Prologo

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Prólogo

Con la mirada fija en los papeles que tenía sobre el escritorio, le fue difícil escuchar que había alguien detrás de la puerta. Su atención estaba concentrada en el último trato que estaban negociando.

Al ser una empresa que abarcaba tantos rubros, le era difícil mantener todo bajo control, todo debía ser revisado por él, lo que era algo agobiante. Sin embargo, lo prefería así. De esa forma se aseguraba que nada escapara de su control.

Delegar era algo que no estaba en consideración en ciertos aspectos.

La imagen de un Alfa en la actualidad, distaba mucho de cómo era en el pasado. No había guerras que luchar, al menos ninguna que implicara la fuerza bruta. La gran mayoría de los conflictos se resolvían con una mesa de por medio y muchas palabras.

Claro, había excepciones.

No todas las manadas eran iguales y mucho menos sus líderes.

La persona detrás de la puerta volvió a insistir, esta vez el golpe fue mucho más preciso y fuerte que los anteriores.

Alex levantó la vista, no sin antes terminar de leer el párrafo que había comenzado.

— Adelante — ordenó con voz firme.

La chica giró el picaporte y se deslizó dentro de su oficina. Tuvo cuidado de cerrar la puerta, dedicándole una sonrisa apretada cuando dirigió la mirada a él.

— Disculpe señor — habló refiriéndose a su insistencia — Vengo a traerle estos papeles.

Le enseñó el dosier que contenía el informe que le había encomendado al departamento jurídico de la empresa.

Él asintió y estiró la mano indicándole que se lo entregara.

La rubia asintió y caminó hasta su escritorio, sus extremadamente altos tacones repiqueteaban con cada paso que daba hasta llegar a su escritorio. Se lamió los labios, estaban algo secos y había olvidado ponerse brillo labial.

Cuando estuvo a unos pocos pasos de distancia, un aroma extraño llamó la atención de él. Por primera vez, levantó la mirada que había vuelto a centrar en los papeles y miró a la chica con, su característico, el ceño fruncido.

La fragancia provenía de ella, eso era indiscutible.

Tomó una respiración profunda, en un intento de retener aquella esencia que había puesto sus sentidos de punta. Una sensación extraña lo recorrió.

Sintió los vellos de su nuca erizarse.

Se sorprendió al sentir como parte del estrés que hasta hace unos segundos lo tenía sofocado, se aplacó.

— Disculpe la tardanza — la voz de la chica interrumpió sus pensamientos.

El asintió, volviendo a reconocer su presencia.

Aquello también era extraño, si bien el aroma que desprendía lo había cautivado, su presencia no le evocaba ningún tipo de reacción.

La estudió con detenimiento, buscando algo que se le escapara. Era bella, no podía negarlo. Alta y esbelta, el vestido ajustado que llevaba dejaba al descubierto un conjunto de curvas a considerar. Poseía una cabellera envidiable, de un rico tono de rubio, con mechones más claros que no eran naturales.

Aún cuando su rostro también era proporcional, nada en ella llamaba su atención.

La chica se aclaró la garganta, sintiéndose incomoda por su escrutinio.

— Si no necesita nada más, me retiro señor — le dijo intentando salir rápido de allí — mi hermana es nueva en la ciudad y me está esperando fuera, prometí llevarla a almorzar.

Él asintió, haciendo un ademán con la mano indicándole que podía irse.

No tenía interés en retenerla.

La puerta se cerró tras la rubia, y él volvió su atención a los papeles sobre su escritorio. Sin embargo, le fue imposible continuar con el trabajo, aquel aroma lo había desestabilizado. 

AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora