Volvía del trabajo.
Ya irían por el segundo mes juntos, ininterrumpidos, en compañía constante y repleta de felicidad. Yasuo no tenía quejas, cada instante a su lado era maravilloso. La tristeza de Janna pareció desaparecer de a poco luego de aquella tarde lluviosa en el muelle, era como si ahora se presentara ante él sin temor alguno. Como si las ganas de estar viva la inundaran de tal manera, que tan sólo con su sonrisa era capaz de contagiársela a él.
Sin embargo, el miedo inevitablemente volvía en este momento del día. Cuando él tenía que salir del departamento, dejándola sola, y sin estar seguro de si ella aún lo estaría esperando cuando regresara, pues tenía la tendencia a desaparecer; eso era una costumbre, pero pasó tanto tiempo esta vez que la despedida le dolería más que cualquier otra. Y el pasar las tardes trabajando le partía el alma, atemorizado de no hallarla.
Con pasos poco pacientes, llegó hasta el viejo edificio y sintió el alma volverle al cuerpo cuando abrió la puerta y al voltear la cabeza, la vio recostada en el sofá, sumergida en las imágenes de un libro. Ella alzó la vista, y al conectar sus ojos le sonrió.
—Yas. Bienvenido.
Inconscientemente le regresó el gesto, y se quitó los zapatos rápido para poder aproximarse al lado de la rubia y sujetarla de la cintura. Traía puesta una camisa grande y vieja, la cual no le pertenecía pero Yasuo le dejaba usarla siempre que quisiera.
Aún alegres, la acomodó fácilmente sobre su regazo, a lo que Janna apoyó su espalda sobre el pecho ajeno y sintió la respiración del castaño en su cuello. Deliciosamente provocativo.
—¿Qué veías? —preguntó él mientras descansaba su mentón sobre el hombro de la mujer, observando las imágenes del libro y reconociéndolas al instante.
Eran pinturas. Pinturas de su tierra natal, de Jonia. Se sorprendió un poco, hacía rato desde la última vez que había abierto aquél libro. A decir verdad ni siquiera sabía por qué lo llevaba consigo.
La rubia sonrió de lado al notar que no tenía que responder su pregunta.
—Es un país hermoso aquél en el que naciste, ¿no crees?
—Ciertamente —dijo al instante— ¿Por qué...?
—¿Podrías decirme qué es esto?
Señaló con su dedo índice las palabras, como recordándole a Yasuo su ignorancia y el hecho de que no sabía leer. Por suerte, debajo de cada título en piltoviano había uno más pequeño en jonio, así que él no tuvo problema en cumplir su deseo.
—Son las salinas —habló a su oído, a lo que a ella se le escapó una risita. Señalando otra imagen, él volvió a leer:—. Esa es la región costera.
—¿Alguna vez has estado ahí?
Volteó la cabeza para mirarlo. El castaño le regresó la mirada, sonriéndole a pesar de lo confundido que lo tenían esas preguntas tan de pronto. Mientras trataba de hacer memoria, paseó sus manos por el vientre de la rubia, acariciándola sobre la camisa.
—Sí, un par de veces cuando era joven.
—¿Cómo era?, ¿hermoso?
—Creo que sí. Fue hace bastante tiempo atrás.
—¿Y no te gustaría volver algún día?
—¿A qué vienen todas estas preguntas?
Ella volvió a reír, levemente, y con su mano libre acomodó algunos mechones de cabello detrás de su oreja. Yasuo reconoció ese gesto al instante: estaba nerviosa.
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La Dama del Viento || Yasuo x Janna
Fanfiction"Los días en los inviernos fríos parecían pintarse con calidez cuando ella lo miraba. Delicada y preciosa, se escapaba de sus brazos aún sin quererlo." NOTA: No hay magia presente en este Fanfic, por lo que por favor, tengan una imágen mas humana de...