Capítulo 12.

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Cuando regresó con el grupo, siguieron bromeando y conversando. Augusto, con un montón de dulces en la mano, se fue a sentar al lado de Axel. Todos le hicieron burla por los caramelos pero le valió y siguió comiendo.

En cuanto llegaron los novios, los anunciaron y todos les aplaudieron, excepto Axel, que fingió no importarle mucho. Virginia y Héctor comenzaron a saludar a sus invitados. Se acercaron a la mesa de sus amigos.

—¡Qué hermosa te ves, Virginia! —Exclamó Simona al verla.

—Gracias —respondió la novia. Su vestido era bellísimo, de estilo tubo y tenía brillos. Su cabello pelirrojo estaba perfectamente recogido y su maquillaje era ideal.

Héctor, que se encontraba a su lado, también saludó a todos pero en cuanto vio a Axel, se quedó paralizado. No creyó que fuera a ir. Virginia, al notarlo tan tenso, dirigió su mirada hacia donde la tenía puesta su novio y, al ver la razón de porqué estaba así, sonrió con desdén.

—Buenas noches, Axel —saludó con hipocresía.

—Buenas noches, Virginia —respondió con el mismo tono.

—Me alegra que te hayas animado a venir —dijo con tono cínico. En ese momento Héctor le tendió la mano, más por compromiso que por otra cosa.

—A mí me alegra que me hubieran invitado. Héctor —se dirigió a su examigo—, no esperaba menos de ti, qué bueno que decidiste que viniera tu mejor amigo de la infancia.

—Me da gusto verte. —Se limitó a responder. A diferencia de Virginia, se sentía avergonzado por la situación.

—¿Y a quién trajiste contigo? ¿O viniste solo? —Preguntó la pelirroja con indiscreción.

—Traje a Augusto —señaló a su amigo—, ¿lo recuerdas?

—Oh, sí lo recuerdo —dijo con tono burlón mirando hacia Augusto. En seguida regresó su vista a Axel—. Creí que traerías a tu novia actual —comentó para echarle más veneno a la conversación.

Todos los amigos de Axel se voltearon a ver entre ellos, unos aguantándose la risa y otros viendo la escena con impresión.

—Oh, no tengo novia —mencionó sin darle mucha importancia—, pero no es problema para mí.

—Me alegro.

Terminaron de saludar a los demás y se alejaron. Una vez que estuvieron lo suficientemente lejos, Simona se atrevió a hablar.

—Qué tenso estuvo eso!

—Sí —concordó otro chico—. Ya ves, ahora por traer a Augusto te dijeron gay.

—Eso sí —se metió otro—, fue como una burla, ¡es una cínica!

—Me vale —dijo Axel—. Es más, no me da pena, más pena me debería dar decir que salí con ella.

—Ya —rio Simona.

—Es cierto. Andar con Virginia me dejó tan traumatizado que ya no me quedaron ganas de salir con más mujeres.

Todos comenzaron a reír por la observación.

—No se burlen, es en serio —siguió—, Augusto está mejor que Virginia.

Volvieron a reír y a comentar acerca de eso.

—Denle un premio a este hombre —rio uno.

—Denle mil —comentó otro.

—Axel, la chica que está sentada allá te escuchó. —Simona señaló con discreción hacia su lado derecho.

—Sí, está bien —rio despreocupado, tomando un trago de vino—. No importa. —Por curiosidad, miró a la mesa de junto y vio que se trataba de Elizabeth, que en cuanto notó su mirada, se volteó con rapidez—. ¡Vaya! —Exclamó, casi ahogándose y tosiendo—. Sí importa. Me disculpan, ahorita regreso.

Axel: La vida fracasada de un Godínez © |Completa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora