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Mikaela resopló, aferrándose con más fuerza a la parte posterior de su cuello. Sus labios temblaron.

—Por todo. ¡Todo! Casi muero, tengo pesadillas al respecto y ni siquiera puedo decirle a mi madre por qué me despierto gritando en medio de la noche. No puedo dejar que Sam me vea así... Maldita sea, Optimus. Solo quiero que alguien me abrace. ¡Solo quiero que alguien diga que se acabó y que todo estará bien para que pueda seguir con mi vida!– Ella soltó su cuello y apretó los puños en las placas de su pecho.

Unos ópticos brillantes la miraron con la mayor empatía mientras la música de la radio se apresuraba a llenar el silencio.

...And I need you now tonight
And I need you more than ever
And if you only hold me tight
We'll be holding on forever...

Mikaela sintió que unos brazos metálicos, fuertes y protectores se envolvían lentamente alrededor de sus hombros y la acercaban.

—Se acabó, Mikaela...– los dígitos acariciaron su cabello. —Todo estará bien.–

Algo se rompió dentro de ella. El calor subió desde su garganta hasta sus ojos. Dejando caer la mejilla contra el parabrisas de su pecho, apretó los puños y lloró. Al diablo con el maquillaje, lloró por todo. Su padre, los eventos en Mission City, todo lo que Optimus perdió, todo lo que ella perdió, su noche arruinada que ya no estaba tan arruinada y todo lo que había en el medio en lo que no podía pensar en ese momento.

—Va a... Va a estar bien...– La cara de Optimus hizo una mueca mecánica. Se formó una condensación de rocío en sus ópticos, demasiado rápido para que él parpadeara. Las gotas gotearon directamente de sus párpados ópticos e hicieron dos sonidos "plop-plop" en su armadura. Una muestra de vulnerabilidad tan rara y breve como el sol entre nubes de tormenta.

Mikaela le tomó la cara y le pasó el pulgar por la mejilla, solo para no encontrar ningún rastro de lágrimas. Parpadeó y dos gotas más cayeron como lluvia sobre su antebrazo.

Por ese momento, Optimus Prime no era un líder. Era un ser solitario que temblaba bajo el peso de su dolor.

Las alarmas de advertencia resonaron en la mente de Mikaela. Esto se estaba volviendo demasiado íntimo, pero no podía detenerse y dejarlo así.

—Lo siento por-

—Shh.– Mikaela ignoró sus propias lágrimas y sostuvo su rostro con ambas manos ahora, mirándolo directamente a los ojos. —Me alegro de no estar llorando sola.–

Las puntas de los dedos de acero liso le enjugaron las lágrimas. Por cada lágrima que le enjugaba de la mejilla, otra le caía de los ojos. Eran agua pura, no salada, probablemente líquido limpiaparabrisas.

Optimus dio un largo y ruidoso suspiro.

—Lo extraño. Incluso cuando- cuando estábamos separados yo- podía sentirlo... Ahora no hay nada. Me... duele, Mikaela. Es solo-– Sus mejillas se tensaron. —¡Duele!–

Se tapó los ojos con la mano y emitió un gemido similar al de Bumblebee durante su captura. ¿Un sollozo mecánico?

Mikaela se lo imaginó cuando volvió a suceder.

—Ven aquí.– sollozó ella, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello y sosteniendo la parte de atrás de su cabeza como lo hizo por ella.

Su cuerpo entero tembló en su abrazo.

—Yo...– titubeó el mech.

—Está bien.– ella le dio un ligero apretón. —Déjalo salir, Optimus. Déjalo salir. No se lo diré a nadie.

(Turn around, bright eyes) every now and then I fall apart
(Turn around, bright eyes) every now and then I fall apart

—Bright Eyes...– Optimus levantó la cabeza ante las últimas líneas de la canción. —Bright eyes...–

Hubo un hipo cuando sus tomas se engancharon. De repente, su procesador vocal gimió, chilló y se estremeció como un motor que no arranca del todo.

Las paredes de Optimus se habían derrumbado.

Gritó.

Fuerte.

Mikaela sintió sus cálidas lágrimas gotear sobre su cabeza y espalda, a veces haciéndole cosquillas por toda la columna. Podía sentir cada estremecimiento, respiración y vibración de su cuerpo metálico. Por un instante, pareció que se haría añicos sin sus brazos allí para mantenerlo unido.

A pesar de sus lágrimas, la voz de Optimus permaneció tranquila cuando habló.

—No he hecho esto en ocho millones de años.–

Por supuesto que su voz no temblaría. No tenía una laringe propensa a revelar el hecho de que, sí, estaba llorando a muerte.

—Eso es demasiado.– Mikaela comenzó a tambalearse de nuevo, retomando donde se detuvo su baile. Él siguió su ejemplo y giraron lentamente a través de su dolor compartido. Ella frotó la nuca de Optimus, tranquilizándolo a pesar de su dolor. Sus movimientos fueron pesados ​​al principio, pero cuando soltó sus lágrimas, lentamente se volvieron más ligeras, recuperando su fluida gracia anterior.

Optimus se calmó gradualmente. Se echó hacia atrás lo suficiente para revelar la mueca que distorsionaba sus rasgos robóticos. Todo su dolor yacía desnudo ante ella.

Un baile para recordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora