Briana

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Relato N°4

Me encontraba entrando al club como de costumbre. Estaba tan habituado a las luces bajas y la música asincrónica que se sentían como estar en casa.

Mi nombre estaba escrito en uno de los apartados VIP.

Puse mis ojos en blanco al ver a aquellas chicas esperando de manera poco disimulada junto a la entrada.

Ya no sabia como rechazarlas de manera gentil, saber que podía tenerlas con tan solo un chasquido de mis dedos lo hacia perder todo tipo de gracia.

Una discusión logró captar mi atención. Una hermosa mujer rubia parecía asqueada mientras le decía a su acompañante:

-No me exhibas como un trofeo. No soy uno de tus juguetes.

Podía ver el fastidio en el rostro de aquel sujeto. Sin embargo a mi me parecía admirable que aquella mujer le dejara en claro su disgusto.

Sin pensarlo mucho me acerqué e improvisé.

-¿Bailamos?- Le pregunto mientras extiendo mi mano.

Sabia que podía salir muy mal. El sujeto me clavo su mirada con tal fuego que pensé en apartarme sin decir más nada. Solo me mantuve por la sonrisa de aquella bella mujer que con fiereza había asentido.

Bajé mi mano al notar que no la tomaría y con un gesto me ordenó que la siga.

-No obtendrás nada a cambio.- Me responde una vez que estamos en la pista.

-Con tu número me conformo- Digo con seguridad.

-¿Y por que haría eso?

Pensé en ofrecerle algo a cambio, pero alardear de mis posibilidades económicas no pareciera ser la manera correcta de comenzar. Sobre todo con alguien como ella.

-Conmigo podrías ser libre.

Sabia que había atinado cuando una hermosa sonrisa se desplegó en aquellos labios teñidos de rojo.

.........

Habían pasado tres días desde que había conocido a Briana, su nombre resonaba en mi mente una y otra vez, sabia que era diferente a cualquier mujer que hubiera conocido.

Y no lo decía por ser una mujer independiente, si no por la manera en que el mundo temblaba cada vez que ella lo pisaba.

Su personalidad era tan fuerte que era imposible no reparar en su presencia.

Aquella conversación que tuvimos en la azotea rondaba mi mente de manera constante.

Mi mirada recaía en aquella mancha carmesí que sus labios habían impreso en el cigarrillo que llevaba entre sus dedos.

-Jamas tendré un dueño.- Soltó sin más.

La mire pensando en las cosas que habrá vivido para tener que aclarar este hecho que para muchos podría parecer obvio.

-Eres joven y libre, deberías vivir tu vida como te plazca.

-No todos piensan igual. Creen que tienen el derecho a decirme que hacer y que decir. Si serian más inteligentes entenderían que no deberían atarme, ya que no me quedaré.

-Se tu misma.- Le había dicho

No entendía el peso de aquellas palabras hasta que había visto el brillo en sus ojos.

Nos quedamos allí hasta el amanecer, hasta que el sol nos advirtió que no habían pasado minutos, si no horas.

En estos días me había replanteado muchas cosas. Realmente ¿como sé si soy libre, cuando nunca fui prisionero de mis palabras o actos?

¿Conocía la libertad realmente cuando nadie jamas me había juzgado por como me vestía?

¿Como podía entender ese concepto si realmente nunca había pasado por aquellas situaciones? Alguien que nunca fue prisionero no podría comprender la libertad.

Habia dado por sentado que la libertad había llegado a nosotros de igual manera hacia ya muchísimos años.

Por lo que me tomó por sorpresa encontrar tal represión en el día a día de una mujer, a tal punto que deba gritar a los cuatro vientos que desea ser ella misma sin que la juzguen.

Nos proclamamos libres sin entender el sentido de la palabra.

Sabia que aun tenia mucho que aprender.

 Me había dicho que ella se comunicaría conmigo, pero me preguntaba si debería llamarla o si debería dejarla a ella decidir si le complacía volver a verme.

Cuando le pregunté a mis amigos, se lo tomaron con poca seriedad.

Me decían que me había enamorado con facilidad.

Pero ¿realmente hacia falta estar enamorado para valorar la decisión de otra persona?

Yo no lo creía.

¿Y cual seria el problema si me había enamorado de aquella hermosa mujer?

Ellos me habían dicho que me estaba metiendo en una zona complicada, que mejor busque a alguien más. Alguien "con menos problemas".

Alguien que te obedezca sin reprocharte nada, querrás decir, había pensado.

Pero discutirlo con ellos seria un caso perdido.

Tal vez me había enamorado de un incendio. Pero no eran llamas de desobediencia y rebeldía, como ellos pensaban.

 Si no llamas de libertad y amor propio.

 Si no llamas de libertad y amor propio

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