Domingo.
Esa mañana, Samuel se había decidido por ir a dar una vuelta solo.
Normalmente, Sam siempre le acompañaba en sus trotes matutinos, pero esa vez decidió que iría un poco más temprano. Lo había dejado dormido en la casa y con todas las puertas cerradas.
Se había convertido en alguien paranoico, temeroso hasta de aquel viejo vecino que salía todas las mañanas a correr con su perro y de la señora de enfrente que se iba a la iglesia muy temprano. Nadie era de fiar, ahora que veía su panorama y como estaba su situación.
Como era habitual, uno de los vecinos del área le saludó haciendo sonar el claxon de su auto cuando pasó a su lado; Se había sobresaltado, sin embargo, cordialmente correspondió al saludo.
Entonces, el sol comenzó aparecer detrás de los edificios y un aroma hipnotizante del café en la esquina llamó su atención; En ese momento, los rayos del sol reflejaron aquel auto. Conocía cada detalle, desde el color hasta el rayón en la puerta del conductor, había memorizado inclusive la matricula por tantas veces que estando en el suelo aquella noche, le tocó preguntarse si sería lo último que vería.
Sus piernas esa vez no se detuvieron, el miedo no lo congeló en su sitio, tomando la iniciativa más osada que se le podía ocurrir, se acercó tanto que su reflejo era nítido en el espejo del pasajero en la parte de atrás.
—¿Sí? —Dijo aquel bajando la ventanilla, inmediatamente esbozó esa terrible sonrisa que solo él sabía hacer— Oh, hola, Samuel; Qué gusto verte ¿cómo estás?
—Si tienes algún mensaje que darme, que sea en mi cara —Dijo frunciendo el ceño— ¿Pintura morada? ¿No podías haber rayado mi auto mejor? ¿Qué tenían que ver Luzu y Lana en esto?
Andrew esbozó una mirada de falsa indignación. —¿Cómo crees que soy capaz de eso?
Ante esas risas pedantes un montón de recuerdos recorrieron su cabeza, aquellos donde creyó con toda la honestidad del mundo que él lo amaba de verdad; Se sentía estúpido de haber confiado en semejante fantasía mientras la realidad le había dado lo que sería un futuro prometedor.
—Ay, cariño —Continuó con una sonrisa—. No me mires así...
Samuel suspiró risueño. —¿Perdón?
—¿Qué? ¿Es que te has olvidado de los viejos tiempos?, cuando salíamos juntos y pasábamos todo el tiempo del mundo de fiesta en fiesta...
—Es-
—Claro, que cuando nació Samuel las cosas se retorcieron un poco, pero todavía había algo de chispa...
—Tío, ¿Y eso a qué viene al caso?
—Pero, después de todo, siempre te esforzaste por tenerlo a él feliz. Yo era mejor y lo sabes.
Sin embargo, seguía teniendo esos espacios donde ni siquiera sus argumentos burlones podían ocultar la verdadera razón de su ser. Quizás, de eso era de lo que se había enamorado en una primera vez.
—Burdois.
Como si el pasado mismo fuese salido de su cueva oscura, esos tiernos ojos claros y hasta las pecas que su rostro aún conservaban parecían haberse oscurecido con la pronunciación de aquel nombre.
—¿Qué? —Arqueó una ceja— Ese es tu nombre de soltero, ¿no? Andrew Burdois.
Lo conocía tan perfectamente bien para saber que la rabia lo tenía rechinándose los dientes en el interior de su boca, sabía que estaba a punto de ganar.
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Difuso (Wigetta) | Error {M-preg}, Segunda Parte
FanfictionSegunda parte de Error, el fanfic m-preg (male pregnancy) de Wigetta. Guillermo y Samuel han destrozado una vida inestable en cuestión de segundos, cuando después de pasar por una relación inapropiada, finalmente ha caído todo por su propio peso. ...