Capítulo 33

61.9K 7.4K 4.3K
                                    

Luna

No había conseguido el regalo del señor comisionado.

(El suegro culero si me pongo rencorosa).

Confiaba en que el tío Pepe me conseguiría algo firmado por Max, le pedí una cosa nada más ¡Una cosa! Tanto que se puede encontrar en la casa de mi padre, que incluso pude haber ido yo y hubiese conseguido algo mejor que esto, porque... bueno, al señor sexychocokrispis le gusta firmar todas sus cosas, pero ese no es el punto. El punto es que Pepe se había aparecido ayer en el apartamento del hombre araña, sosteniendo un calzoncillo y me dijo:

―¿Esto funciona? ―En ese momento pensé que sí, debí ir yo misma. Pepe tenía la ropa interior de mi padre tendida frente a mí (en la puerta del apartamento de Gabriel, recalco) y, cuando no le di respuesta porque ¿en serio? ¿en serio, Pepe?, continuó: ―Me dijiste que me robara algo de Max ¿no? Esto es de Max.

―¿Qué diablos? ―Fue lo primero que se me ocurrió. ―¿Qué es eso? ―Sí, sí sabía que era ¡Vamos! Pero esperaba que me estuviera fallando la vista o que fuera alguna alucinación donde solo estoy viendo calzoncillos.

―Ropa interior.

―¡Sé que es ropa interior, Pepe! ―Santo escarabajo. Le quité la prenda de las manos y lo miré como si se tratara de una roca salida del mismísimo. ―No voy a llevarle esto al comisionado ¿Además quién va a creerse que son de Max para iniciar? No puedo ir y decirle ―incluso fingí una plática ahí frente a él: ―Hola señor comisionado, estos calzoncillos pertenecen a Max, no tengo pruebas, pero tampoco dudas. ―Entonces me volví a Pepe de nuevo y recalqué: ―¿Ahora sí te das cuenta que suena estúpido?

También es importante mencionar que todo esto lo estábamos hablando casi en susurros, porque... bueno, el hombre araña estaba solo a unos cuantos metros y no tardaba nada en aparecer.

―¡Cualquier persona mataría por calzoncillos de Max! ―Continuó Pepe. Oh, madre santa. Repito: ¡Tantas cosas! ¡Tantas! Y a Pepe se le ocurrió precisamente eso.

―¿Al menos están firmados? ―Y busqué la firma, claro. No es que me estuviera pensando en regalarle eso... o tal vez sí. Como decía mi abuela Margarita «Peor es nada» aunque ella utilizaba esa frase cada que le preguntaban por alguno de los hombres con los que se había casado en su vida (cuatro si no contamos al que le pareció aburrido veinticuatro horas después de la boda) ―Los aceptara si tuvieran una dedicatoria al menos, pero ni siquiera tienen su firma. ―Bromeé.

―¿Quieres que regrese y le diga a Max que necesito su firma en estos calzoncillos?

―¡No! ¡Estaba siendo sarcástica!

―¿Entonces le digo que se los ponga y tomo una foto?

―¡No, Joseph! ¡No tengo ganas de ver a mi padre en calzoncillos! ―¡Mierda! Otro problema para agregarle a mi lista: No tener un regalo para el comisionado. Tampoco conocía sus gustos, así que no tenía idea (y todavía no la tengo) de qué diablos le gusta. Ya no tenía tiempo para ir hasta la casa de Max, está lejos y no había forma de decirle a Gabriel que me llevara, tampoco Pepe era una opción porque en su camioneta de mala muerte nos tomaría toda la noche ir y regresar. Miré otra vez la prenda y caí en cuenta de una cosa: ―Por cierto ¿No están sucios, verdad?

―¡Y yo que sé! ―Entonces se los lancé con un gesto de disgusto y él hizo lo mismo cuando le chocaron en la cara. Se los quitó de inmediato haciendo arcadas y después agregó: ―Fuiste tú quién me pidió tomar algo suyo, ¿o no?

―¡Pero no calzoncillos!

—¡Son sus calzoncillos favoritos!

—¿Pero quién diablos regala calzoncillos?

Se busca novia © (Disponible en Amazon 🌸Digital, Papel y Kindle Ilimitado🌸)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora