Capítulo 2 - "Impotencia."

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      En cuanto los primeros rayos de sol comenzaron a ser distinguibles de la escasa luz de aquella habitación, sonó una melodía un tanto alegre y pegadiza, era un despertador, una alarma, ¿En qué habitación? ¿La de Alec? No, era la habitación de Reid, ahí estaba el, murmurando:
— Cinco minutos más... —
Aún así, incluso si estaba bien bailando entre la realidad y su sueño con esa alegre melodía, no duró mucho, sólo hasta que escuchó una voz femenina proveniente de la planta baja de su hogar decir:
— ¡El desayuno, Reid! ¿No vas a desayunar? —
Seguido de eso, pasos, Reid saltó de la cama y se puso lo primero que vio, una camiseta gris, un pantalón de color negro y sus zapatillas rojas, cuando abrió la puerta vio a su madre parada al final de las escaleras, a metro y medio de la puerta de su habitación, traía una bandeja con una taza de café con leche y un pequeño paquete de galletas bañadas en chocolate, Reid alegremente tomó la bandeja y preguntó si era para el en un tono extraño, algo así como si intentara imitar la voz de aquel personaje que todos conocemos, quien dijo "Mi tesoro", tal vez te haya sacado una sonrisa, bien, así estaba la madre de Reid, se rio ligeramente, estaba a acostumbrada a que su hijo hiciera ese tipo de cosas, movió su cabeza en señal de que aquel desayuno era para el. Ni bien terminó, Reid dijo la frase antes nombrada, se encorbo y entró rápidamente a su habitación haciendo a su madre soltar una carcajada mientras el comía las galletas rápidamente exagerando el sonido de como masticaba, solo decía: —¡Ñom! Ñom, ñom. — mezclado con el crujir de las galletas.

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Horas después, tenemos a Alec buscándolo en el primer de dos recreos, no podía encontrar a su ahora nuevo amigo, comenzaba a desesperarse, así fue hasta que pasando cerca del salón de música, el cual estaba algo alejado del resto de salones, escuchó a alguien tocar una extraña canción en el piano, Alec en sus pensamientos decía:
—Espera, ¿Esa no es la voz de Reid..?—
Sí, lo era, Alec abrió lentamente una ventana, no la había abierto mucho, solo un poco, lo suficiente para hacer lo que parecía gustarle tanto, asomarse, ahí estaba ese chico pelirrojo, tocando el piano y cantando, parecía estar cantando alguna canción sobre impotencia, ¿A caso el se sentía así? De repente su voz se quebró, estaba llorando, aquel chico que se mostraba alegre realmente estaba llorando, Alec quiso asomarse un poco más, quería ver si Reid estaba solo, no contaba con que resbalaria y golpearía con la ventana, asustado miró a Reid, quien lo miraba y se secaba las lagrimas rápidamente, se miraron a los ojos por unos segundos y el chico de pecas se sentó de nuevo en el piano, dio unos golpecitos en el asiento invitando a el chico de cabello largo a sentarse junto a el, frente a ese elegante piano color negro. Alec pasó por la ventana ya que estaba ahí y frotándose el brazo se sentó junto a el, Reid lo abrazó repentinamente mientras intentaba ocultar que había comenzado a llorar de nuevo.
—¿Qué pasa...?— preguntó Alec —Te lo contaré por mensaje.— dijo Reid antes de soltarlo y dejar un papel en el piano, ¿Era su número? Parecía haberlo tenido guardado para el durante un tiempo, Alec lo tomó y se quedó unos minutos pensando en aquel asiento.

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A la salida, Alec no  vio a Reid, llegó a su hogar y lo primero que hizo fue llamarlo, hablaron un tiempo, comenzaron con Reid contándole sobre su padre, había tenido un accidente hace poco tiempo y Reid estaba con el, no pudo hacer nada, a pesar de esa situación, la llamada, dos horas después, eran puras risas, ellos estaban felices juntos, incluso si en ese momento no estaban cara a cara, sentían la compañía del otro, tirados en sus camas abrazando una almohada cada uno, parecían adolecentes de hace unos años en una película estadounidense, realmente estaban felices juntos, Alec comenzaba a curar esa impotencia y sentimientos negativos que Reid tenía, poco a poco, con el amor que comenzaba a aparecer, se curaban ambos, Reid le quitaba ese dolor que había llevado solo por tanto tiempo. Sus penas eran aliviadas por el otro, se estaban haciendo cercanos, se hacían bien, se estaban enamorando.

Enamorado de La Muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora