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— ¿Qué hiciste qué?

— Vamos, Satoru...no me vas a decir ahora que estás molesto.

El silencio que siguió a la frase que aquel sujeto de enormes proporciones soltó fue bastante revelador. Alzando la copa de vino, bebió su contenido sin apurarse y al parecer aguardando que su interlocutor le aclarase que aquella indignación en su voz y en su rostro era fingida, que en realidad se hallaba alegre y agradecido por lo que habían hecho para él.

Gojo Satoru no había pedido nada, absolutamente nada. Aquellos tipos se habían tomado la libertad de...

— No me mires así, fue idea de tu padre.

— Me estás jodiendo.

— No, sino no lo hubiésemos hecho. O Toji se lo habría dejado para sí mismo, si con su hijo no le alcanza.

Aquella declaración pareció darle risa al sujeto y Satoru no pudo más que intentar contener los fuertes deseos de romperle la cara aunque fuese la sala de su propia casa. Los segundos pasaron y ninguno de los dos agregó nada más, el aire tenso entre ellos. Finalmente, aquel tipo que decía ser amigo de la familia resopló y se incorporó aguardando a que Satoru hiciese lo mismo; éste sólo se limitó a levantar la mirada cristalina en su dirección, sus cabellos blancos revueltos de la cantidad de veces que se había pasado la mano por ellos producto de los nervios.

— Vamos, te lo mostraré.

— No quiero verlo.— soltó sin pensarlo, más ansioso que nunca.— Naoya, no quiero esto.

El aludido parpadeó un par de veces y resopló, una sonrisa de incredulidad apareciendo en su rostro. Bordeó la mesa que estaba frente a Satoru y se sentó delante suyo, el otro hundiéndose un poco más en el sofá al ver la mirada de indignación que tenía su "amigo".

— Tú no, pero tu padre sí. Mira...eres raro, Satoru. Acabo de contarte que tu padre te ha regalado un Omega sólo para ti...¡y no quieres usarlo!

— Usarlo.— interrumpió Satoru posando una mano sobre la rodilla de Naoya deteniendo su discurso.— Es una persona, maldita sea.

— Y tú también, pero adivina qué: eres Alfa, y no sólo eso. Estás jodidamente bien posicionado en la sociedad, más que todos nosotros juntos. Tu padre quiere que tengas hijos y...

¡Pero no así!

Finalmente fue Satoru quien se incorporó del sofá alejándose de Naoya y caminando dentro de la sala como un león enjaulado; de nuevo, volvió a despeinarse cuando se sintió acorralado por la situación, por la mirada del otro, por la presión implícita de su padre que había esquivado desde que había comenzado con todo ese maldito asunto de la descendencia.

— Tienes casi 18 años, es normal que se preocupe.

— Naoya, a ver si entiendo.— se detuvo respirando profundamente a unos metros del otro, quien alzó las cejas en señal de que lo oía.— Lo que me estás diciendo es que mi padre prefiere que yo abuse sexualmente de un Omega secuestrado con tal de que tenga cría antes de que me case con algún Beta o Alfa adinerado.

Naoya levantó los dos dedos pulgares hacia él, una amplia sonrisa en su rostro. Satoru gimió angustiado al confirmar el horror.

— Estás en lo correcto. Eso es básicamente lo que tienes que hacer.

— Lo que tengo que hacer.

— Satoru, por favor, estás actuando como un niño...mírame a la cara, mírame.

Satoru se envaró en su sitio cuando Naoya se incorporó de la mesa y se acercó a él, su mirada clavada en la suya. Su expresión se había tornado un poco más seria y Satoru aguardó a que continuara.

— Con una mano en el corazón y sin mentirte a ti mismo, dime: ¿no tienes aunque sea el más mínimo deseo de bajar a ese sótano y verlo, olerlo, tocarlo? Sólo eso.

El silencio se extendió entre ellos nuevamente, peor que nunca. Satoru tragó saliva, nervioso y angustiado a partes iguales por la pregunta formulada con semejante seriedad...porque en realidad se sentía avergonzado de sí mismo al comprobar que parte de su ansiedad no se debía a la situación espantosa que estaba viviendo aquel Omega, sino a que él lo estaba deseando.

Claro que quería verlo. Por supuesto que quería olerlo...en realidad, ya había sentido sus feromonas de manera un tanto efímera hacía un rato sin saber que se trataba de un Omega en su propia casa, el aroma atontándolo por breves segundos.

Y seguro como la mierda que habiéndolo visto y olfateado, querría tocarlo.

— Pero está mal, a eso es lo que voy.— Naoya rodó los ojos y resopló ante su respuesta.— ¿Tú lo violarías, así sin más?

— Claro.— ambos torcieron el gesto por la velocidad con la que había afirmado aquello.— Bueno, no es que lo piense, Satoru. Es una cuestión de instinto. Si me lo pones enfrente y en celo...no creo que pueda discernir demasiado, menos si no hay consecuencias.

"Sin consecuencias". Ese era el nuevo lema que utilizaban los Alfas desde hacía unos años para referirse a la caza sistemática que le habían dado a los Omegas.

— No lo sé, Naoya. No me gusta para nada esto.

— Míralo de esta manera: si tú no lo haces, va a hacerlo otro. ¿O acaso piensas que tu padre va a dejarlo irse así sin más, después de lo que pagó para que pudiésemos conseguírtelo?

De nuevo Naoya utilizaba aquel tono recriminatorio como si Satoru estuviese rechazando un regalo estupendo en las vísperas de su cumpleaños número 18. Su cuerpo tembló débilmente ante sus palabras y el significado de aquellas.

Lo que acababa de decirle quería decir que si Satoru rechazaba a ese Omega que ni siquiera había visto y no abusaba de él, su padre iba a venderlo para que otro lo hiciese, probablemente a la familia Zenin.

No sabía a quién asesinar primero al comprender el destino de mierda que tenía ese pobre muchacho.

— ¿Y?¿Qué me dices?

— ¿Cómo...cómo se llama?.—la pregunta pareció descolocar a Naoya, quien tardó varios segundos en recomponerse y al parecer en comprender a quién se refería.

— ¿El Omega? Ah...Yuuji. Del apellido no me acuerdo, ya pides demasiado.

Yuuji...así que al menos ahora el Omega tenía nombre. ¿Para qué carajo había preguntado eso si empeoraba la situación? Obviamente tenía un nombre, pero saberlo era...

— Oye, tampoco empieces a encariñarte ni te hagas ideas raras.

— ¿No es que el Omega es mío? Hago lo que se me rajen las pelotas con él.

Naoya lo observó un tanto sorprendido por el tono agresivo que había empleado; luego, parpadeó y sonrió en entendimiento golpeando su hombro amistosamente con el puño cerrado, negando con la cabeza.

— Tienes razón, tú mandas. ¿Entonces?

— Entonces, ¿qué?

— ¿Quieres verlo?

Mientras Satoru sopesaba lo irremediable de la cuestión, se percató de que Naoya estaba más emocionado que él con la posibilidad de ver al Omega. De nuevo, claro. Naoya ya lo había visto, si había sido él junto con su primo mayor quienes lo habían secuestrado.

Quería verlo de nuevo, probablemente le había gustado y mucho.

Puta madre, otro problema más a la cuestión.

— Está bien...vamos a...vamos a verlo.

Un largo camino a casa [GoYuu, HIATUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora