Prólogo

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Una hermosa niña estaba sentada en el césped, llevaba un vestido blanco y estaba descalza.

Su nariz era delicada, piel blanca, labios rosados, cabello castaño claro, un poco enredado a causa de la suave y cálida brisa, pero sin duda eran sus ojos violetas los que hacían resaltar su inocente belleza.

La linda niña se encontraba en la orilla del río trenzando el cabello de una sirena con hermosas escamas doradas, cabello rubio y tez blanca.

Poco después llegó una hada un poco más pequeña que ella, con vestiduras verdes y cabello del mismo color.

La hada empezó a jalonear el borde del vestido de la niña y ella la siguió hasta que llegaron a un campo de flores, comenzaron a recogerlas y a llevarlas a las sirenas.

Estaba por arrancar una orquídea cuando un fuerte temblor la hizo perder el equilibrio.

—¡Adara! ¡Deja eso, Adara! —la niña se levantó rápido al oír la desesperada voz de una mujer que venía corriendo de la mano con un niño de hipnotizantes ojos azules y una niña de hermosos ojos verdes, por detrás los seguía un hombre que parecía muy asustado y nervioso    —¡Tenemos que irnos lo mas rápido posible mi niña, no es seguro aquí, tu padre nos alcanzará en el otro lado del muro! —después de esas palabras la mujer cargo a la niña de ojos violetas en brazos y comenzó de nuevo a correr con el niño aún tomado de su mano al tiempo que el hombre también tomaba a la niña de ojos verdes en brazos.

El muroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora