Batallas, discusiones, duelos a muerte, animales fantásticos y, en general, mundos increibles que solo podían existir en los sueños. De golpe, me siento cansada, como si mi cerebro ya no pudiese seguir creando más historias. Era un agotamiento de esos que no se solucionan durmiendo, al fin y al cabo, es lo que estaba haciendo en ese momento.
Aún y asi, caigo rendida, en medio de todas esas historias, todo empieza a volverse borroso y mis piernas no me aguntan. Siento paz, todo está en calma, y entonces, salgo de mi misma, viajo a través de la oscuridad, y llego a un cuarto que conozco perfectamente.
Está oscuro, las persianas bajadas, solo un resquicio de luz entra por ella, la suficiente para verlo a él, sentado en la cama, mirando a la nada.
Me acerco, siento mi cuerpo volátil, como si ese no fuese mi sitio, como si solo fuera un espectador, pero no lo soy. Lo sé cuando el gira la cabeza y me mira, una mirada indescifrable, la mirada de un niño valiente que no quiere salir de su habitación porque le da miedo el mundo, y aun y asi se enfrenta a él. Me sorprendo, porque conozco esa mirada, pero hacía mucho tiempo que no la veía, tanto tiempo, que no pensaba volver a verla jamás, volver a verlo a él. Había llegado a creer que realmente había muerto, que lo había matado, pero en el fondo, siempre sentí que no era verdad, que esa fachada no era más que eso, y que si buscaba un poco más hondo podría encontrarlo.
No me importa que fuese un sueño, una proyección de mi mente, decido que ya he perdido suficiente tiempo, y decido hacer caso a los consejos que él mismo me dio "Actua, se impulsiva, no pienses". Y eso hago, le sonrío al chico frente a mí, él me sonrie de vuelta y cada poro de mi fantasmal piel grita "Estás en casa".
Nos abrazamos, y siento su tacto, lo siento de verdad, y es curioso, porque el sentimiento de que no estoy realmente en mi cabeza, de que si toco algo desaparecerá, sigue ahi. Sin embargo, puedo sentirlo, y hago lo que debí hacer siempre, disfruto, me olvido de todo, me olvido de que estoy en un sueño, de que nada es real, me olvido de mis problemas, simplemente estamos nosotros y esa habitación en penumbra, que aunque debería ser tenebrosa, me hace sentir tan acogida.
No sé cuanto tiempo ha pasado, podrían ser segundos, minutos o horas. Estamos estirados y entonces el me mira y me dice "es hora de irse" y lo sé, puedo sentirlo, puedo sentir como la conciencia que se quedó dormida en mis mundos trepidantes me llama.
No me quiero despedir, no quiero irme, él dice que está bien, y yo le digo triste "Mañana no recordarás que he estado aquí"
¿Absurdo cierto? Bueno, en ese momento me pareció de lo más lógico, tal vez, secillamente me lo estaba diciendo a mi misma.
"Escríbelo" responde él "Escríbelo para que no me olvide".
Y antes de desaparecer, mientras siento como esa proyección tan real desaparece, me acerco al escritorio, cojo un lápiz, con miedo, porque pienso que no podré cojerlo, pero sí puedo.
"I was here"
Eso es todo lo que escribo, no creo que necesite nada más, sé que él lo entenderá, y desaparezco.
Vuelvo a mi sueño, al original, vuelven las cosas sin sentido, las deformaciones esperpénticas de la realidad que ya conozco.
La alarma me despierta, me levanto, sigo mi rutina, pero hay algo que me carcome por dentro. Esa escena, tan real, tan vívida. Ese sentimiento, de que no había sido realmente un sueño, de que realmente había salido de mi cuerpo por un momento.
Sé, que simplemente fue una jugarreta de mi cerebro, pero cada vez que lo recuerdo, como si estubiese ahi dentro, no puedo evitar un pequeño desazón en mi corazón.
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Night Conversations
EspiritualCuando tu mente sea un desorden sin control, haz que tus personajes la ordenen por ti.