Jonia

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El recorrido por los bosques hasta llegar a la aldea parecía ser más liviano y entretenido, luego de aquella noche, y Calma se mostraba menos tímido y retraído ante Yasuo, quien estaba feliz al notar que finalmente habían hecho un avance significativo. Ahora, de la mano del niño, agradecía enormemene el hecho de que su hogar se encontrase un par de kilómetros antes de llegar al pueblo. Así, podría hacer las cosas con más cuidado, y se detuvo un par de segundos a observar la pequeña edificación de materiales humildes desde la distancia.

—¿Señor...? —preguntó Calma, sin comprender la reacción del jonio al tan solo contemplar una casa.

El mencionado agitó levemente su cabeza, y agachándose para tomar al niño con un brazo, con el otro sujetó fuertemente la bolsa con sus pertenencias que había cargado todos estos días.

—Llegamos, niño —le hizo saber— ahora vamos a saber si nos permitirán quedarnos.

—¿Quién nos tiene que dejar, señor?

Un corto suspiro por parte del castaño y, apretandolo un poco más contra su cuerpo, respondió:

—Ya vas a verla.

Emprendió camino nuevamente. Con pasos más firmes, lo necesario para llenarse de valentía, permitió que el niño se acurrucase en su hombro e ignoró los insectos al rededor, característicos del campo donde se encontraba parado. No obstante, los nervios lo inundaron nuevamente cuando, luego de golpear la puerta con sus nudillos, una mujer de mucho más allá de la mediana edad le atendió y abrió sus ojos con sorpresa.

Ambos quedaron quietos.

—... ¿Yasuo? —pronunció ella finalmente.

—... Mamá.

Sucedió. El barco finalmente había llegado a tierra firme. Janna admiraba todo aquello desde una ventana de las cocinas, donde terminaba de preparar el plato final que los tripulantes comerían en unos minutos. Por suerte, las demás mujeres habían sido agradables con ella, y la ayudaron en su labor a pesar de entender poco y nada de lo que decía. Al ser su lengua zaunita, tuvo que aprender varios términos y palabras específicas en noxiano que hicieron su estadía más llevadera. Sinceramente, no la estaba pasando del todo mal en el barco, pero prefería mil veces su destino.

—¿Cuándo... bajaremos? —le preguntó a otra cocinera a su lado, diciendo la mayoría con señas extrañas para que comprendiera. Por suerte, lo hizo.

—Pronto, querida. Sé paciente.

Sirvieron los platos, todo perfectamente ordenado para la tripulación, y finalmente un hombre con traje suntuoso les dió la órden. Podían retirarse. Podían bajar a visitar los alrededores. Pero en los planes de Janna, no estaba solamente observar el lugar y comprar un recuerdo.

Tomó su bolso, diminuto, que poseía sus pocas posesiones; y luego de pasar un corto tiempo con las demás damas como forma de agradecimiento por su benevolencia, levantó y agitó su mano hacia ellas. Se estaba despidiendo.

—... Ten suerte. —le dijo una de ellas, y de alguna forma la zaunita logró comprenderla.

Sonriéndole, asintió y volteándose de forma apresurada; levantó la falda de su vestido para correr. No supo bien hacia dónde, sólo correr.

Por primera vez, sentía algo similar a la libertad en el viento que chocaba contra su cara.

Sentados en un sofá, Calma mantenía su mirada fija en la taza con bebida caliente que le habían ofrecido hacía un instante. Tenía miedo de quemarse si la tomaba, así que esperaría a que enfriase un poco. A su lado, Yasuo ni si quiera había tocado la suya. Tenía algo más importante de qué preocuparse.

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⏰ Última actualización: Aug 05, 2021 ⏰

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La Dama del Viento || Yasuo x JannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora