"Si por besarte tuviera que ir
después al infierno, lo haría.
Así después podré presumir
a los demonios de haber estado
en el paraíso sin nunca entrar."
- 𝐖𝐢𝐥𝐥𝐢𝐚𝐦 𝐒𝐡𝐚𝐤𝐞𝐬𝐩𝐞𝐚𝐫𝐞.
¿Qué se puede hacer cuando tu corazón es...
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𝐆eorge estaba estático.
Una mirada directa al cuerpo semi desnudo de Bliss fue suficiente para confirmar lo que habían estado a punto de hacer ella y Fred.
Y no puede evitarlo...
Reacciona de inmediato, lanzando un Muffliato a la habitación cuando los labios de Bliss se entreabren a lo que pensaba que sería una acusación.
No deseaba que sus otros hermanos se entrometieran. Ya tenía suficiente con uno.
"Georgie..." Inicia Bliss, pero la mano elevada del Weasley la detiene.
"No. Ahora mismo no deseo escuchar la pobre excusa que usarían más tarde para supuestamente no dañar mis sentimientos." Suelta George, caminando con lentitud hacia ambos.
Sus ojos observan con un dolor camuflado el cuerpo inmóvil de su hermano.
Porque quizá eso era lo peor. George no estaba enojado.
Se sentía traicionado.
"Semanas me hicieron sentir como un jodido imbécil que exageraba las cosas y ustedes..." Traga duro el nudo incómodo en su garganta y enfoca su mirada en Bliss. "ustedes ya estaban juntos. ¿Por qué demonios actúas inocente? ¿Luciendo herida cuando ya tenían todo planeado?"
Bliss contenía el impulso de largarse a llorar. No por ella, sino por George quien la mirada con una expresión de completo dolor.
¿Realmente ella era la causante de esa mirada?
Quería defenderse. Explicar el malentendido. Cualquier cosa que pudiese aliviar el dolor en el corazón de su mejor amigo, pero estaba muda.
"Me conoces desde que tenemos once años, Bliss. Con exactitud, ¿qué mierda te hice para que me trates como un completo desconocido?" La voz del Weasley se escuchaba ronca y pausada. Ni siquiera podía volver a dirigirle la mirada al cuerpo estático de Fred. "Había jodido las cosas y venía a disculparme... ¡Disculparme! ¿Puedes creerlo? Se habían estado burlando a mis espaldas todo este tiempo."
"¡No es así, Georgie! ¡Lo juro!" Jadea Bliss, horrorizada por los pensamientos de él.
¿Tan rápido y lejos habían llegado los malentendidos? Era un completo caos.
La mano de George apretaba con fuerza la varita, marcando blanco sus nudillos y con el ceño fruncido marcado. Cuando se atreve, su mirada pasa a estar fija en el cuerpo de su gemelo, con la expresión impresionada plasmada en su rostro antes de ser hechizado.
"¿Entonces cómo es?" Escupe en dirección a la bruja, entrecerrando sus ojos. "¿Iban a esperar a que mamá y papá llegaran para hacerlo oficial o tendrían la decencia de avisarme antes?"
