2.

542 35 1
                                    

Antes de que la canción terminase, el autobús frenó en seco. Blasfemé por lo bajo, aunque creo que el chico de al lado no me oyó; estaba demasiado ocupado canturreando la canción que compartíamos como para escucharme. Era irónico: escuchábamos música juntos con mi móvil y no sabía ni cómo se llamaba; aunque yo tampoco le había dicho mi nombre. Tuve que romper el hielo.

-Eh... Perdona...

Se quitó el auricular y ladeó la cabeza hacia mí, mirándome. Tardó un poco en reaccionar.

-Oh, claro sí, perdona, no me había dado cuent...

-No pasa nada- le interrumpí.- Bueno, me tengo que ir.

Le sonreí mientras recogía mi mochila, la cual había dejado apoyada en mis pies, enrollé los auriculares y guardé mi móvil en el bolsillo.

-Vamoos...- exclamó el conductor.- No tengo todo el tiempo del mundo.

Justo cuando me giré, dispuesta a irme, noté que alguien me agarraba de la muñeca.

-Espera.

Me volví hacia el chico, un poco crispada. Si no se daba prisa, iba a perder el autobús y probablemente llegaría tarde a clase; solía salir bastante justa de tiempo siempre.

-¿Vas al instituto Ágora?

Dudé si decirle la verdad o mentirle; decidí serle sincera, probablemente no le volvería a ver en mi vida.

-Sí, ¿por?

-Ah vale, entonces yo también me bajo aquí- sonrió.

Me pareció extraño que este chico fuera a mi instituto, no recordaba haberle visto por aquí.

Salimos rápidamente, aunque no nos libramos de las miradas asesinas del conductor. Cuando pisamos la calle, miré mi reloj: las 7:15. Desde aquí tardaría menos de diez minutos en llegar, tenía tiempo.

-Bueno, ¿cómo te llamas, chica del bus? ¿O te llamo así para siempre?

Me giré hacia él; me sonreía de lado, haciendo que se le achinasen un poco los ojos.

-Dana... ¿Y tú?

La sonrisa se le amplió aún más.

-Jonathan, aunque todos me llaman Jonan.

                                                                  ***

El día se me hizo muy pesado. Tampoco odiaba los martes, pero sí que les tenía bastante manía, sobre todo porque las primeras dos horas de clase eran Mates y Lengua.

Cuando terminó Tecnología y sonó el bendito timbre, recogí mis cosas, que no eran muchas (por suerte ya había terminado la semana de exámenes) y me dirigí a la salida. Grupos de gente se amontonaban como moscas, gritando para poder oírse. Busqué a Jonan con la mirada, aunque no le vi en ningún momento. Mis amigas también estaban hablando, aunque no me acerqué con ellas; estaba bastante cansada después de aquella jornada y solo me apetecía llegar a casa.

En la parada de autobús, volví a poner música en Spotify. No pude evitar sonreír al ver que Four five seconds seguía puesta, todavía sin terminar, así que le di al play. Aún no había llegado el bus cuando la canción se terminó, y me di cuanta de que había llegado al final de la playlist, por lo que elegí otra. Decidí poner una llena de reggaeton; necesitaba endorfinas.

Cuando llegó el autobús, subí y volví al mismo sitio de esta mañana; aunque me sorprendí cuando vi que Jonan estaba otra vez ahí, en su asiento de antes.

-Te estaba esperando- dijo, bromeando.

Le sonreí mientras me sentaba a su lado. Movía la cabeza al ritmo de Eddy Lover.

-¿Qué escuchas esta vez?

Le tendí uno de los auriculares mientras le sonreía; el lo cogió encantado y se lo puso.

-Pero..., no suena nada.

-Ya, se acaba de terminar, ahora empezará la siguiente.- le respondí, ansiosa por saber cuál tocaría.

Y cuando empezó, sonreí. Entonces recordé que no estaba sola, que tenía a Jonan a mi lado y que por lo tanto no podía cantarla. Encendí la pantalla e hice ademán de cambiar de canción, pero Jonan me detuvo.

-Espera.

Lo miré a los ojos.

-Me encanta esta canción.

-¿En serio? ¿No soy la única sobre la faz de la tierra que la conoce?

Sonrió. Me gustaba su sonrisa, sobre todo cuando los ojos se le achinaban así.

Nos pasamos el resto del camino a casa cantando El Taxi, mientras la gente del autobús nos echaba miradas de "esta juventud de hoy está loca". Y nosotros seguimos cantando, como respondiendo "pues somos felices".

Me despedí de Jonan, bajé a la acera y observé al autobús irse mientras volvía camino a casa. Mientras caminaba por la calle, me llegó una notificación de Whatsapp de un número desconocido. Imaginé de quien sería, pero de todas formas miré su foto de perfil. Reí al ver que se trataba de Jonan.

What if  //Jonan Perrea//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora