Corrí hasta el internado hasta no poder más, si me veían creerían que estaba perdida y me llevarían con ellos. Jadeante subi las gradas del vestíbulo para comenzar a tocar fuertemente la puerta de la habitación del señor Ridexon, pasaron 10 minutos y nada... Hasta qué comencé a escuchar unos pasos y risas de hombres, olía a humanos esperen... ¿Humanos en McDermont? Eso era imposible, necesitaba saber que estaba pasando, al escuchar la puerta abrirse me escondí detrás de una planta.
-¿Crees que aceptará?
-Vamos es hermosa y todos lo hemos visto, además no solo será trabajo de ella, tambien de los demás, ellos saben que a la vista humana ellos son perfectos visualmente.
-Pero ellos miran la realidad, puede que sean perfectos visualmente pero a sus ojos ellos son comunes.-hizo una pausa el señor Ridexon- hablaré con ellos en cuanto puedan, aceptara la mayoría, deben ayudar a sus familias en el mundo exterior.Los hombres altos y musculosos comenzaron a irse, cuando el señor Ridexon comenzó a entrar en su habitación salí cautelosamente y me puse lo mas cerca de el.
-Creo que me debes una explicación con respecto a la guardia de hoy- dije levantando una ceja
-Ámbar- dijo entrecortado, sabía que lo había descubierto- debemos encontrar una forma de subsistir- insistió- su belleza extraordinaria podria ayudarnos.
-¡CALLATE!- grité la angustia comenzaba a invadirme- ¡¿LLAMAS A ESTO BELLEZA?!- reí amargamente- Esto solo es ser un monstruoCorrí hacia mi habitación lo mas rápido que pude y azoté la puerta, comencé a llorar amargamente, yo no pedí esto, odiaba mi cara, mi cuerpo, cada diminuta parte de mi, era como ver un castigo que tendría que soportar por siglos. Mi familia estaba lejos, muy lejos de mi y mi hermano ni siquiera sabía de mi existencia. En eso vi mi reflejo en el espejo, lo que veia no era de mi agrado: brazos gordos, cabello castaño y desarreglado, nariz chueca, <me odio> pensé. Me odio, me odio, me odio, la ira comenzó a apoderarse de mi, mis ojos se volvieron rojos y se llenaron de lágrimas, comencé a romper todo a mi paso, el tocador, el pequeño closet de madera, rasgué las cortinas hasta llegar a mi peor enemigo, el espejo, repasé con la punta del dedo índice las delgadas orillas y comencé a doblarlas hasta que logré romperlo por completo, y así fue como caí en un gran sueño.
-Ámbar, Ámbar despierta ¡debemos ir de compras!
-Alexa déjame dormir.- Gemí
-Chica tenemos trabajo ahora, hay que cumplir.
-¿Cómo sabes lo del trabajo?
-Nos dijeron hoy en la mañana, por el portavoz ¿Acaso no escuchaste?-me recosté sobre mis codos y me mordí el labio, rogando porque siguiera sin descubrir el desastre.
-¡Ámbar se nos hace tarde!- dijo jalándome- Tenemos que ir de compras y al salón...-Abrió los ojos como platos- alégrate de que hoy remodelan las habitaciones.Pasamos todo el día en el centro comercial, estaba totalmente agotada, teníamos un asesor de vestuario asi que no fue casi nada dificil vestirnos de acuerdo a estatura, forma, etcétera. Finalmente, el chofer que nos asignaron nos llevó a un edificio, se veía muy moderno a través de los cristales, de repente un joven de unos 35 años apareció con unos lentes de sol, se movía muy extrañamente, además ¿Quién usaría lentes de sol dentro de un edificio?
-Por fin llegaron mis chicas
-¿Y tu quién eres?- dije a la defensiva.
-Pues posiblemente llegue a ser la respuesta a todos tus anhelos querida.
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Chica Autoestima -PAUSADA EN EDICIÓN-
Teen FictionA veces solo me gustaría ser hermosa y libre como una mariposa. Estamos entre ustedes simplemente no se dan cuenta