Descubriéndome

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Nada mas abrir los ojos Rin se sorprendió al encontrar a su señor sentado a su lado observando con indiferencia un gajo de naranja que tenía entre los dedos. Aquello debía de ser el cielo. Además estaba acurrucada en su estola, aquel pelaje era tan suave y se sentía tan calentita... tal vez demasiado. Buf.

― Come ― Sesshomaru le estaba ofreciendo el gajo que antes había copado toda su atención. Rin torció el gesto. No tenía apetito, más bien tenía un buen nudo en el estómago.

― Tienes que comer, Rin.— insistió ineludible.

Extrañada no pudo menos que separar los labios y el Daiyokai empujó la pieza de fruta dentro de su boca. Rin torció el gesto, pues aunque la naranja era dulce no le gustó para nada su sabor. Se abstuvo de protestar y se limitó a tragarse valientemente cada gajo que su señor le ponía en la boca, porque ser alimentada por el señor Sesshomaru era todo un honor. Al señor Jaken se le descolgaría la mandíbula si pudiera verlo.

Cuando ya no pudo aguantarlo más, suspiró y enterró la cara en la masa de suave pelo blanco.

― Lo siento, pero ya no puedo más, señor Sesshomaru.

― Has comido muy poco.

― Lo siento, no quiero más.

― ¿Por qué?

Rin se removió incómoda, sacó parcialmente el rostro de su escondite y observó la fruta con repugnancia.

― Es que no sabe muy bien.

Sesshomaru observó el gajo de naranja que tenía entre sus dedos con extrañeza, mientras Rin se desperezaba y se vestía con un kimono que encontró milagrosamente a su lado de un color rojo intenso con bordados florales en dorado y un obi negro. Era mucho más hermoso que el que había traído, que había desaparecido misteriosamente. Mientras metía el brazo izquierdo por una de las mangas notó el aliento de su señor en la nuca y extrañada volvió la cabeza para mirarle. Se lo encontró muy cerca de ella, su rostro a escasos centímetros del suyo, acercó la cara a su hombro desnudo, lo rozó con la punta de la nariz y le propinó un ligero empujón, seguidamente se alejó y la observó.

Rin sonrió divertida ante el extraño comportamiento de su señor sin saber que lo que éste estaba haciendo era aplicarle una forma de cortejo muy sutil. Definitivamente hablaban idiomas distintos y cuando se puso el kimono sobre los hombros y se sacudió el pelo, como hacía siempre, Sesshomaru se enderezó en el acto y compuso una pronunciada mueca de disgusto.

Razonó en su fuero interno que ella no podía saber que acababa de rechazarle, pero aún así se sintió dolido. Apretó con fuerza las mandíbulas tratando de contener bajo mil puertas blindadas aquellos peculiares sonidos de desencanto que bailoteaban en su garganta. Por muy instintivo que fuera, aquello era una súplica, y el Gran Señor del Oeste no suplicaba jamás. Después de haber conseguido mantener sus maneras bajo control con tanto éxito no iba a tirar su orgullo por la borda gimoteando como un cachorro hambriento. Su cuerpo se tensó de rechazo ante la sola idea. Aunque el impulso era fuerte finalmente logró controlarlo.

La muchacha, ignorante del malestar de su señor, se levantó para ir a la otra habitación e intentar comer otra cosa. Al ponerse de pie sintió un dolor ardiente entre sus piernas que la hizo trastabillar y se hubiese caído de bruces si Sesshomaru no la hubiese sujetado por la parte de atrás del kimono. Volteó en su dirección para agradecerle el gesto y se topó con su rostro disgustado. Permaneció un segundo observándole interrogante. Quizá le había molestado su torpeza.

Se dirigió a la otra habitación, consciente ahora de su mal humor y preocupada por ello; y probó toda la comida sorprendiéndose al descubrir que todo sabía a rayos. Aún así intentó tragar hasta que empezó a tener arcadas porque su señor le había dicho que tenía que comer y no se podía desobedecer al señor Sesshomaru. Entonces cayó en la cuenta de que su mal humor podía deberse a eso; a que ella se había negado a comer lo que él le ofrecía. El señor Jaken le hubiera dado un buen coscorrón con la vara de testas ante tal desagravio y ella sentía que se lo merecía.

Lo más natural del mundo (Sessrin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora