Relato N°7
-Adiós- le había susurrado antes de sentir el golpe.
Me removí en el suelo, con mis manos y alas atadas, observando las plumas negras que caían al suelo.
Si tan solo serían blancas como las de Daniel nada de esto hubiera ocurrido.
Estaba acostumbrado a la desgracia y los lamentos, no por nada había ganado el color de mis alas.
Jamas había deseado que las cosas sean de otra manera hasta que había probado el gusto de lo prohibido.
Nuestro amor iba en contra de todas las normas establecidas.
Me causaba gracia que piensen que podía ordenarle a mi corazón a quien amar.
Una patada en mis costillas me trae de vuelta a la realidad.
La sangre gotea de mi boca. Mi vista se tornaba cada vez más nublada con cada golpe.
Los latidos de mi corazón son lentos y espaciados. No sé cuando tiempo más podría aguantar. No quedan motivos por los cuales seguir.
Ya no me queda nada, si debo vivir bajo aquellas normas preferiría morir.
Cerré mis ojos dejándome ir poco a poco.
Pensé que nada podría traerme de vuelta hasta que oí su voz llamándome.
-¡Pelea! ¡Cassiel Pelea!- Gritaba Daniel desde algún lado con todas su fuerzas.
Sentí la desesperación subiendo por mi médula espinal. No pensé que el estaría aquí.
El trato era mi vida a cambio de la de él. Debían dejarlo en paz ¿que hace aquí? Tal vez solo es una ensoñación a causa de mi delirio creciente por esta situación.
Abro mis ojos con pesadez para encontrarlo igual o peor que yo.
Estos malditos no cumplirían el trato. Nos querían a ambos muertos.
Unos segundos atrás me habría entregado a los brazos de la muerte que esperaba ansioso por recibirme.
Los ángeles de alas negras nos rodeamos de muerte a diario, no le temo a ella. Pero ver el terror en los ojos de Daniel y la fuerza con la que lucha para mantenerse vivo bastó para darme un propósito.
No permitiría que me condenen por lo que era, lucharía por mi vida y la de él.
-Cometieron un error- le digo a aquel guardia - o varios mejor dicho. Primer error: Debiste ajustar mejor las cadenas.
Con un grito de fuerza me libero del metal encantado, había estado tan sumergido en mi miseria que había aceptado una muerte fácil para ellos. Pero era mucho más fuerte que esto.
-Segundo error- Digo mientras aprovecho su desconcierto y robo las dagas que lleva en su cintura-No debiste dejar armas a mi alcance.
Con un corte limpio desgarro su garganta dejándolo atrás.
El segundo guardia de alas blancas comienza a retroceder ante mi mirada, que sé con certeza que se encuentra de un color negro intenso.
Me abalanzo hacia él derribándolo en el acto.
-Tercer error. No debieron tocar a Daniel.
Sentí la sangre tibia al hundir aquella daga en su corazón.
Casi no me quedaban fuerzas, sentía que colapsaría en cualquier momento. Debía apurarme.
Le saco las armas al guardia y me acerco a Daniel quien me mira, mientras solloza con una sonrisa triste.
Puedo escuchar el retumbar de los demás guardias en camino.
Tomo sus manos intentando transmitirle seguridad.
Los guardias ya habían llegado al lugar, me preparé para la batalla, pero no sin antes decirle:
-No moriremos esta noche.
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20 Canciones, 20 Relatos
Short Story20 relatos inspirados en 20 canciones [Reto literario]