❝Porque sin importɑr lo que hɑgɑs, cortɑ unɑ cɑbezɑ y dos mάs surgirάn❞.
𝗔𝗖𝗧𝗨𝗔𝗟𝗜𝗭𝗔𝗖𝗜𝗢𝗡𝗘𝗦 𝗟𝗘𝗡𝗧𝗔𝗦, ténganme paciencia.
Historia WinterWitch. La historia estará contando con cartas y capítulos narrados. Ambientada durante la Seg...
«Puedo ser mendigo, puedo ser rey, puedo ser casi cualquier cosa, todo depende de ti» It All Depends On You, Frank Sinatra
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
4 de marzo de 1920
En Shelbyville, Indiana un niño de cabello castaño y ojos azules lloraba desconsoladamente, a su lado su madre intentaba calmarlo, pero nada daba resultado. El motivo no era de preocuparse, pero el sueño agobiaba al pequeño de tres años que no entendía porque tenían tanto desorden y ruido en su hogar que no le permitía dormir. Lo que él no sabía era que estaban a punto de abandonar aquel lugar, pues luego de la muerte del patriarca unos nueve meses atrás, la familia le decía adiós a aquella ciudad para ir a vivir a Brooklyn y tener un mejor estilo de vida. El que James llorara inconsolable, hizo que despertar a su hermanita Becca, quien apenas tenía seis meses de nacida y refunfuñaba cuando no la dejaban tomar su siesta.
—Ya, mis amores, no lloren —murmuró la señora Barnes, con su hija en brazos.
El padre de James fue un desafortunado soldado que perdió la vida por el mal manejo de un arma de fuego, mientras entrenaba en el campamento Pendleton. Algo que había dejado a su esposa devastada y sola con dos pequeños.
Y mientras la familia Barnes partía hacia un nuevo destino, en Sokovia nacían dos pequeños, a quienes sus padres esperaron con ansias. Magda y Erik no cabían de felicidad al contemplar a su mayor tesoro, los bebés que habían esperado por meses con tanta ilusión.
—Míralo, Erik, tiene tus ojos azules —susurró Magda con el corazón lleno de amor.
—Sí y ella tiene tus ojos, nuestra Wanda es Magda en miniatura —concordó, con la voz teñida de emoción.
—Son nuestro mayor regalo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
6 de junio de 1923
Con seis años era más alto que los niños de su edad y se comportaba como todo un caballero en miniatura, su madre solía bromear diciendo que tendría que tener cuidado con las niñas a su alrededor y ser siempre bien portado y no romper corazones. Él le decía que jamás iba a querer besar a una niña, todo eso acompañado de una mueca desagradable.
A Becca le encantaba perseguirlo y a él le encantaba dejarse atrapar para luego hacerle cosquillas. Su madre sonreía cuando le escuchaba decirle que siempre cuidaría de ella. Parecía que estaba haciendo un buen trabajo con su pequeño.
—Siempre voy a cuidarte, Becky —le dio un suave apretón a la diminuta mano de la niña—, voy a ser el mejor hermano.
—Gracias, Jamie —musitó la tímida niña de tres años.
Un día llegó con el rostro ceñudo y malhumorado, cosa que era muy extraña, pues siempre había sido alegre y vivaz. Preocupada por ese comportamiento, Jenna se acercó a su hijo para saber que ocurría.
—¿Qué ocurre, mi amor? ¿Te hicieron algo en la escuela? —
—Hay un niño —balbuceó, todavía enojado.
—¿Ese niño te molestó? —preguntó, tratando de llegar al asunto, pero lo descartó cuando vio a Buck negar con vehemencia—. Cuéntale a mami qué pasó, no tienes que tener secretos conmigo.
—Otros lo empujaron y rompieron sus cuadernos —respondió con los ojos llorosos—, pero él no hizo nada, eran más grandes.
—Oh, mi pequeño, siento mucho que tengas que ver la crueldad desde ya, me gustaría mucho evitarte esas cosas, pero no puedo.
—¿Por qué hicieron eso, mamá?
—No lo sé, Buck, quizás sus padres no le prestan la atención necesaria o son violentos —quería explicarle bien y aunque sabía que su hijo era inteligente, temía que a sus seis años no le entendiera muy bien—. ¿Sabes el nombre del niño al que molestaban?
—La maestra dijo que se llama Steve y que siempre está enfermo —limpió sus ojos con sus puños y sorbió la nariz.
—Vamos a hacer una cosa, Jamie, quiero que te hagas amigo de ese pequeño, parece necesitar de alguien con quién jugar y tú como el buen niño que eres, serás ese amigo.
Al pequeño castaño se le iluminaron los ojitos ceruleos y sonriéndole a su progenitora, asintió.
—Sí, mamá, eso haré —vociferó alegre—, voy a protegerlo siempre —expresó con seguridad, aunque no sabía muy bien que significaba eso.
Jenna temía haberle dado una idea equivocado a su hijo, pero luego miró lo emocionado que estaba y supo que él no haría nada mal.
«Ay, Ed, ojalá estuvieras aquí y pudieras ver a nuestro pequeño», pensó en su amado, quien había muerto casi cuatro años atrás, cuando estaba embarazada de Becca.
Con ese pensamiento, acarició la mejilla del castaño ojiazul y sonrió pensando en el buen niñoo que era.
Sobraba decir que Bucky siempre cumplió su palabra y protegió al pequeño Steve de todos.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Aclaro que esta historia la actualizaré lentamente, pues tengo pensado un pequeño descanso antes de Mr. Barnes (ya lo había mencionado), ojalá les haya gustado.