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Llegué de nuevo a la pequeña casa de Billy y entre con cuidado de que no se me cayeran las cocas.

Ahora que aquí te ven que te mueres y no te ayudan.

Dejame te ayudo en esto - habló la única mujer que había aparte de mi y de mi abuela.

Uff gracias - le sonrei en agradecimiento, ella solo asintió mientras me sonreía.

Leah Clearwater un gusto - extendió su mano hacia a mi para que la pudiera estrechar yo acepte gustosa.

Rose Castillo, el gusto es mio - sonrei y le ofrecí uno de los chicles que compre.

Ella rápidamente lo agarro y me agradeció.

¿Estas bien de tu rodilla? Hace rato se cayeron ustedes - la mire con preocupación mientras analizaba si estaba bien.

S-si, si estoy bien - se sobo tantito la rodilla mientras se ponía un poco rojita.

Que bueno, a la próxima tengan más cuidado - me serví en un vasito un poco de refresco, me estaba yo muriendo de sed.

Si, la tendremos, gracias por preocuparte - me acarició la cabeza como si de un perro se tratase.

De la nada, un ronroneo salió inconscientemente de mi.

Me apene demasiado, que vergüenza.

¿Acabas de ronronear? - me miró asombrada y con una pizca de ternura.

Disculpa, suelo ronronear cuando me acarician - me encoji de hombros apenada.

Oh, no te preocupes, es super tierno pareces un lindo gatito - me miró y luego me abrazo fugazmente. - Lo siento, no pude evitar no abrazarte.

Se llevo su mano hacia atrás de su nuca, se le notaba nerviosa... ¿Acaso la pondre nerviosa? No me sorprendería ya que, según mi madre, yo tengo un aire muy... Ay no se como explicarlo.

Mi abuela entro a la cocina sin previo aviso.

Chicas ¿no van a comer un poco más? - preguntó mientras agarraba tortillas.

Si, ahora vamos - respondí y agarre mi vasito - ¿Vienes?

Le tendí la mano a Leah para que la tomará, ella rápidamente la tomó.

Sii, vamos - me guió hasta el patio.

Esta casa me gusta, esta chiquita y todo pero es muy acogedora y tranquila.

Mi abuela me tendió un plato con comida.

Come bien, estas muy flaca - mencionó y se fue a donde estaba mi abuelo.

Me sonroje un poco, todos los jóvenes ahi se me quedaban  viendo demasiado.

Se que estoy muy guapa, pero por favor no me vean tanto - hable mientras daba mi mejor sonrisa.

No quería sonar grosera puesto que ellos me habían tratado muy bien, solo que no me gusta que me vean comer.

Eh si, lo lamentamos - soltó el que a simple vista se nota que es el mayor.

Yo asentí y solo seguí comiendo.

Luego de un rato cada uno se fue presentando y así dando a inicio una gran conversación.

¿Nuevos amigos?

Nuestra Luna | Manada QuileuteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora