De lo más natural

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Inuyasha es una obra de Rumiko Takahashi.

Sus personajes no me pertenecen.

...

Capítulo 1

Era un día soleado en aquel prado repleto de flores, donde Rin revoloteaba de un lado para otro riendo, agachándose cada dos por tres para ver a los insectos o a saber qué.

Jaken, apoyado en la vara de testas, suspiraba lamentándose de su desgracia al tener que cuidar nuevamente de aquella chiquilla revoltosa. Aún recordaba con desazón como hacía apenas unas horas solo estaban su querido Amo y él, pero por supuesto las fechas mandaban y aquél día en concreto era el que tocaba pasar con la mocosa.

Un nuevo suspiro se escapó de su boca al recordar la imagen del nuevo kimono adorado por la niña escasos segundos para contentar a su Amo y que luego fue arrojado de cualquier manera, aunque bien doblado, en el rudimentario armario de los kimonos de aquella mugrosa choza donde ahora residía la muchacha con la anciana humana.

Las visitas antes eran mucho mas breves, pero con el tiempo, y debido seguramente al desazón en el rostro de la mocosa ante la pronta marcha del Amo, se habían ido alargando. Ahora el sufrido Jaken debía pasar casi todo el día, desde el amanecer hasta el crepúsculo, aguantando a la pesada niña, siempre contando con la distante presencia de su querido Amo que, o bien se recostaba en el tronco de algún árbol o permanecía de pie durante horas con la vista fija en la lejanía. Eso sí, alguna que otra vez se dignaba a poner en movimiento sus magnánimos labios para deleitarles con alguna frase breve pero contundente, más comúnmente una orden para alguno de los dos o para responder con parcas palabras a alguna pregunta de la mocosa impertinente.

La proximidad de la humana le sacó de sus pensamientos y levantó la cabeza para mirarla. En los seis años que había pasado en el pueblo había tenido tiempo para crecer, aunque para Jaken su aspecto seguía siendo muy parecido a cuando antaño pululaba a su alrededor, molestando. Si bien era cierto que su cuerpo había adquirido una ligera turgencia en algunas zonas y se había estilizado en otras perdiendo su antigua redondez infantil, su personalidad seguía siendo igual de exasperante.

― Señor Jaken, juguemos en el río ― le sugirió con su irritante voz, eso tampoco había cambiado. Estaba a punto de negarse cuando la muchachita lo agarró por la manga del kimono y comenzó a arrastrarlo tras de sí.

"Nunca tiene en cuenta mis sentimientos", pensaba para sí el pobre yokai mientras su pequeño cuerpo rebotaba contra las rocas.

― ¡Maldita estúpida, me vas a arrancar el brazo!¡Para ya!

La muchacha lo soltó y el yokai se llevó un buen golpe en la cabeza.

― ¡Ay! ¡Tu quieres matarme, niña tonta!― bramó, pero como siempre Rin lo ignoró y se sentó en la orilla del río.

― Juguemos a tirar piedras en el río, Señor Jaken. A ver cuan lejos es capaz de llegar. Yo no he dejado de practicar y he mejorado bastante.

El pequeño demonio se levantó y se sacudió su kimono con tal vez demasiada fuerza. Se sentía irritado y quería hacer ver su frustración, pero al ver como era nuevamente ignorado, suspiró de nuevo y se aproximó a la niña con andar lento y derrotado.

― Señor Jaken, con cada suspiro...

― Se escapa un poco de felicidad, lo sé, no lo he olvidado, tonta.

― Es que usted suspira mucho, señor Jaken ― ¿Qué había en su voz? ¿Reproche?

― ¿Por qué será?― susurró el pequeño yokai con ironía.

Lo más natural del mundo (Sessrin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora