Cada vez que ese chico se acercaba mi garganta comenzaba a secarse, la respiración comenzaba a fallarme debido a que no podía inhalar el aire con facilidad era como si mi laringe y esófago se ponían de acuerdo para comenzar a congelarse y mis ojos, rojos por la sed, les seguían el juego como si fuera algo de que disfrutar mientras miraba ese efímero lleno de vida moverse como si no corriera peligro alguno de que alguno de nosotros llegara a matarlo.
Y el cielo y la tierra tampoco se ponían de mi lado, ahora mi hermano Marcus era amigo de Dylan el efímero, humanoide o lo que sea que quiero ensartarle los colmillos como dos jeringas y comenzar a succionar toda esa deliciosa sangre llena de vida.
-Deberías de dejar de observarlo como si fuera el postre de la cena de esta noche.- bromeó Steven, el "doctor" que veía mi caso y trataba de buscar una sustancia que me hiciera soportar estar cerca de la bola de sangre llamada Dylan- no lo matarás Ámbar y lo sabes.
-Si tan solo me dieras un gotita de su sangre podría dejarlo en paz - dije retándolo y rezando mentalmente a quien sea que esté allá arriba para que aceptara mi petición- solo tan solo una gotita, pequeña y podría dejar de desearlo.
-A veces solo pienso que quieres su sangre por la vida que el tiene y la mortalidad que tu anhelas- suspiró profundamente sacándome la aguja que tenía en mi brazo para realizar estudios sobre que podría ayudarme cuando más alumnos entren a McDermont. No dije absolutamente nada y caminé rápidamente a mi habitación.
La mortalidad que tu anhelas... Lo último de la oración que me había dicho Steven se repetía en modo continuo en mi cabeza, quizás ese era el problema, mi alma muerta anhelaba algo que yo no podía brindarle. Vida.
Me dirigí hacia una esquina de mi recámara buscando con esperanza la pluma que mi abuelo me había regalado antes de que yo me alejara de todo lo que me rodeaba.
*FLASHBACK*
Como siempre mi abuelo se encontraba pintando el oleaje de cada atardecer a la misma hora exacta de siempre, jamás entendía su propósito pero el lo hacía sin falta cada día incluso en los días lluviosos siempre encontraba la manera de protegerse de la lluvia y así poder pintar el cielo enfurecido.
-¿Otra vez pintando eh?- dije en tono enojado pero burlón.
-Ya sabes que es algo que me gusta hacer- dijo haciéndose a un lado para que pudiera apreciar su arte del día, realmente era bueno en eso.
-Ojalá algún día llegue a ser así como tú- suspiré triste
-¿Cómo mi pequeña mariposa?- sonreí ante el apodo, siempre me había llamado así desde que tenía memoria.
-Ya sabes, pasional por algo, realmente saber lo que quiero y me gusta, sentirme ya sabes... viva.
-Pues respiras así que espero que estés viva- dijo arqueando una ceja.
-Hablo de amar hacer tanto algo que luego no puedas vivir sin ello, ya sabes tu no puedes dejar de pintar atardeceres, es tu vida.
-Haremos un trato - comenzó a buscar entre las dos cajas de pinturas que llevaba con el y sacó una hermosa pluma color negro con detalles dorados- Debes hacer lo que quieras con esta pluma, dibuja, escribe, incluso golpea a alguien con ella si es lo que deseas- comenzó a reír- pero haz algo con ella y prometo que encontrarás la pasión con ella.
Solo logré sonreírle y con máxima delicadeza tomé la pluma entre mis dedos, se sentía tan frágil como si fuera algo que en cualquier momento podría desvanecerse, tiempo después al entrar en mi habitación vi un hermoso cuaderno de dibujo con una mariposa roja pintada a mano en el frente, sonreí y de pronto escuche como la calma que inundaba la noche desapareció y vi por la ventana como varios jóvenes luchaban contra otros como si quisiesen huir de algo. Ví como un hombre alto y de bata blanca entraba en mi habitación y todos mis sentidos se desvanecieron conmigo.
Esa fue la última vez que volví a ver a mi abuelo.
*FIN DE FLASHBACK*
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Chica Autoestima -PAUSADA EN EDICIÓN-
Novela JuvenilA veces solo me gustaría ser hermosa y libre como una mariposa. Estamos entre ustedes simplemente no se dan cuenta