XXIX.-  El amor se adhiere a nosotros y nos quema el corazón (2)

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—No. — Sasuke acusa, rompiendo todo castillo en el aire; toda aspiración—No les permitiremos más control. — Exhala, con hastío—. Escaparemos.

Sentencia el varón, y el momento parece ralentizarse —alargarse en infinidad— hasta que su dulce novia asiente con determinación. Hay tanto que planear, porque todo (absolutamente todo) podría salir mal o peor; empezando con el hecho de que el hermano de Itachi posee la mayoría de edad y, Hinata la adquirirá hasta finales de diciembre.

Empero, pese a los fatídicos vaticinios, ambos experimentan a la vacua esperanza instalarse en su interior y latir al compás del estertor de sus corazones.

—Eres como un niño. — Afirma la morocha, a quién no le pasa desapercibido el jolgorio en los oscuros ojos ajenos, aquellos en los que no tarda en perderse cuando se enfocan en ella.

Y, sólo en ella.

—Eres...— El muchacho busca las palabras adecuadas en lo que alza a la chica de su asiento, tomándola de ambas manos—. Eres... más... más de lo que merezco.

Hyuga parpadea, obnubilada por tal arrebato de romanticismo.

Impensable en el indolente joven, así que ella lo niega de inmediato y el chico lo reitera.

—No me digas qué puedo sentir. — Masculla el reticente adolescente, atrayéndola más hacia sí y manteniendo en el nexo entre manos la estúpida envoltura.

El amuleto para la valentía.

El objeto al cual Sasuke más tarde atribuirá que en aquella ocasión no se inclinara hacia la preciosa muchacha para un leve contacto en el cabello o mejilla, si no: más.

Aunque él no lo merezca: necesita más, más de esa valerosa doncella.

Por consiguiente, el primer beso entre ambos principia con la conexión entre miradas —entre anhelos— para después ser obscena cercanía; de perfiles, de frente con frente hasta percibir la ligera respiración del contrario y, en el caso de la jovencita, dar un respingo al respecto y, motivar al muchacho a soltarla, para después abrazarla.

Un estrechamiento posesivo, dominante.

Sasuke no puede evitar ser así y, para Hinata está bien, porque es ella quién decide cuándo obturar los párpados y rozar con sus labios los ajenos, en una torpe caricia que es por demás suave e insuficiente para ambos. Así que, la chica apoya sus manos por detrás de la nuca de su novio y se alza de puntillas para reiterar el beso, profundizarlo.

Un ósculo primerizo y eléctrico, colmado de nervios y compromiso.

El embelesamiento incinera ambos corazones, impulsando la osadía y la decisión.

Y, las manos del varón esbozan cuneiformes formas en la espalda de la trémula jovencita, cuyo agarre desciende de la nuca a los hombros y se convierte en un obstinado aferramiento. Ella también tiene miedo —demasiado—, pero, siente que su lugar es junto a aquél que se encuentra redibujándola bajo su apasionado tacto.

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¡Nos leemos pronto!

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Kiss】

ღ •*°How Lucky We Are | (SasuHina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora