1. Cebo.

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—Señorita, repita su nombre, edad y su estatura una vez más —pidió seriamente el uniformado calvo sentado frente a mi.

Me encontraba sentada frente a una mesa blanca y, sobre ella, una cámara de video grabandome todo el rato. Estaba dentro de una jaula, tres paredes lisas de color blanco con una línea azul celeste que las cruzaba de forma horizontal. La cuarta pared a mi derecha no era lisa, había un enorme espejo y de su lado izquierdo una puerta por la cual habíamos entrado hace no más de diez minutos sobre la que se encontraba recargado otro hombre de cabello negro quien se mantenía mirándome con seriedad y de brazos cruzados.

—Cassie. Veintiún años. Un metro sesenta y siete —casi susurré con la mirada perdida sobre la mesa blanca mientras jugaba suavemente con mis dedos y manos llenas de sangre sobre la misma.

—Su nombre completo —exigió el hombre de mala manera.

—Price, Cassie Price.

—Cassie Price... Veintiún años... Estatura 1.67... —repitió con voz baja mientras anotaba en una pequeña libreta—. Sabe por qué la detuvimos, ¿verdad?

Negué haciéndome la desentendida.

—Cassie, asesinaste a un hombre —respondió el calvo con seriedad—. Sé que fue en defensa propia porque él allanó tu propiedad, pero esto va mucho más allá de lo que sucedió anoche.

Llevé mis ojos hasta los suyos sin expresión alguna. No sentía la más mínima culpa por lo que había hecho.

—¿Quieres contarme lo que sucedió?

Una vez más llevé mis ojos hasta mis dedos sobre la mesa.

—¿Sólo lo que sucedió en mi casa? —inquirí con inocencia.

—Todo, Cassie —respondió el uniformado colocando los antebrazos sobre la mesa y entrelazando sus dedos—. Quiero escuchar absolutamente todo sobre ti. Me interesas, nos interesas.

Sonreí ligeramente sin mostrar los dientes y dejé salir una risita monosílaba sin separar los labios.

—Se los contaré.

[...]

Una semana antes.

Era lunes por la mañana, ya me había duchado y me vestía para ir a la universidad mientras miraba televisión.
Tenía una liga para el cabello en los labios mientras acomodada mi cabello con ambas manos en una coleta alta para finalmente tomar la liga de mis labios con una mano y regresarla hasta mi nuca para amarrar mi cabello rubio. Estuve por salir de mi habitación cuando escuché a la conductora de las noticias.

—Noticia de último minuto. Esta mañana fue encontrado otro cadáver más en las costas de Malibú —informaba la conductora—. El cadáver fue reconocido rápidamente como Rick Medrano de cuarenta y ocho años de edad y era profesor en la universidad estatal de Malibú.

Mierda, ese era uno de mis profesores.

Decidí quedarme a escuchar un poco más de la noticia.

—Habrá que esperar por lo que los forenses tengan que decir al respecto sobre la causa de muerte de la víctima —continuó la conductora—. Y como opinión personal, puede que esto sea obra del asesino en serie conocido como "Doll Face" que apareció hace casi siete meses en el condado de Malibú —y para terminar, la conductora dijo una última cosa—. Si esto es cierto, con esta última víctima ya serían cincuenta y dos los asesinatos cometidos por este homicida. Esperemos que pronto sea capturado por la policía y que pague por todos sus crímenes —hizo una breve pausa—. Cambiando de tema, ahora en los deportes...

The Final GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora