Terror nocturno || L x Rayis

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¡Buenas, buenas, buenas! Aquí os traigo el primero one shot de la primera tanda y a petición de ImagiFics . Ojalá lo disfrutes tanto como yo escribiéndolo :p ¡A leer!

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Disclaimer: el personaje principal y la historia en la que se ambienta este drabble forman parte de la serie Death Note, obra original de Tsugumi Ōba.

3:33 a

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3:33 a.m. Ante sus ojos redondos, el techo oscuro de su habitación. A los pies de su cama, el tamborileo de unas uñas contra la madera. Se quiso resistir a mirar al lugar donde precedía el sonido, aunque sus ojos se movieron más rápido que su miedo y vieron, en esa penumbra casi absoluta, dos esferas rojas relucientes. Sobre la madera, incesante el repiqueteo.

La curiosidad venció su instinto de supervivencia, más poderosa que cualquier emoción primaria que lo pusiera en alerta del peligro del cual lo alertaban, y alargó un brazo para encender la lamparilla junto a su cama. Como si fuera un objeto inanimado, un palo en lugar de su brazo.

Prendió la luz y, allí, la vio. Agazapada detrás del tablón, con su mano pálida y sus dedos blancos terminados en uñas negras extendidos y moviéndose sin dejar de hacer ese escalofriante sonido. El pelo negro, largo, liso, le caiga a ambos lados de la cara. Y su rostro se desdibujaba con unos ojos rojos abiertos de par en par, unas marcadas ojeras y unos labios rojos como la sangre, cuyas comisuras se extendieron hacia arriba en una sonrisa esperpéntica. Parecía estar dentro de una de esas historias que había leído en mangas y visto películas de terror. Un shinigami.

—Hola, Eru —le dijo la criatura. Tenía voz femenina, quebrada y grave—. ¿Qué te pasa? Ni que hubieras visto un fantasma.

El chico dio un sobresalto hacia atrás. Se encaramó en cuclillas sobre su almohada y extendió los brazos a cada lado, clavando los dedos en la pared.

—¿Quién eres tú? —farfulló a duras penas con la boca reseca del miedo. El corazón le tronaba en los oídos—. ¿Qué quieres de mí?

La criatura se puso en pie. A los ojos desorbitados del muchacho le pareció inmensa su estatura. Apreció su figura delgada, la estrechez de su cintura en comparación a su busto, sugerentemente realzado con un escote en pico, y el largo de su cabello. Le llegaba a las caderas, pendiendo de sus hombros y su pecho como los flecos de un velo deshilachado. En otro contexto y con una expresión en su rostro menos burlesca, podría haberle resultado incluso sensual.

Vestía de negro riguroso, contrastando con el pálido cenizo de su piel mortecina.

—Nada, solo vengo por una manzana —respondió con pasmosa tranquilidad. Dio un paso al frente, hacia el escritorio del chico. En un plato blanco de porcelana había dejado un par de jugosas manzanas rojas del postre de la cena anterior—. Es un desperdicio con lo apetitosas que se ven. —Sus largos dedos envolvieron el fruto y lo tomaron con delicadeza.

—¿Has venido a matarme? —el muchacho casi lloraba de la angustia, desconcertado por la tranquilidad de la visitante. Pensaba que si le había llegado la hora, mejor que fuera rápido y que no lo prolongara por más tiempo.

El monstruo lo miró con una mueca desconcertante, pues no entendía la expresión de sus ojos. Su boca se mantuvo en una línea recta. Luego, se llevó la manzana a la boca y dio un gran bocado. Sin quitarle ojo de encima, masticó despacio, tragó y, al fin, me sonrió.

Eru quiso pasar saliva, pero en su boca no había fluido alguno.

—¡Demonios, no! —respondió la shinigami—. Se me acabaría la diversión.

Quiso parpadear de estupefacción, pero Eru no podía apartar la mirada de ese inquietante ser. Por su mente cruzaron diferentes razones que explicaban lo que presenciaba y las probabilidades de las mismas.

—Eres una criatura muy curiosa, L —continuó hablando la shinigami—. Me tienes fascinada y siempre que tengo tiempo, lo cual no es tan difícil, me gusta observarte desde allí. —Apuntó con el dedo índice de la otra mano hacia el techo de la habitación, pero Eru no apartó la mirada de su rostro, analizándolo ahora.

Sabía que se refería al inframundo.

—Entonces, ¿solo has venido a comerte mis manzanas? —preguntó algo más sereno, escueto.

—Eso es —confirmó luego de tragar un segundo bocado y con una amplia sonrisa enmarcada por sus labios rojos—. He venido por tus manzanas.

 He venido por tus manzanas

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⏰ Última actualización: Mar 14, 2021 ⏰

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