se contoneaba camino abajo, al lago. Cuando llegué a donde el alcalde había llegado, en el lago, algo sucedió...
El alcalde se contoneaba cada vez más. Se estiró y luego explotó en una baba gigantesca. Su gorda papada se hizo más grande, la barbilla se tornó como la de los sapos. Los ojos saltones del alcalde se volvieron mucho más saltones, y se hicieron rojos. El alcalde comenzó a sudar más. Una babaza grisácea cubría su cuerpo. Después el alcalde se lanzó al lago.
Retrocedí dos pasos, me escondí detrás de un árbol. Estaba paralizado por el terror ¿Qué mierda acababa de ver?... Vamos tío, la gente no se transforma así... o acaso... eso era lo que sucedía cuando llegabas a la pubertad... Mi hermana me lo dijo. Ella decía que muchos cambios sucedían cuando uno entraba en la etapa de la pubertad. A ella, por ejemplo, le salía sangre de la 'cueva'... posiblemente al alcalde, cuando llegó a la pubertad, una metamorfosis le sucedía, y por eso se iba al lago, para ocultarse y no ser visto... de seguro eso era...
De pronto, un ruido se escuchó. El agua del lago salpico por todas partes. Del lago salió un tentáculo gigantesco. De un lado del tentáculo comenzaron a surgir enormes y afilados colmillos rojos. Cuando el tentáculo terminó su metamorfosis, comenzó a hundirse en el agua, dejando ver la otra parte de él. Había una mano viscosa, del dedo de en medio, colgaba la cabeza del alcalde.
Me sentí con mucho miedo... ¿Qué debía hacer?... eso sin duda no era normal...
Salí corriendo a la ciudad. Entré a mi casa y desperté a todo el mundo y les comenté lo que había visto, pero a lo mucho logré que me mandarán castigado a la cama...
Al día siguiente, todos hablaban de lo normal, ya sabes, de cómo se contoneaba el maricón alcalde. Cuando les comenté a un par de vecinos mi suceso, me tomaron por loco.
Decidí tomar la cabra por los cuernos, así que fui a ver al alcalde. Pero nunca me dejaron. Los pinches guardias me detuvieron el paso. Pinches guardias de mierda...
Sin saber qué hacer, y con un montón de dudas surcando mi cabeza, decidí ir todas las noches en las que el alcalde se iba al lago.
Todas las veces eran iguales, sucedía aquella metamorfosis. Pero solo eso. El alcalde no hacía más que quedarse ahí en medio del lago, mostrando su diversidad monstruosa.
Una vez tomé valor, y me aventuré a ir por el maricón alcalde. Me sumergí al lago mientras el alcalde lo hacía, y logré ver como se convertía el alcalde. Era una metamorfosis terrible. Se podía ver como salían nuevos huesos y nuevos nervios, combinándose, haciendo nuevo tejido, haciendo un nuevo cuerpo aterrador.
Yo estaba temblando. Luego, cuando el alcalde terminó su metamorfosis, y se salió del lago -pero esta vez ya caminando de una forma normal- decidí salir, pero no pude. Algo andaba mal. Mis ojos me dolían, y mi cuerpo se movía estrepitosamente. Mis manos sudaban, mi corazón comenzó a palpitar con una rapidez increíble. Algo comenzó a picar mi piel, me dolió mucho. ¿Qué mierda haré ahora, qué haré ahora? Tenía demasiado miedo. Mi cuerpo explotó. Mis entrañas se dispersaron por la inmensa agua del lago, luego, una fuerza misteriosa comenzó a unirlo todo con una maldita ímpetu. Ahora, yo me había convertido en un gigantesco tentáculo con cuernos, dientes filosos de color negro y rojos escarlata. De mi culo salía una mano deformada y viscosa, y en la punta, en el dedo de en medio, mi pequeña cabeza colgaba.
No podía explicar lo que sentía, pero me sentía bien mono y sexy. Cuando la metamorfosis terminó, mi culo comenzó a contonearse, como el del alcalde.
Cuando llegué a casa, todos comentaron que el alcalde ya se había curado. Yo sabía por qué... Venga tío... ya todo ha acabado...
El secreto de este lago mágico despertó mi curiosidad, así que ahora decidí ir a ver al alcalde, y esta vez si pude entablar una conversación con él.
Entré a su oficina, que era hermosa, y me senté en la silla frente a él.
El alcalde me comentó, que un secreto antiguo acontecía en el lago, y que, cuando él era niño, también guipó a un hombre contoneándose, y que se dirigía al lago. Y que por la misma circunstancia, él se había transformado en aquella serpiente tentaculada... en aquel monstro...
El alcalde se acomodó. Tosió un poco y dijo.
-. Escucha atentamente muchacho. Te contaré la historia acerca de esto.

FIN

Cuentos de Terror y Una Historia de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora