James Phelps

732 29 0
                                    

De pie en el balcón de mi habitación, observo la luna en todo su esplendor. De pronto, un grupo de chicos pasa al frente de mi casa, observo a cada uno hasta que lo veo, el chico que rompió mi corazón. Sus ojos se posan en mí, lo miro y no le muestro expresión alguna, sólo me quedo ahí observándolo, él detiene su caminar, y gira su cuerpo para quedar al frente de mí y observarme mejor, nuestras miradas conectan como imanes. No se sí estoy loca o vi mal, pero pude ver la comisura de su labio izquierdo alzarse. ¿Acaso me ha sonreído? ¡Qué atrevido! Alcé mi dedo del medio como señal de enojo y él rió.

Sus amigos a lo lejos le gritaron debido a que él no se encontraba caminando junto a ellos. Haciéndose el que no escucha nada, me sigue mirando mientras mantiene aquella sonrisa. Quise arrancarle la sonrisa y los ojos, con que cara se atreve a verme después de romperme el corazón. No sé que ha pasado en su mente, pero ha trepado la cerca de mi casa. ¿Qué se está creyendo?

–¡Oye! ¿Qué es lo que estás haciendo? ¡Largo de mi casa! –grité con enojo hacia el castaño.

–He venido a ver a mi princesa. ¿Acaso no puedo? –él me miró desde abajo con un poco de tristeza e hizo un puchero.

–¿Cuál princesa? ¿Quieres que baje de aquí y te golpeé?–lo miré como se le mira a alguien que odias.

–Por favor, hazlo. Sí con eso puedo volver a ver esos ojitos azules de cerca, hazlo. ¡Acércate a mí, baja de ahí y ven! –gritó él en respuesta, mientras sonreía con tristeza.

–¿Por qué me sonríes de esa manera? No seas tan descarado en venir aquí y decirme eso. ¡Largo de aquí! –voceé hacia el castaño que poco a poco se dirigía hacia mí.

En eso, mi corazón empieza a agitarse, él viene caminando hasta llegar al árbol que quedaba justo al lado de mi balcón. De pronto, descubro sus intenciones, él quiere trepar el árbol para llegar a mí.

–Ni se te ocurra, James. Te advierto, largo de aquí o voy a golpearte. –advertí mientras fruncia el ceño.

–Déjame verte una vez más, por favor... –balbuceó aquel chico. 

Mi corazón se encogió. ¿Qué le pasa? Él me ha lastimado, ¿Por qué actúa así?

Poco a poco trepa al árbol hasta llegar justo al frente de mí, alcé mi ceja izquierda en señal de advertencia. Él saltó de la rama del árbol hasta mi balcón, acercó su rostro al mío como si fuera un imán. Lo miré con asombro, pero no me moví de mi lugar. Él miró cuidadosamente mi rostro, mis manos empezaron a temblar ante tal cercanía y mis ojos ahora lo observan. Después de su inspección, me sonrió nostálgico, una vez más, hasta que sus labios se movieron para hablarme.

–No sabes lo difícil que es verte cada día de mi vida sabiendo que me odias. –él me observa atentamente– ¿Sabías que me amabas mucho? ¿Sabías que te amaba y te sigo amando? –confesó él mientras su voz se desvanecía.

–¿De qué hablas? –balbuceé a causa de sus palabras, mientras mi corazón luchaba por no salir de mi pecho.

–Odio que me hayas olvidado y que hayas olvidado todo el amor que sentíamos. Puedo notar tus nervios al tenerme tan cerca de ti. Sé que en el fondo de tu corazón y tu mente aún vive el amor que alguna vez sentiste por mí. –dijo él mientras seguía observándome fijamente a los ojos, sus manos no paraban de moverse, estaba nervioso, al igual que yo. Sus ojos estaban a punto de soltar una tormenta. Me quedé quieta en el mismo lugar, no había movido ninguna parte de mi cuerpo desde que trepó el árbol.

–Por favor, vete... –supliqué, de verdad ya empezaba a sentirme ahogada con su presencia. Mis labios querían besarlo, pero mi mente estaba tan confundida que deseé que se alejara de mí.

–Me voy, pero me voy porque no quiero incomodarte con mi presencia. Te amo. –dijo él con un hilo de voz, mientras acercaba impulsivamente sus labios a los míos, donde sólo un centímetro nos separaba. Lo deseaba; deseaba que me besara desde aquel momento en que sus ojos se posaron en mí cuando lo vi al frente de mi casa. No entiendo por qué, pero lo deseo. Pensé que me besaría, pero finalmente decidió alejar su rostro del mío. Me sentí decepcionada.

–Pero... –dije con voz inaudible, quejándome por su repentina lejanía.

–No voy a besarte, aunque realmente quisiera hacerlo. No quiero presionarte. Qué osado soy al venir aquí sabiendo que hace algunos meses me prohibieron acercarme a ti.–otra vez esa mirada triste aparece en sus ojos verdes– pero no pude resistirme hoy. Me has mirado por primera vez en mucho tiempo y enloquecí. –confesó dulcemente, estremeciendo sus labios, hizo otro puchero, uno muy tierno.

–¿De qué hablas? ¿Quién te lo ha prohíbido? –pregunté algo confundida, mientras mi mano se acercaba a la suya efusivamente.

–Olvídalo, por favor. Sé feliz, mi amor. La vida te ha dado otra oportunidad sin mí alterando la vida que mereces. –dijo por última vez mientras se alejaba de mí. Subió al árbol y saltó hacia el pasto. Me miró una vez más, y puedo jurar que algo dentro de mí se rompió al reconocer la distancia que se creaba entre nuestros cuerpos. Lo vi alejarse de mi casa... de mí. Ahí iba caminando sin mirar atrás, sin mirar una vez más hacia mí.

Tenía un gran nudo en mi garganta, un nudo que no me dejaba respirar. Algunas lágrimas empezaron a descender de mis ojos, me sentía triste y confundida. Él rompió mi corazón o eso fue lo que dijo mi padre, me dijo que no podía confiar en él y que nunca le hablara, pero... ahora no se que pensar, estoy muy confundida.

Lentamente fui a mi cama y me acosté a medio lado, mi cabeza reposaba en una almohada celeste mientras mis lágrimas la mojaban. Me siento vacía, hay un vacío que no me deja respirar tranquilamente. Quisiera saber quién es él realmente. ¿Por qué siento que no debo odiarlo? ¿Por qué mis labios deseaban besarlo? ¿Por qué me dolía el alma al ver como él se alejaba de mí?

Esa noche dormí con el corazón cansado y la mente confundida tratando de luchar contra las sombras que yacían mucho tiempo atrás en mi mente.

...

Tiempo atrás:

«Me llamaste por mi nombre, cuando volteé, me miraste con amor y mi corazón se estremeció por ello, no comprendo la forma en la que me miraste. Realmente no te conozco, me han dicho que que debo odiarte y no se cuál es la razón, realmente no me acuerdo de ti... Desde que tuve aquel accidente, mi mente no puede recordar a nadie, ni siquiera a mi misma».

Imagina Weasley's and Phelp's twinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora