7. Luces fuera.

34 4 0
                                    


Diez minutos después de que Mara condujo la motocicleta llegamos a la fachada de mi hogar. Puso el freno, apagó el motor y bajé del vehículo cuando ella usó los pies para bajar el soporte central debajo de la moto y finalmente bajar de ella. Ambas nos quitamos el casco y sacudimos al mismo tiempo nuestro cabello.

—¿Te gustó el paseo? —inquirió con una sonrisa colocando el casco contra su cadera y muñeca derecha.

—Sí, fue divertido supongo —encogí los hombros rápidamente—. Aún no has contestado la pregunta que te hi-

—¿Me invitarás dentro? —interrumpió evadiendo nuevamente el tema mirando hacia la casa—. Siempre me pregunté por qué vives en un lugar tan remoto como este siendo una Barbie.

¡Mierda! ¡Es cierto! Olvidé mencionar que la casa de mi tía era la última de la calle donde vivía, o sea, era una calle cerrada pero bastante grande. Mis vecinos más cercanos estaban hasta la siguiente cuadra porque según tengo entendido, mi tía se negó a vender la casa cuando mi tío falleció. Eso es todo lo que sé. Al menos el lugar era bonito y no tan remoto, en lugar de casas a los lados había bastante vegetación... era algo así como un enorme parque de una cuadra de distancia para mi sola. Cosa que me convenía por el trabajo que suelo ejercer.
Eso fue demasiada información, así que mejor continuemos.

Me estaba desesperando que Mara evadiera mi pregunta la verdad. Pero está bien, jugaría a su manera.

—Como sea... sí, sigueme —respondí a secas y comencé a caminar hasta la puerta con ella siguiéndome de cerca.

Coloqué el casco que Mara me prestó entre mi brazo y costado izquierdo para sacar la llave de uno de mis bolsillos y abrí la puerta invitandola a pasar primero. Mara se adentró a la casa mirando a los alrededores con curiosidad y colocó su casco en uno de los brazos del sillón mientras observaba.

—Wow, tu casa es muy grande por dentro, la verdad me la imaginé diferente —comentó mientras yo colocaba el casco rojo y mi mochila en el perchero—. Ya sabes, más... rosa.

Bueno tampoco me gusta ser tan llamativa pero hubiera sido una buena idea para mi rol de rubia tonta, muy tarde para ideas. Eso sí, me desconcertó un poco su comentario porque si ella fuera el asesino no se hubiera asombrado por el tamaño o simplemente estaba actuando asombrada.

—Ponte comoda, estás en tu casa. ¿Quieres algo de beber? —pregunté haciendo a su atención fijarse en mi asintiendo con inocencia.

—Lo más fuerte que tengas —sonrió y se acercó a la mesita frente al sillón.

—Hay películas debajo de la televisión por si te interesa alguna —sugerí.

—Probablemente tengas un montón de películas de amor super cheesys —rió acercándose y poniéndose de rodillas frente al televisor para revisar las películas.

Caminé hacia la cocina para sacar la botella de vodka y un par de caballitos de las estanterías, coloqué todo sobre la barra de la cocina y saqué un paquete de palomitas para meterlo al microondas.

—¡No me jodas! —pude escuchar a Mara exclamar desde el living. Sí, probablemente descubrió mi colección—. ¿¡Te gustan los slashers!? ¡Tienes montones de colecciones!

Sonreí orgullosa de mi misma mientras esperaba a que las palomitas se hicieran, esto era como un deja vu.

—Sí, son mis favoritas —respondí levantando un poco la voz.

Tyler no encontró mi colección escondida y esperaba que ella tampoco lo-

—Oye, ¿y estos estuches que no tienen portadas?

The Final GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora