La humanidad se preguntó qué haríamos una vez allí. Cuando llegamos a Marte, lo exploramos, estudiamos el suelo y la historia grabada en él. Entendimos más de su pasado estando en sus desiertos sin atmósfera en lugar de enviar sondas robot. Luego por fin buscamos rastros de vida, incluso tratamos de introducirla al ambiente hostil que nos obligaba a usar trajes espaciales. Por supuesto, las primeras veces resultó casi imposible. Y todo ello durante cuarenta años.
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De la mayoría de los proyectos a largo plazo sobrevivieron aquellos que involucraban la minería. La Tierra necesitaba las toneladas de recursos minerales que se escondían bajo el manto marciano. Y eso significaba que necesitaba de nosotros. Marte era una mina de oro. Y aunque podíamos refinar los metales en factorías, aún habían problemas. Las inmensas cantidades de metales preciosos como el platino, oro o uranio no podían ser transportados fácilmente. Por lo que una alternativa a ello fue la minería de asteroides.
Unos cuantos cohetes salidos de la Tierra traían uno a órbita y lo despojaban de sus componentes. A veces se sacaban la lotería, otras veces solo capturaban pedazos de hielo que giraban alrededor del Sol. Nosotros lo intentamos también, aquí en Marte.
Sin embargo, fue más costoso y tuvimos poco éxito. Varios de los desastres se debían a que cohetes laterales en las rocas fallaban enviándolas al espacio profundo. Billones de dólares en pérdidas, unos cuantos millones recuperados. Fue aún peor cuando el presupuesto marciano se vio recortado por la crisis terrestre del 2090. Nadie más despegó durante dos años, excepto para enviar cargas en cohetes mercantes. Alguien debía mantener a flote la economía terrestre y esos éramos nosotros.
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Pasado ese tiempo volvimos a intentarlo. Habíamos mejorado en algo el transporte de minerales, usando a Fobos como fuente de combustible cuando gastábamos casi todo en llevar a órbita una nave. El agua congelada era disociada y los cohetes partían. Fue allí donde comenzó todo.
Se fundó el Departamento Marciano de Energía con el pretexto de construir una planta nuclear en Fobos. Los encargados de los asuntos en Marte de la Tierra lo aprobaron cuando el monopolio del peróxido de hidrógeno como combustible salió vigente salvándonos a todos.
Nadie pensó que sería usado como fábrica. Y así pasó un tiempo hasta que se supo lo que hacían con el dinero terrestre. Al ser parte de ello, vi cómo los armaban dentro del ahuecado satélite rocoso. Se trataba de cohetes, los más grandes fabricados hasta entonces, ahora despegando al espacio. Pero, ¿con dirección a dónde? Fue una pregunta que la mayoría se hizo.
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Tuvimos noticias de los cohetes bastante tiempo después, mucho tiempo después. Los monitores en las salas marcianas y los centros de trabajo dieron la misma noticia. Habíamos capturado un asteroide Amor que años antes se aproximaba a Marte durante su órbita elíptica, interceptándolo así con anticipación. Según las sondas enviadas podía ser metálico. Hubieron vítores por todas partes.
Más tarde nos enteramos que no era así. Se trataba más bien de una roca de condrito carbónico, un asteroide de tipo C rico en carbono. Inútil en casi todos los sentidos, a menos que tuviera agua congelada que usar como combustible para los cohetes y hacerlos ir por un asteroide Amor más cercano. Habíamos captado otros tres, más pequeños pero con más probabilidades de tener minerales. Era lo mejor en términos de recursos malgastados. Cierto, teníamos otro intento, pero en vez de sacar a los cohetes de allí, el Departamento de Energía decidió continuar. Más dinero malgastado, y ahora íbamos peor cada vez.
El presupuesto se vio recortado de nuevo. No por una recaída, sino porque la Tierra quería que dejáramos de gastar dinero en algo que no les convenía, a menos que fuera, claro, algo de provecho. Era algo así como una madre que no complacía los caprichos de su hijo pequeño. Pero ¿necesitaban tanto del desarrollo marciano? ¿No habían ya suficientes empresas privadas dedicadas a la minería espacial? ¿Qué había de los lanzadores lunares?
Aun con todo, el Departamento de Energía, apoyado por el de Construcciones Orbitales que instaló un pequeño radar en las cercanías a Fobos, hizo un seguimiento del asteroide. Tardaron en darle un nombre. Hasta que se decidieron por BW-4355. Lo llamamos Bowman.
Fobos fue usado de nuevo, esta vez como lanzador desde donde despegaron decenas de robots en dirección al asteroide. En cuanto lo alcanzaron, activaron sus cámaras y nos transmitieron lo que veían. Una superficie polvorienta y oscura. Entonces el Sol lo iluminó haciéndolo brillar como un diamante negro atravesando el espacio. Los cohetes clavados en él se apagaban y encendían para regular su trayectoria siendo alimentados con el oxígeno y deuterio importado del hielo en el asteroide.
En tanto un grupo de ordenadores transmitía instrucciones al sistema de propulsores. Un montón de cálculos complejos que nadie excepto una supercomputadora podía efectuar. Así trasladaron a Bowman a la órbita marciana cinco años después, cuando la clase obrera de Marte se volvió la precursora de una potencia independiente establecida en el planeta rojo. Para 2115 éramos más o menos un país. Y la Tierra, un montón de personas indecisas y necesitadas.
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Los cohetes construidos en Bowman yacían apagados tras años de guiarlo por las estrellas. En lugar de desconectarlos y lanzarlos al espacio, fueron desarmados por los robots para no desperdiciar material. Pues en los próximos meses se tenía planeado seguir trabajando con la roca de Bowman.
Durante el trayecto a Marte, los robots excavaron túneles a través del asteroide, procesado el condrito carbónico y construyendo lo que en el siglo veintidós llamamos nanotubos de carbono pseudocristalino en una factoría hecha de los antiguos cohetes y carbono procesado del asteroide. Introducían cristales de diamante en extensas fibras de nanotubos creando así cables ultrarresistentes. En tanto transmitieron su avance mientras se movían como arañas sobre Bowman.
Mientras tanto nosotros hacíamos tratados con la Tierra en cuanto a los recursos que podíamos intercambiar. Lo llamamos "Economía del Nuevo Mundo". Está bien, sí éramos independientes, pero tuvimos la oportunidad de crear el primer sistema económico marciano, el cual surgió a la par de nuestra propia industria espacial.
Para entonces pasó demasiado tiempo hasta que lo supimos con exactitud de parte de aquellos que controlaban el cielo. Todo ese tiempo, sin darnos cuenta, sobre el monte Pavonis, aquel monumento marciano de roca, caía el primer cable de un edificio que alcanzó los cielos un par de años después. Fue imposible en la Tierra, por supuesto. Pero las condiciones en Marte lo hacían todo más fácil, incluso la construcción de un elevador a órbita.
Justo a tiempo, antes de que la economía terrestre cayera por última vez, se inició con la instalación del primer ascensor espacial del sistema solar.-
¿Qué éramos entonces? ¿Personas, marcianos, o algo más? ¿Qué tanto había cambiado Marte, o nosotros? No habíamos cambiado absolutamente nada. Marte estaba muerto, tan solo había sido colonizado por una especie diferente, si alguna vez la Vida había evolucionado en sus charcos de sulfuro.
Mirábamos el cielo y no era tan diferente de lo que vimos al llegar. La Tierra había cambiado y el sistema solar era ahora una vía de comercio. Y sin embargo, llegamos a Marte y no cambiamos nada. Jamás volveríamos a la Tierra. Nos habíamos modificado a nivel mental, no necesariamente físico. Pero Marte estaba muerto, y no podíamos volverlo completamente nuestro hogar hasta que saliéramos sin miedo a morir congelados o por la radiación.
Miramos al cielo de nuevo. ¿Acaso no merecíamos algo mejor? ¿Acaso no merecíamos un cielo azul como el de la Tierra, océanos, bosques, poder estar desnudos sin miedo a morir? Nosotros éramos Marte. Podíamos cambiar. Esta era nuestra transformación. La terraformación del cuarto planeta.
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Se erguía como una aguja de diamante hacia el cielo azul, un cielo que había cambiado durante siglos. Era la llave a los planetas del sistema solar, un puente hacia las estrellas. Pero tenían un nuevo mundo y eso bastaba por ahora.
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Línea de Tiempo:
-2040: Primera misión tripulada a Marte
-2070-2080: Caza de asteroides como fuentes minerales
-2090: Crisis económica mundial
-2110: Bowman es capturado y dirigido a Marte con cohetes.
-2115: Llegada del asteroide e independencia de Marte
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Antología Marciana Vol.1
Science FictionMarte ha sido durante eones un desierto árido y sin vida. Las tormentas de polvo y climas extremos lo han hecho inhabitable, y aún así se ha convertido en el sueño de científicos y escritores de ciencia ficción. Ahora, en el siglo veintiuno, un grup...