Todo comenzó en una pequeña y lúgubre casa en las afueras de la ciudad de Combstown. La noche era fresca, y el viento soplaba diversos gemidos tétricos. A lo lejos se podía contemplar la escena que transcurría dentro de aquella casa.
Una mujer, que en otrora hubiese poseído una belleza inigualable, torturaba con millares de tareas aburridas a sus dos pequeños hijos. Su esposo se encontraba viendo un programa en el televisor. El hombre se encontraba totalmente borracho.
Los niños apurados doblaban la ropa, planchaban, lavaban, secaban, trapeaban, barrían, sacudían, y peinaban al gato; mientras, que la madre hacía la comida, el postre, ponía la mesa, y en intentos fallidos, intentaba levantar a su ebrio esposo.
Los familiares de Handville estaban por venir, y la casa estaba hecha un caos. La madre en un intento desesperado por conseguir el éxito y la aceptación de sus familiares, recurrió al libro místico de su familia, el cual fue pasado por generaciones, y el cual se encontraba encerrado entre cientos de periódicos, abajo del librero. Era un libro de cuero blanco. La madre sacó el libro y lo abrió en la página 42, y recitó las palabras que ahí escritas estaban,
"Chapuza maldita capucha, tú harás toda esta malucha."
Entonces, como por arte de magia, sus hijos y marido se tornaron a cenizas, y de esas cenizas, resurgieron unas sombras negras y obscuras que, como un rayo, limpiaron, doblaron, plancharon, lavaron, secaron, trapearon, barrieron, sacudieron, peinaron al gato; como también, cocinaron, ornearon, pusieron la mesa, y apagaron el ruidoso televisor.
Cuando todas las tareas domésticas fueron realizadas, los sirvientes diabólicos se quemaron, y de esa quemazón, surgieron los cuerpos de los dos niños y del ebrio marido.
La hora de cenar se acercó, y la visita llegó. De pronto la familia reunida se encontró, más cosas extrañas nacieron al compás de un fino reloj. Cada vez que el reloj hacía su marcha "tic-tac" Los ex sirvientes comenzaban a transformarse, pero una vez que el reloj volvía a dar su melodía, regresaban a su inmutable estado.
La noche pasó así. Cada vez que se entonaba un "tic-tac", la familia se prendía en humo, para después regresar a un estado de suma tranquilidad.
Cuando la cena por fin amainó, y los visitantes decidieron dejar la hospitalidad que se les fue daba. La madre decidió dar una última orden a los sirvientes.
"Ustedes no pueden tratar de transformarse cada vez que escuchan un 'tic-tac'", dijo la mujer, "Tengo que hacer algo."
Al ver que no sucedía nada. La mujer se comenzó a desesperar.
La mujer hojeó el libro blanco, y dijo todas las palabras extrañas que ahí se plasmaron, mas ninguna hacía algún efecto contrario.
La mujer estresada de escuchar ese sonido a chispa, y de oler ese hedor a ceniza cada vez que el reloj hacía su melodía. Tomó una cuchilla de la cocina, y sin titubeos llegó a donde su familia acontecía. Con una furia hilarante y con el corazón palpitante, en una risa macabra y psicópata, se lanzó sobre su familia mutante.
Apuñaló a sus dos hijos cien veces, hasta que quedaron con cada parte de su cuerpo marcada por la fina cuchilla; A su esposo le fue peor, a él lo apuñaló hasta que la navaja perdiese filo.
La mayoría de los integrantes de familia se encontraron muertos. Cuando la mujer dio un suspiro de alivio al ver que el reloj hacía "tic-tac" y que su familia no sufría una metamorfosis malévola de nuevo, pensó que "Todo iría bien." Mas el caso fue otro. Después de media hora de absoluta tranquilidad, en la obscuridad mórbida, un destello de luz inició, y un hedor a quemazón comenzó a surgir de la nada. El resto de la familia en llamas se encontraba, para en sombras diabólicas convertirse.
La mujer se desató, tomó el cuchillo y se lo enterró en su corazón, mas ella no murió. La familia muerta, junta siempre permaneció, y permanecerá, para siempre...FIN
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Cuentos de Terror y Una Historia de Amor
Horror"Conjunto de historias" Prólogo Una ráfaga de diversas atrocidades, daba paso a una nueva era de terror en los lugares más desolados del cosmos. El planeta es un lugar de múltiples temores. Ningún ser es capaz de asimilar lo que pudiese existir real...