11. Última cena.

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La luz de las bombillas por fin alumbraron la oscura habitación y los ojos de Tyler se dirigieron hacia mi, ahora el asesino había descubierto la verdad sobre mi, sobre Cassie Price.

Sus ojos debajo de la máscara de gas se abrieron muy grandes repletos de miedo mientras me miraba usando el short y hoodie rojos además de mi más preciada posesión, mi máscara de muñeca.

—Tyler, te presento al verdadero Doll Face —ladeé un poco mi cabeza sin alejar la mirada de él—. Yo.

[...]

—¿Estás consciente de lo que estás diciendo, Cassie? —inquirió el oficial de cabello negro arqueando una ceja—. Te estás inculpando por más de sesenta asesinatos.

—Consciente lo que es consciente... sí —reí ligeramente—. ¿Cuerda? Eh... sí, supongo que también estoy cuerda porque no me ven actuando como una loca, ¿o sí? —encogí los hombros restandole importancia—. Pero sí, no puedo negar que fui yo quien asesinó a más de sesenta personas en Malibú e incluso puedo decirles la media al mes, mínimo ocho y máximo nueve. Sé que son más de sesenta de ellas porque sé contar y, además, me estoy deslindando de las cinco personas que Tyler asesinó.

—¿Por qué lo hiciste, Cassie? ¿Diversión? ¿Crees que asesinar es divertido? —preguntó el oficial calvo.

—¿Disculpa? ¿Diversión? Yo no hago lo que hago por diversión —respondí con seriedad sintiéndome insultada e indignada—. Hay una enorme diferencia entre asesinar por diversión y asesinar por necesidad. Recuerdan que les conté que me comenzaron a dar ansias, ¿verdad? Bueno, son ansias por asesinar. Soy como una adicta al cigarrillo.

—Entonces... ¿Qué sucedió con Mara y Macaiyla cuando comenzaste a sentir ansias cerca de ellas?

—Aún no llego a esa parte, oficial. Debería dejar de adelantarse.

[...]

—Cassie... tú... —la voz de Tyler comenzó a temblar.

—¿Qué? ¿Sorprendido? —reí acercándome a él. Me quité la máscara y lo miré a los ojos colocando ambas manos sobre la mesa para mostrarle que tenía tres stickers de la carita amarilla sonriente de Watchmen pegados en mi cara, uno en la frente, otro en el pómulo derecho y el último en el pómulo izquierdo—. Mira que irrumpir en la casa de una asesina en serie fue una excelentisima idea de tu parte.

Sin quitarle la mirada de encima rodeé la mesa hasta el borde detrás de su cabeza y me quedé ahí parada mirandolo con una maliciosa sonrisa.

—Te quitaría la máscara para que te ahogaras con tu propio vómito debido al olor de aquí —coloqué mis manos sobre la máscara de gas que le puse y la acaricié suavemente—. Pero la diversión terminaría muy rápido. Tú eres un asesino primerizo pero yo ya estoy acostumbrada a este exquisito olor —suspiré llenando mis pulmones de aire—. Aunque si te soy sincera... creo que moriré pronto debido a la intoxicación por los gases tóxicos que sueltan los cuerpos al descomponerse.

—Cu... ¿Cuerpos...?

—Sí, cuerpos —sonreí amablemente.

Me alejé de la mesa detrás de él y tomé por la cintura el primer cuerpo que colgaba detrás de él arrastandolo por el gancho del riel superior donde la había colgado.
Llevé el cuerpo hasta el lado izquierdo de la mesa para que pudiera verlo con claridad.

—Creo que... a ella la conoces —dije tras haber dejado el cuerpo de la chica colgando del gancho a un lado de la mesa—. Ya sabes, nuestra "enemiga natural", Mara Crowe.

El cuerpo de Mara colgaba de los brazos completamente desnudo del gancho de metal que sostenía el riel. Le faltaban pedazos de piel, los piercings de su rostro los había arrancado con fuerza mientras la torturaba al igual de los de sus orejas, el cuerpo estaba pálido y casi por completo llena de sangre por todos lados además de que me tomé el tiempo de ponerle el strap-on en la cintura después de que había muerto.

The Final GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora