Ojos del alma

Capítulo tres: Exámenes de ingreso

El día siguiente...

No fue difícil para Itachi encontrar el camino hacia el borde occidental del Seireitei. Incluso con la naturaleza incomprensiblemente vasta de la Sociedad de Almas, era imposible pasar por alto su corazón gobernante y la sede de sus guardianes. Una ciudad circular dentro pero claramente separada del extenso Distrito de Rukon, todavía era lo suficientemente grande como para empequeñecer por completo a todas las Aldeas Shinobi que Itachi alguna vez había visto. Aunque parecía estar abierto, por lo que Itachi había aprendido, había un enorme muro escondido en una dimensión diferente que podía descender en el momento en que alguien intentara entrar sin autorización. A pesar de que actualmente solo podía ver las afueras del Seireitei y la gran colina en el corazón de la misma, Itachi no podía dejar de notar cuánto más resistentes y limpias eran las paredes y los edificios dentro de esa región en comparación con los del distrito de Rukon. Todo parecía mucho más ordenado y seguro, y era otra señal más de la amplia brecha que Itachi había discernido entre los privilegiados y los pobres de la Sociedad de Almas.

Parecería que todas las religiones que predicaron sobre una vida futura utópica estaban equivocadas , reflexionó mientras caminaba hacia su destino . Sé que esto no es el infierno, pero parecería estar lejos de ser un paraíso perfecto.

El sol de la mañana apenas comenzaba a asomarse por el horizonte cuando Itachi se acercó al Seireitei. Se había ido lo suficientemente temprano como estaba, pero incluso entonces, había tenido que moverse a un ritmo muy rápido para llegar a tiempo. De hecho, se había ido tan temprano que se fue antes de que el comerciante se levantara de la cama. Itachi se había sentido mal por irse sin despedirse en persona; después de todo lo que el anciano había hecho por él, parecía de mala educación escabullirse sin una palabra como esa. Esperaba que la nota que le había dejado al propietario antes de su partida fuera suficiente y que el anciano no se sintiera ofendido por la forma en que se fue.

Vio a Jiraiya más adelante, pero su atención se desvió rápidamente del Sannin y se dirigió hacia el ser con el que el sabio estaba conversando. Era un hombre gigante absoluto, tanto que era más alto que cualquier casa que Itachi hubiera visto en la Aldea de la Hoja Oculta. Llevaba una túnica negra con una faja blanca que le recordaba a Itachi lo que había visto usar a Unohana la noche anterior, solo que a esta le faltaba un haori. También solo cubría hasta el hombro derecho del torso del gigante; el lado izquierdo de su pecho estaba expuesto, mientras que el hombro y la parte superior del brazo estaban cubiertos con una gruesa armadura. Su cabello negro estaba atado en una cola de caballo que caía hasta su cintura, mientras que sus patillas continuaban hasta su cuello y eran lo suficientemente largas como para ser atadas en pequeñas tobas al final. Para rematar el conjunto había un sombrero rojo con borlas amarillas.

Mantén la calma , se dijo a sí mismo mientras avanzaba, y no hagas nada que pueda provocar una confrontación. En mi estado actual, dudo que alguno termine bien para mí ...

A medida que se acercaba, vio que Jiraiya parecía bastante relajado en presencia del colosal, y recordó las palabras de Yoruichi de la noche anterior.

"El Jidanbō Ikkanzaka del Guardián. No dejes que su tamaño te dé una impresión equivocada; en realidad es un tipo bastante agradable una vez que lo conoces".

Los dos hombres se volvieron hacia él mientras se acercaba, y Jiraiya asintió con la cabeza. "Buenos días, Itachi. Pensé que seguro que me vencerías aquí."

"No llego tarde, ¿verdad?" preguntó.

Jiraiya negó con la cabeza. "Estás bien. No he visto a nadie que pueda ser el subordinado de Yoruichi todavía, y ella dijo que nos quería aquí al amanecer, así que por lo que puedo decir, estamos a tiempo."