4

1.4K 247 17
                                    

— Bueno, vamos a hacer esto. Yo voy primero.

— Bien.

— Intentaré...bueno, lo que pueda hacer. Esto debería funcionar.

Satoru observó el pequeño recipiente que Suguru llevaba en la mano; el otro lo agitó demostrándole que llevaba píldoras en el interior y luego lo guardó en uno de los bolsillos de sus pantalones. Con cierta culpa renovándose y empeorando momento a momento, Satoru vio la tensión en las facciones de Suguru pese a que éste intentaba disimularlas con su típica sonrisa mientras se acomodaba el cabello en lo que parecía iba a ser una misión suicida.

Geto Suguru era por lejos, su mejor amigo. Desde incluso antes de ingresar a la adolescencia ambos intuían el género al que iban a pertenecer, más las diferencias desde pequeños habían sido tan notorias que, si Satoru lo hubiese conocido años más tarde y sin feromonas de por medio, jamás hubiese pensado que Suguru se trataba de un Alfa; calmo y sereno, nunca había participado abiertamente de ningún tipo de discusión o trifulca. Siempre correcto, Satoru jamás lo había visto perder la calma ni siquiera cuando se veía provocado y, en muchas ocasiones - por no decir en todas - Suguru era prácticamente la voz de la conciencia y de los instintos de Satoru, refrenándolo y conteniéndolo cuando parecía a punto de perder el control.

Por eso, la decisión de llamarlo justo a él en aquellos momentos de tensión extrema con un Omega secuestrado, en celo y encerrado en el sótano de su casa cuando su padre había decidido casualmente salir de viaje de negocios sin fecha de retorno establecida había sido la más coherente y acertada que Satoru había tomado en mucho tiempo; Suguru no sólo era un amigo fiel que no lo delataría ni se aprovecharía de la situación, sino que sabía realmente podría ayudar. Su familia tenía una cadena de farmacias y pese a que Suguru no era farmacéutico recibido conocía las drogas, sus usos y los efectos adversos mejor que nadie.

— ¿Son supresores?

— Es algo más fuerte que eso. Si como dices ese Omega está en celo, los supresores van a hacerle cosquillas.

— ¿Le hará daño? Sea lo que sea.— Suguru pensó en su pregunta seriamente mientras tomaba una botella de agua y un vaso, jugando con ambos.

Daño...no. Va a dejarlo un poco tonto, pero visto y considerando la situación de mierda en la que está...hasta incluso le conviene.

— Bien...Dios. Suguru, no puede estar ahí abajo, se va a congelar...además, ¿qué va a comer? Tengo terror de acercarme cuando tú te vayas y...

— Aguarda, primero lo primero.

Suguru lo tomó por los hombros y presionó suavemente, ambos suspirando y guardando silencio.

— Primero, vamos a controlar los síntomas que sufre y las feromonas que está soltando. Luego, veremos todo lo otro. Y por lo de estar solo no te preocupes, puedo quedarme aquí el tiempo que necesites.

¿Qué había hecho de bien en la vida para merecer semejante amigo?

— Gracias, Suguru. De verdad.

— Gracias a ti por no...bueno, ya sabes.

Suguru señaló la puerta del sótano y sonrió sin agregar más palabras; al oírlo, Satoru se relajó un poco más pensando que en efecto algo bien había hecho en las últimas horas. Sin embargo, sin poder contener los pensamientos intrusivos se puso a pensar en qué excusa iba a dar sin Naoya o peor, Toji iban a la casa a comprobar que todo estuviese marchando bien.

— Creo que deberías venir conmigo. Sino resistes el aroma, puedes usar una de éstas.— Suguru le tendió una especie de mascarillas espabilando a Satoru de sus pensamientos fatalistas.

Un largo camino a casa [GoYuu, HIATUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora