La preciosa Orquídea del Emperador [WangXian]

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                La preciosa Orquídea del Emperador.

[WangXian]

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One-Shot

AU donde Wei Ying es emperador y Lan Zhan su bella emperatriz.

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Justo en el momento que el reloj marcaba las nueve de la mañana, los ojos del emperador se abrieron como de costumbre cada mañana. Parpadeo varias veces, arrugando el rostro cuando la claridad del día golpeo sus adormilados ojos, hizo una mueca cubriéndose la cabeza con la cobija de seda roja, girándose hacia el lado contrario buscando la calidez y tranquilidad de su hermosa fénix. Sin embargo, lo que le dio la bienvenida fue un espacio vacío y frío a su lado, acompañado del penetrante aroma del sándalo. Se quejó en voz alta. Después de tantos años juntos, aun no podía quitarle ese horrible hábito a su esposa de madrugar.

Salto de la amplia cama, estirando su cuerpo con pereza intentando quitar el sueño de su sistema. Las sabanas cayeron al suelo en un completo desorden, uno que de seguro lo haría ganar una mirada de reproche de su fénix y un buen número de regaños por parte de su gran amiga y asesora, Wen Qing.

Unos toque es la puerta lo distrajeron de sus pensamientos. Las sirvientas se anunciaron con su desayuno ya listo y todo lo necesario para preparar su baño. Wei Ying las dejo preparar y ordenar todo antes de despacharlas, no necesitaba que nadie lo ayudara a bañarse; tenía dos perfectas manos y podía hacerlo él solo. En caso de necesitar ayuda, se lo pediría a su querida emperatriz.

Se bañó relativamente rápido, asegurándose de limpiar minuciosamente cada espacio. Se vistió con sus típicas túnicas negras y rojas, decoradas con el emblema del dragón dorado que representaba su estatus como emperador. Su cabello lo dejo suelto, cayendo libremente sobre su espalda y el flequillo a un lado.

Si Wen Qing lo viera en ese momento seguro se quejaría mucho...

¡Eres el emperador, no puedes andar por ahí haciéndonos perder cara por vestir como un vagabundo! —diría, luego mandaría a su séquito para que lo cambiara y peinara de forma decente.

Se preguntó tardíamente donde estaba Wen Qing, normalmente ella era la primera en aparecer en la mañana, sacándolo de su cama con una patada y un grito (a veces se preguntaba donde había quedado el respeto hacia el emperador). Salió de su habitación con entusiasmo, caminando entre los pasillos buscando a su preciosa fénix, necesitaba su dosis de Lan Zhan antes de empezar el día y asistir a aburridas conferencias con los ancianos. Demasiado trabajo para él solo y además, ¡Wen Qing ni siquiera lo dejaba beber ni un poco de vino!

Sus pasos lo llevaron hasta el jardín privado de su emperatriz, el cual había enviado a construir siguiendo cada uno de sus gustos; sus árboles favoritos y flores le daban vida al jardín. También era el hogar de los cientos de conejos de su esposa, bestias peludas y esponjosas a las cuales su esposa amaba más que a él mismo; al comienzo eran solo unos pocos, dos pequeños conejos que le había regalado en su aniversario, ahora eran tantos que es casi imposible contarlos. Quien iba a pensar que unas adorables mascotas se convertirían en una plaga.

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