Me fui corriendo mientras la lluvia caía sobre mi capucha, tomé mis maletas y me fui a esconder a las cuevas escondidas en los bosques de Pensilvania. Esperé pacientemente hasta la luna llena del siguiente mes mientras tanto me establecía en aquel lugar como un ermitaño, casi sin hablar con nadie.
Un día previo a la luna llena.
Visité la ciudad para buscarla, saber cómo seguía, a pesar que hubiera pagado mal.
Agudicé mi oído y escuché una conversación de teléfono a lo lejos.
Era la voz del novio de Alice.
—Por fin la tendré, ya se abrió de piernas, pronto te llamo, nos va a servir para la mujer de negro. —Habló con voz alegre y asustada.
Me volví a un escondite cercano.
Noche de luna llena.
La sangre me hervía por alguna razón que desconocía, había olvidado el ¿Por qué? A pesar del suceso de hace poco, pero el sentimiento estaba ahí como un cáncer carcomiéndome.
Con la cabeza nublada en esos pensamientos negativos conduje hasta un lugar cercano a Nueva York. Me situé sobre una colina alta a esperar la luna llena, su energía era muy poderosa y engañosa.
No había sentido la primera transformación así que debía estar preparado para sentirlo como si fuera mi primera vez.
Apareció la luna por el horizonte, comencé teniendo un dolor de cabeza horrible, me arranqué la ropa. Los latidos se intensificaron hasta el punto que pensaba que se me iba a salir, emití un grito de dolor, era tan intenso que me hizo tirarme al piso mientras crujían mis huesos con violencia y mis piernas se convertían en patas, luego las partes más dolorosas, la boca poco a poco se iba abriendo y ensanchándose haciéndome gritar de dolor como nunca lo había sentido, mis orejas comenzaban a desaparecer mientras se transformaban en las de un lobo, y por último la parte que más había tardado en cambiar, las manos, las cuales crujieron de la misma manera que los huesos y se transformaron lentamente.
Finalmente acabado el proceso lancé un aullido llamando a cualquier manada existente. Nadie contestó mi aullido, pero el miedo se apoderaba de toda la ciudad.
Cerré los ojos por un momento y al abrirlos mi vista había cambiado.
—Es hora... —Podía seguir hablando a pesar que estuviera en mi forma lobuna.
Descendí la colina y corrí en mis cuatro patas buscando el rastro de Alice, después de varios intentos inhalé aire y frente a mi aparecía un rastro el cual se intensificaba mientras más me acercaba, estaba atemorizada, me servía bastante, pero tenía hambre. Después de una amplia búsqueda encontré algo de carne fresca que devorar.
Como estrategia para que no me viera llegar subí por los tejados, seguí el rastro y me abalancé sobre mi presa.
Dos hombres, un atracador y otra persona que no reconocía su olor. Salté sobre el atracador matándolo en el acto y devorándolo frente la mirada atónita de la segunda víctima.
Me agradeció el segundo hombre el cuál había reconocido su voz, era Jacob.
—Muere con tu deuda saldada. —Me abalancé sobre él.
Imploraba piedad cada segundo que pasaba.
—¿Por qué tendría que tener piedad con una basura como tú? ¡Me diste la espalda cuando más te necesitaba! —Gruñí enfurecido.
—Por favor, perdóname...—Me volvió a implorar con fuerza. Lo ataqué en la cara y lo mordí con mis colmillos afilados en la pierna.
—No dejaré que una niña crezca sin su padre, y que una mujer como Mel tenga que pasar por eso, no te olvides de eso. —Miré con desprecio a Jacob.
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¿Qué es lo que somos?
Loup-garou¿Qué es lo que somos? La pregunta que todos nos hacemos al estar con esa amistad tan importante para nosotros, ya sea chico o chica, a veces tenemos un amor imposible. En este mundo de fantasía, Sirius Davis buscará respuestas para tal pregunta, per...