el niño

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No tiene hogar,
pero si un mar de lágrimas,
que arrugan páginas,
que no puede borrar,
junto a fotos de mamá y papá un poco distantes,
nada fue como antes,
luego que el crío pudo andar.

Así llegaron vicios,
junto a una paz que escapaba,
papá,
más tiempo en el bar,
mamá,
cansada de ser esclava,
de una relación resentida,
y un error que uno al otro se achacaban.

Once años tiene,
poco tiempo para entender tanto,
pero el llanto continuado,
evitó que pisara el cardo,
y así aprendió,
a interactuar con su sentir,
con el mirar,
el escuchar,
y como no saber mentir,
infante soñador un bohemio cuando grande,
amante del dolor de un gremio dante.

recemos por menos niños en esta situación

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