JiSoo es una famosa fotógrafa, quien va de gira gracias a un evento de gran élite y por su buen trabajo.
En una parada, especialmente en Londres, conoce a una chica que le devuelve la emoción a su vida y la razón por la que ella decidió entrar en el...
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La luz de su celular alumbraba el rostro cansado de JiSoo, había pasado todo el día tirada en el sofá viendo todo y a la vez nada.
Desde que Roseanne se fue, sin duda había notado un cambio y eso le desagradaba, porque era hacer como si nada hubiese pasado y peor aún, intentar creer que no la necesitaba a su lado.
Sus caminos no podían estar juntos en ese momento y lo entendía, pero ya llegaba un punto en el que se cuestionaba cuanto tiempo más debía pasar tras una pantalla viendo como su sonrisa era iluminada por miles de luces, además sabiendo que aquella expresión no era causada más que por obligación.
No le gustaba vivir de esa manera.
Tras una mentira.
Tras la distancia.
Sin embargo, no podía decir que todo era una lucha.
Cada noche o cada tiempo libre, podía ser parte de ese pequeño momento en su vida.
Habían pasado meses y meses hablando sin parar, conociendo cada detalle de sus vidas como lo habían hecho con los detalles de sus cuerpos.
Le gustaba escuchar su voz y que de alguna forma, la confianza sea algo que reinara en ambas.
Pero en las últimas semanas, aquella necesidad se estaba volviendo más grande que el amor y la esperanza. Se estaba empezando a odiar por no controlar su sentir y mucho más por estar atada a un trabajo de la que ya no verá tranquilidad durante un tiempo más.
JinYoung hacía su mayor esfuerzo en sus palabras y acciones para que la pobre chica no decaiga más, el problema es que no duraba mucho tiempo su buen humor.
No podía escuchar una canción porque de inmediato pensaba en ella y las veces que se quedaron en el hotel.
Cuando le tomó fotos.
Cuando no paraba de besarla.
Soltó un suspiro y cerró sus ojos.
¿Qué debo hacer, Roseanne? ¿Debería arriesgarme y verte? ¿Estarás lista para venir a verme? ¿Por qué no podemos hablar de esto sin que nos sintamos mal?
Su cabeza comenzaba a palpitar de dolor e hizo una mueca.
—Joder...
Se levantó de su lugar y caminó entre el espacio con la escasa luz para conseguir alguna pastilla, pero el sonido del timbre hizo que su cabeza chocara con el mueble aéreo de su sala.
—Me quiero morir ya. — Se quejó y el timbre siguió sonando sin parar. —Deja el timbre que no me lo vas a pagar.
Abrió la puerta y se consiguió la imágen de su querido amigo con botellas de Soju y a Lalisa, quienes perdieron la chispa de la emoción al ver el estado físico que cargaba la mayor.
