A veces estar vivo es aburrido, o al menos lo es sino encuentras motivos suficientes para desear estarlo. ¿De qué sirve respirar si no hay nada que te aliente a conseguir algo? ¿De qué sirve tratar de encajar cuando eres la parte defectuosa de un rompecabezas?
Soy Ian.
Sólo soy Ian...
Aunque todos suelen llamarme de distintas formas, inclusive "Nadie". Y, por desgracia, estoy vivo. ¿Tienes idea de lo fastidioso que es? Me quedé sin razones para añorar despertar al día siguiente, a nadie le importaría mi muerte, ni siquiera se interesan en mi vida. Es así desde que tengo memoria y a pesar de que me acostumbré a la inmensa soledad y el aburrimiento, sigo sintiéndome incompleto. Me fastidia en cuanto lo noto.
No soy fanático de las presentaciones, en realidad estoy tachado en todos lados como un chico problema y por eso nadie se me acerca ni para preguntarme por la hora. ¡Tampoco me importa! Demonios, ¿Me importó algo en algún momento? ¿Debería importarme que me describan a su manera? No me hiere, quizá porque sé que verdaderamente sus descripciones no están erradas. Soy un vago, alguien que estuvo muerto incluso desde mucho antes de estar vivo
Usualmente soy aquél tipejo que ves en la calle y dices: "Pobrecito. Que feo viste" o "Debe de oler a perro remojado". Muchas veces me confundieron con algún vagabundo y dejaron dinero en mi vaso vacío de café al estar sentado en la acera fumando algo que consiga en mi bolsillo. No me molesta realmente, parte de ese poco dinero pagó algunas de mis dosis diarias de muerte. Aunque, en esos momentos cuando agonizo parece que de verdad vivo porque todo lo que me agobia desaparece. Soy adicto a una jodida muerte lenta que se siente como un maldito paraíso.
¿Te dije que quiero morir? ¿No? Pues, sí. Deseo con todas mis fuerzas desaparecer del mundo, como la gran mayoría de personas que me ha conocido.
Quisiera desaparecer como el humo de un cigarrillo en el viento. Creo que cada vez que uno se consume entre mis dedos siento que la vida se me va de a poco, lento, algo tan terriblemente doloroso que necesito fumar otro para que termine rápido. Odio cuando las personas tratan de darme motivos, cuando me dicen con falsas sonrisas lo bueno que hay en sus vidas.
¡Oh, claro! ¡Qué sencillo se solucionan sus problemas!
"Puedes tener una familia, un trabajo, una vida. Claro, si tan solo dejaras de lado las drogas"
Si tan sólo...
Si tan sólo yo fuese alguien más y el mundo entendiera cómo amar a los pedazos defectuosos de una persona abandonada.
Hoy caminé un rato por la ciudad sin siquiera detenerme a pensar si tenía algún destino en específico, tan sólo caminé por al menos una hora, con la mente dispersa en millones de realidad entremezcladas como en un caleidoscopio. Suena divertido, y es aún más divertido experimentarlo. No me sentía yo mismo y era eso lo mejor de todo; estar fuera de tu propio cuerpo por un momento y sentir como si el mundo dejase de tener sentido.
Inevitablemente comencé a reír en cuanto noté lo ridículo que era ser yo. No existe nada en especial en mí, ¿Siquiera fui importante en algún momento? Lo dudo, todos dudan de mí y tal vez es eso lo mejor que pueden hacer.
Soy adicto a las drogas. No me molesta declararlo, al final, es eso lo que me identifica entre todos. Cada persona cumple un papel en el mundo y para mí desgracia me tocó ser el chico destinado a ser discriminado por querer ahogarse bajo espesas nubes de marihuana.
Y, está bien, lo entiendo.
Siempre lo entiendo.
Adicción. Que palabra tan fuerte y significativa; todos lo asocian con una persona inservible y de mala conducta. Un vago, un don nadie, un inútil. ¡Y ese soy yo! Creo que en mi acta de nacimiento fue escrito "Ian: Adicto y mala conducta" porque lo hay ninguna otra frase que me describa.
Quizá suicida, pero usualmente estoy tan volado que no me detengo a planear cómo atarme una soga al cuello.
Luego de reírme por lo ridículo que sonaba querer mejorar, mi mente se centró en las personas que en algún momento de mi vida trataron de enderezarme, de llevarme por el buen camino. La gente nunca entendería mis razones. Dejé de tratar de explicar porqué siento tanta necesidad de querer intoxicarme con alguna sustancia. Los que se enteraban de ello solían contarme sus sencillas razones, siempre hablaron de ellos como si desearan que yo simplemente los copiara.
¡Amigo, yo ni siquiera recuerdo bien cómo multiplicar! ¿Cómo crees que podré reorganizar mi vida?
Y es que, no recuerdo mis razones del todo. Son tantas que al final no son ninguna. Concluí que a veces necesitas estar anestesiado para soportar el dolor; a veces sólo necesitas dejar de pensar para lograr dormir, a veces sólo necesitas un empujón para seguir andando. Y eso funciona para mí, eso siempre funciona desde que tengo memoria.
La sobriedad me abandonó a los trece años, su reemplazo fueron las drogas que al final se tomaron de la mano con la soledad. A mi padre nunca le interesó si llegaba tambaleándome a los lados, llorando como una nena por estar escuchando un diálogo de la película de Barnie en mi mente. Él, siempre, estaba aún más fuera de sí, tal vez ni siquiera me recordaba en cuanto se metía una línea en nuestra cocina.
Desde los trece años...
Desde los trece años aprendí que nadie iba a amarme como se debe y que todo lo que podría hacer era sobrevivir por mi cuenta. Fumar me ayudó incontables veces a calmar el estrés, ciertamente. Por un momento se sentía como si tuviese el control de todo lo que me rodeaba y cuando eso desaparecía buscaba otro cigarrillo.
Dejé de pensar desde los trece años... Luego dejé de sentir empatía hacia los demás, incluyéndome a mí entre ellos.
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Adicción
Teen FictionTodos somos adictos a algo: Al celular, al chocolate, a sus labios... Y otros tan solo somos adictos al alcohol, a los cigarrillos; y en el caso de Ian, a las drogas. Una adicción a la cual es fácil entrar, pero muy difícil salir. Aunque hará el in...