Adicción

Capítulo 5

En mi familia hay muchas más víboras que en un serpentario.

Somos un grupo de personas desconocidas que comparten el mismo apellido y que en algunas ocasiones se reunían para los cumpleaños y cazar la comida. Aunque no todo el tiempo estuvimos así de dispersos, quebrados, completamente distanciados.

Nos unía algo, aún si era por las malas.

 Un alguien, en realidad. Esa persona era mi madre... Y luego de que se fue, todo se vino abajo. 

Me dejó completamente vulnerable en el mundo, sin una guía, sin un refugio para sobrevivir las fuertes tormentas. Desde la partida de mi madre todo lo que alguna vez consideramos familia se disminuyó hasta ser nada más tres personas que se encontraron igual de perdidas y varadas en el mismo infierno, con diferentes demonios. 

Quedamos solo mi hermana y yo. Mi padre también comenzó a alejarse y me parece un desconocido. La persona más cercana mí resultó siendo la más molesta e irritante que existe en todo el mundo: Aimé. Con cierto no sé qué que escandaliza a todos y un carácter de mierda que acaba con todo casi de inmediato.

Es mi hermana. Y la detesto.

Vive encerrada en la misma mierda que yo, me preocuparía decir que incluso está aún más hundida que yo en las drogas y el alcohol. A veces trata de mentirme, tal vez para que no me preocupe por su vida o simplemente para no tenerme haciéndole preguntas cada dos por tres. Entre ambos, sumamos meses de fumar hasta que las lágrimas se sequen y el dolor desaparezca.

Es mi hermana y está igual de quebrada que yo. A veces lucho por querer sacarla a flote y tratar de encaminarla por el bien que nunca fue de la mano conmigo. 

Aimé es la única persona en mi vida que me apoyará en todo lo que haga; ¿Quiero vestirme como una Drag Queen? Ella será quien me maquille. ¿Quiero emborracharme hasta vomitar en los arbustos del vecino? Ella comprará el alcohol y me sostendrá el cabello mientras se burla de mí. ¿Me quiero suicidar? Ella atará el nudo y una vez que yo esté muerto se tomará una foto junto a mi cadáver y la publicará con la frase "No soportó el flow. Q.E.P.D". 

 Desde que tengo memoria ella siempre ha sido mi acompañante en la travesía de querer llegar con vida a los veinticinco años, siendo drogadicto y con manías extrañas de querer probar las cosas que nadie nunca ha intentado. Ambos estamos jodidos y nos apoyamos uno en el otro para seguir en pie. Sin embargo, a veces se pone insoportable y fantaseo con pasarle una máquina de afeitar desde la frente hasta la nuca, justo en la mitad de la cabeza. 

—¡Baja a comer o llegarás tarde, idiota!

Y hablando de Roma...

Dejé el cuaderno de lado y me levanté con total fatiga de mi cama. El cuerpo me pesaba y la escaza claridad de la mañana que se colaba por mi ventana me aturdía, dejándome una fuerte punzada entre las cejas. Me tambaleé hacia los lados mientras que recobraba mis cinco sentidos luego de haber dormido al menos unas diez horas. 

Entre pasos cortos y completamente complicados avancé hasta mis pantuflas, me las encajé lo mejor que pude sin tropezarme por el mareo repentino. El mundo se oscureció por un momento y necesité quedarme quieto, tan sólo mirando mi desordenada habitación. Papeles, cajetillas vacías de cigarrillos dobladas en pequeños cuadros, ropa interior, cuadernos... Inclusive avisté una espátula dentro de una cartuchera.

Mi vista no tardó mucho en clavarse en la mesita de noche, la rutina de todas las mañana para calcular qué tan estresado estuve la noche anterior. Sobre la mesita estaba el cenicero abarrotado de colillas de cigarrillos. No me detuve contarlos pero sabía que eran más de diez, el estrés había estado ganándome las batallas las últimas noches y simplemente no controlaba qué tanto fumaba. Tan sólo me quedaban los recuerdos haber estado jugueteando con el humo del cigarrillo, haciendo aritos de humo uno tras otro que se desvanecían frente a mi cara de forma graciosa.