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A lo lejos se escuchaba el rechinar del choque de espada con espada. Los gritos de los soldados eufóricos y el lamento de los soldados heridos.

La batalla se libraba en un llano cerca de la ciudadela. Las tropas de Odín arremetían contras las de Camelot.

El Rey lideraba la batalla, y así había sido siempre. Arturo era líder por naturaleza. Jamás dejaba atrás a ningún hombre y por eso era respetado y amado. Cada soldado daría la vida por salvarlo. Siempre al frente de cada pelea, y éste se sentía seguro rodeado de sus hombres y también sabiendo que a lo lejos alguien lo cuidaba y lo observaba y él esperaba volver siempre a los brazos de su amado.

La batalla se estaba volviendo sangrienta. Camelot estaba a punto de sucumbir ante el enemigo. Los caballeros mas valientes, lideres de los principales escuadrones estaban perdiendo a sus hombres uno a uno.

A lo lejos un joven se acercaba a toda prisa intentando no ser visto, debía llegar hasta el Rey antes que fuera demasiado tarde.

En un acto desesperado, Sir León, comandante del Ejército de Camelot, replegó a sus pocos hombres que quedaban con vida y avanzó a toda prisa rodeando un cerro. Antes del repliego busco con la vista al Rey Arturo y al cruzar la vista Sir León le hizo un gesto que su alteza entendió rápidamente. Solo tenían que resistir un poco mas.

Por otro lado Sir Percival, encargado de las catapultas, ordeno moverlas en otra dirección, hacia el sur.

Sir Gwaine se encontraba en el frente de batalla luchando hombro a hombro con Arturo. Habían estado juntos en tantos combates que todos entendieron las intenciones de Sir León.

El joven Merlín, que venia corriendo intentando no ser visto ya estaba observando de cerca los movimientos del Rey. Y si fuera necesario revelaría su verdadera naturaleza. No permitiría que algo malo le pasara a su único amor.

Minutos mas tarde, que para los que se encontraban en combates les pareció una eternidad, Sir León atacaba desde el norte, sorprendiendo a sus enemigos y haciendo que, en su acción, estos replegaran hacia el sur.

En ese momento las catapultas ya se encontraban cargadas y listas para disparar enormes rocas cubiertas de aceites inflamables. Sir Percival dio la orden de encender fuego las rocas y lanzarlas.

Las sequías que habían azotado las últimas semanas al Reino de Camelot estaban dando beneficios por primera vez, ya que los soldados enemigos replegaban hacia los pastizales mas resecos y la acción de las catapultas era multiplicada por que el campo se incendiaba con rapidez, dando de baja así a cientos de soldados. Los arqueros de Camelot imitaron la acción de Sir Percival y encendieron las puntas de sus flechas causando el doble de daño.

Cuando los pocos soldados de Odín replegaron, los caballeros de Camelot lanzaban gritos de victoria y júbilo. Merlín salió de su refugio con una gran sonrisa, esa que tanto amaba Arturo. Se dirigía a su encuentro como siempre después de cada batalla, pero algo estaba por suceder, algo que lo cambiaria todo.

Merlín sonreía con su mirada calmada ya que su tonto Rey estaba fuera de peligro, o eso creía. La mirada del rey hacia Merlín era de pura satisfacción. Con su sonrisa ladeada observaba como su querido chico se acercaba. En ese momento un caballero del reino de Odín, el cual Arturo creía había abatido minutos antes, se levantó tomando una espada y arremetiendo con toda su ira hacia Arturo.

El rubio vio que el rostro de Merlín se desfiguraba, paso en un instante de la calma al horror. Y lo supo, en ese instante moriría. Pero algo cambió su destino, lo que jamás había podido imaginar estaba sucediendo. Los ojos de Merlín brillaron, su mano se extendió y un rayo de luz salió disparado de ésta, dando muerte al enemigo que trato de matarlo.

Después de eso, silencio, como si el tiempo se hubiese detenido. Las miradas se posaron en el mago por un momento y luego en Arturo. Pero éste no salía de su asombro. Fueron segundos que parecieron eternidad para Merlín.

 Fueron segundos que parecieron eternidad para Merlín

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-Merlín... tu... tu no... -dijo Arturo totalmente desconcertado. Sin comprender realmente lo que había pasado. Solo sabia que su amor, la persona en la que más confiaba le había mentido todo el tiempo.

Por siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora