CAPÍTULO 1

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El sonido del timbre me despierta, me levanto rápidamente de la cama y me pongo las zapatillas de casa. Todo está a oscuras, deben de ser las cinco o las seis de la mañana. Cojo la llave y la introduzco en la cerradura. Dudo unos segundos antes de abrir la puerta, pero cuando decido girar la manivela, una pesadilla se muestra delante de mis ojos. Mi corazón parece salirse del pecho al ver el cuerpo inerte de Marc, rodeado por los brazos ensangrentados de mi hermana. Un sollozo se escapa de mi garganta, y las lágrimas comienzan a brotar resbalando por mis mejillas, impidiéndome ver con claridad la terrible escena. No puede ser, es imposible... mi hermano pequeño no puede estar... muerto.

Miro el rostro de mi hermana María: está cubierto de sangre, parece manar de una herida situada justo encima de su ceja derecha... sus ojos, azules cómo el agua, reflejan miedo y dolor.

Mis piernas se quedan si fuerza y me hacen caer, hincando las rodillas en las lozas de la puerta, siento un dolor agudo en ellas, pero aun más me duele ver su cuerpo inmóvil y, aparentemente, sin vida...

-No me he atrevido a probar si tenía pulso.- oigo decir a mi hermana en un hilo de voz casi inaudible. -No sé si está...- no acaba la frase.

Me pongo en pie con dificultad y me acerco a ellos, miro a Marc detenidamente; la lluvia cae en su impecable rostro, ahora blanco, y empapando su precioso pelo rojo. Acerco mi mano a su brazo, y coloco mis dedos índice y corazón en su diminuta muñeca. Espero unos segundos... nada. Decido probar otra vez, pero ahora, en su cuello. Coloco de nuevo los dedos en su cuello y espero. El miedo se apodera de mi... un segundo, dos, tres... lo encuentro.

-¡Tiene pulso!- grito lo más alto que puedo -lo tiene...- agarro al pequeño de los hombros y lo zarandeo, hasta casi perder las fuerzas.

Su cuerpo reacciona a la misma vez que una bocanada de sangre sale de su boca. Lo abrazo fuertemente, sin importarme la sangre que acaba de derramar.

Noto los brazos de mi hermana envolverme, y por unos segundos creo que esta uniéndose a nuestro abrazo, pero en vez de eso, intenta levantarme con todas las fuerzas que le quedan, sin entender porque hace eso.

-!Rápido Ana!¡Corre, levanta!- sin pensar, hago lo que me dice, cojo a Marc en mis brazos y corro hacia la puerta de casa, María va delante mía, tirando de mi muñeca derecha.

Estoy a punto de cerrar la puerta, pero de repente, algo me agarra fuertemente la pierna izquierda, tirando de mi hacia la oscura calle. Pongo toda mi fuerza para entrar en casa, y junto a ese intento, noto un mordisco desgarrar el músculo de mi pierna.

SOMBRAS EN LA OSCURIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora