Abrí los ojos de golpe.
¿Qué mier...? ¿Dónde...?
En ese momento veía todo blanco, esto parecía una clase de habitación de hospital. Con urgencia necesitaba saber, ¿estaba en el cielo o el infierno? ¿tal vez en ninguno? ¿en un extraño lugar donde vamos los muertos del cual nadie sabe? ¿Por qué estoy aquí y no "descansando en paz"? Las preguntas no dejaban de formularse en mi cabeza.
Me encontraba acostada en una extraña cama, su forma era como de... de... ¿hexágono? Llevaba un vestido blanco, igual que las paredes que me rodeaban.
¿Sería un ángel ahora...? Y si es que lo era... ¿Dónde estaban mis alas? Quise reír por esa tontería a la vez que rodaba los ojos; me bajé de la cama y comencé a caminar por la habitación, que, a decir verdad, era bastante amplia.
Mientras me miraba al espejo que se encontraba en una esquina me sobresalte por culpa de unos toques en la puerta.
- ¿Pase...? –pregunte temerosa.
Un chico de ojos azules eléctricos, cabello rubio y piel pálida vestido de traje me miraba sonriendo de forma amigable, a su lado un pelinegro un poco más alto que él de ojos extrañamente rojos, vestía de negro, pero no de traje.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo al verlos, era raro, pero me inspiraban miedo y a su vez confianza. Ambos parecían mayores que yo, pero eso era algo que no diría ni preguntaría... Por ahora.
Los miré a través del espejo sin expresión alguna en mi rostro.
-Cleo, buenas tardes –saludó el rubio quien no dejaba de sonreír levemente- que bueno que despiertas, soy Ian, Ian Latmikrei.
Me gire en su dirección y asentí a la vez que él extendía su mano y dudosa yo la estrechaba.
-¿Cómo sabes mi nombre? –le pregunté con fingida calma.
Quise preguntarle cosas como "¿Quién eres tú? ¿Dónde estoy? ¿Quién es el raro de ojos rojos?"
-Yo... bueno, soy tu guía en este lugar –dijo como si fuera algo muy obvio- y él –señaló al chico a su lado- será tu entrenador.
-¿Guía? ¿Entrenador? ¿Para qué los necesito si estoy muerta? –fruncí el ceño aún más confundida que anteriormente, el rubio soltó una corta risa.
-Tus dudas serán aclaradas, pero eso no me corresponde a mí, de hecho, por eso vinimos, vamos a donde se resolverán tus preguntas.
Asentí y él me indicó que lo siguiera, mi "entrenador" ni siquiera se dignó a hablar en algún momento. Sospeché que me llevaría muy mal con este tipo.
Llegamos a una clase de biblioteca y caminamos a través del lugar que ante mis ojos era un paraíso, era gigante. Estaba lleno de largos estantes de, según yo, casi cinco metros de altura. Pasamos por una pequeña puerta que estaba al final de todas las estanterías. Una pequeña sala nos recibía; tenía una pequeña mesa, con muebles cual recibidor de una casa común y corriente.
En uno de los muebles se encontraba una señora, mayor que yo, pero no por muchos años, era bastante guapa, su cabello rojo corto contrastaba con sus ojos verdes brillantes. Su pierna izquierda descansaba sobre la derecha tomando una elegante posición mientras bebía de una copa algo parecido a vino, pero no estaba tan cerca como para identificarlo.
-Bienvenida –sus labios cubiertos perfectamente por un labial rosa claro me sonrieron de manera encantadora haciendo que me fuera imposible no devolverle el gesto.- supongo que estas muy confundida y tienes muchas dudas, linda.
Asentí.
-Ven, siéntate conmigo –miró a los chicos y aunque no hablo ellos comprendieron que debían irse a no-se-donde– aclararé lo que sé que ronda en tu cabeza: estas viva.

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𝑺𝒆𝒄𝒓𝒆𝒕𝒐𝒔 𝑺𝒊𝒏 𝑹𝒆𝒗𝒆𝒍𝒂𝒓.
Mystery / ThrillerYo sí morí. Lo hice. Estoy segura de que ese diez de octubre, lo hice, morí. Un intento de suicidio... El cual no fallo. Ese día, después de todo, mi objetivo se cumplió. Morí, o eso creía. Esa luz en ese lago... Me trajo devuelta, con muchas c...