JiSoo es una famosa fotógrafa, quien va de gira gracias a un evento de gran élite y por su buen trabajo.
En una parada, especialmente en Londres, conoce a una chica que le devuelve la emoción a su vida y la razón por la que ella decidió entrar en el...
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JiSoo abrió lentamente sus ojos para que estos se adaptaran a la luz, sin embargo, se consiguió con la silueta de la rubia.
Sonrió con algo de esfuerzo pero no quitaba que fuese sincera.
Sus piernas estaban entrelazadas, sus cabellos alborotados y sus pieles cálidas, una sensación que causó que su comienzo de día fuera la más acogedora.
Lo que había pasado esa noche fue como volver a la vida y a pesar de que su cuerpo a penas quería y podía moverse, recuperaría la energía como sea para hacerlo nuevamente con ella si se diera la oportunidad.
Pero por otra parte, al ver el rostro relajado y sereno de Roseanne, sintió un pinchazo en su corazón que detonaba tantos sentimientos, pero si de numerarlos se trataba, sentía curiosidad, cariño y unas extrañas ganas de hacer con ella lo que no había hecho con otra persona.
Le parecía absurdo que alguien le hiciera sentir eso cuando apenas habían cruzado palabras, pero no iba a desaprovechar el tiempo que podían tener juntas.
Los ojos de la chica se abrieron y rió algo avergonzada por imaginarse la pinta que debía tener.
—Buenos días.
—Buenos días, Roseanne. — Respondió la pelirroja, manteniendo su sonrisa. — ¿Dormiste bien?
—Mejor que nunca, diría yo.
La rubia se acercó para depositar un dulce y lento beso en los labios de la otra, haciendo que una sonrisa se escapara en medio de este.
— ¿Tienes algo que hacer? Me gustaría que pasáramos el día juntas.
Roseanne abrió sus ojos, algo sorprendida por la pregunta tan directa de la mayor.
No le disgustaba que fuese así.
—Puedo quedarme el tiempo que quieras.
—Mmm... Veamos que tal nos va hoy y si te sientes bien, quédate conmigo hasta que el tiempo se nos acabe.
—Estoy de acuerdo. — Esta vez, dejó cortos besos. —Vayamos a desayunar, tengo una receta que te encantará.
La chica se levantó de la cama, dejando ver su esbelta figura y la espalda que tenía puntos enrojecidos, haciendo que JiSoo sonriera al recordar lo que había sucedido.
Definitivamente Roseanne la había atrapado de una forma inusual.
—En el closet hay camisas más cómodas.
—Muchas gracias, Kim JiSoo, porque hiciste que tirara mi vestido Saint Laurent y yo no suelo hacer eso.
