"Si por besarte tuviera que ir
después al infierno, lo haría.
Así después podré presumir
a los demonios de haber estado
en el paraíso sin nunca entrar."
- 𝐖𝐢𝐥𝐥𝐢𝐚𝐦 𝐒𝐡𝐚𝐤𝐞𝐬𝐩𝐞𝐚𝐫𝐞.
¿Qué se puede hacer cuando tu corazón es...
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𝐋as manos de George sudaban al momento de alejarse hacía el jardín. La necesidad de tomar distancia de Bliss era tan abrumadora como la que tenía por apretarla contra su pecho y devorar sus tentadores labios. Es más, la sutil idea de cubrir su boca rosada le causaban cierta calidez en su estómago, como una bola de fuego que iba directamente a su pelvis. Se sentía frustrado y molesto por no haber controlado el impulso de rodearla con sus brazos, tocar su piel sin su permiso directo y el desesperado beso que alcanzó a posar en su mandíbula antes de caer en la realidad de lo juntos que estaban. Había sido demasiado imprudente, pero eso no significaba que fuera malo el recuerdo de su piel exquisita bajo su tacto.
¿Por qué evitar sentirse así?
Había sido mucho más sencillo estando en clases. Bliss compartía con todos y él podía mantener su distancia sensata, e incluso en las estadías de ella en la Madriguera eran, en teoría, más soportables porque ya se había hecho la idea de que ella siempre le vería como su amigo, pero ahora mismo todo estaba difuso... ¿Por qué no se alejó? ¿Le gustó tenerle cerca o estaba espantada por su cercanía que ese hecho la congeló? George ya no sabía qué pensar con exactitud y deseaba febrilmente que Bliss no se haya espantado por el acto repentino de acoplarse a su cuerpo cálido. Por Merlín, o que al menos lo haya confundido con los simples abrazos que suelen darse.
El rostro casi pálido del pecoso, cuando se detiene frente al grupo de amigos quienes esparcidos en el césped descansaban del partido, logra llamar la atención de su gemelo quien automáticamente se pone de pie en su sitio para dirigirse hacia él.
"¿Qué tienes, Georgie?" Pregunta animadamente, pero con una preocupación camuflada para no llamar la atención de los demás.
George sólo niega con su cabeza y hace un gesto hacia atrás con esta misma dándole la señal de que se alejaran un poco, lo cual Fred capta en segundos y dirige su atención ahora al grupo.
"Iremos por unos bocadillos, quién sabe cuándo nos dignemos a almorzar..." Tararea ya caminando junto a su hermano hasta estar lo suficientemente apartados y, en cuanto se detienen, su mirada curiosa se fija en el rostro pasmado de él. "¿Y? ¿Lo hiciste?"
En aquel momento, George ya no pudo evitarlo más e inhala de golpe a la vez que sus manos se deslizaban torpemente entre las hebras de su cabello anaranjado.
"Sí, me refiero a que... Maldición, fue como si la hubiera acorralado, Freddie." Explica intentando detallar lo sucedido con la castaña. "La abracé desde atrás y besé su mejilla, uh, mandíbula..." Balbucea porque el recuerdo de su dulce aroma le invade y, a fuerza de voluntad, empuja aquello hasta el fondo de su mente. "La toqué, al menos no llegando tan lejos..."
George estaba tan preocupado de sus actos que no puede percatarse cómo el cuerpo de su hermano se había tensado hasta el punto de tener que esconder sus manos en los bolsillos de su pantalón. Nudillos blancos gracias a puños apretados con fuerza.
