Y si fuera cierto?

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Beatriz lo mira con los ojos muy abiertos mientras su rostro se va sonrojando. 

Quiere apartar la vista, pero él la atrae y sus ojos le recuerdan demasiados momentos vividos. 

Durante unos segundos se pierde en esas ensoñaciones: la entrevista, su primer día en Ecomoda, el momento en que Don Armando le dijo que ella era la mujer que el necesitaba... Y aunque se da cuenta de que quiere detenerse en el primer beso y sus citas en lugares oscuros, los ojos de él le recuerdan más a los últimos momentos vividos juntos, a ese Don Armando que la abrazó con desesperación en su oficina la noche anterior a la junta. 

Sacude la cabeza de pronto, se ha perdido en sus pensamientos y él todavía la observa, en silencio y expectante.

- Beatriz? - se atreve a preguntar - Por favor, dígame. 

- No lo sé - responde ella simplemente - Cómo podría estar segura de nada? Usted...usted se portó como un hombre enamorado y celoso, sí. Pero yo no sé de eso, no sé nada - Betty mueve la cabeza negando, toda ella la imagen de la confusión.

Armando la observa mientras ella se muerde el labio, insegura, y podría jurar que sabe parte de lo que pasa por su cabeza. La sintió temblar y vibrar en sus brazos, reconoce en ella las semillas de la duda y el temor. 

- Aún si fuera cierto que usted cambió  lo que sentía  hacia mí... porqué no se detuvo? Porqué habló de esa manera de mí con su amigo? No le merecía ni siquiera un poco de respeto, doctor? - Beatriz habla con dolor, llevándose las manos al pecho, como queriendo arrancarse ese corazón que está comenzando a creer en él pese a todo. 

- Porque soy un estúpido, Betty, un estúpido arrogante que creyó que usted jamás descubriría su plan. Me equivoqué, me equivoqué de principio a fin. Pero si usted me perdona yo le voy a demostrar que puedo ser el hombre que usted soñó, el hombre que no quiere más que pasar el resto de su vida junto a usted. 

Beatriz exhala temblorosa ante esas palabras, a su pesar la ilusión queriendo renacer en su pecho. 

- Beatriz - la llama él  suavemente, colocando su mano sobre la de ella - me perdona? - Armando busca su mirada, sorprendido cuando ella gira su mano y aprieta la de él brevemente para luego soltarlo. 

- Yo ya lo perdoné, doctor, ya se lo dije - le explica en un susurro - Pero cómo  podría confiar en usted de esa forma nuevamente? Sobre todo con la situación actual de Ecomoda, soy la dueña de su empresa, doctor!. 

- Usted todavía no cree que Ecomoda es lo que menos me importa en este momento? - Armando suena dolido y Beatriz lo interrumpe airada. 

- Así era hace menos de un mes, doctor, así fue durante el último  año, por qué cambiaría de repente? - le pregunta con dolor y algo de enojo. Haberlo perdonado implicó también reconocer que usted haría cualquier cosa por la empresa.

- Ya no, Betty, ya no - niega repetidas veces - Es por usted que yo me volví  loco, entienda eso. 

Beatriz permanece en silencio, demasiado movilizada por la conversación que están teniendo.

- Beatriz, usted ya sabe que mañana salgo de viaje y no regresaré por un mes, probablemente hasta el día  mismo del lanzamiento.  Me gustaría poder permanecer en contacto con usted,  si me lo permite. 

- Eso será  inevitable,  doctor, deberemos estar en contacto por la empresa, aunque yo había esperado que usted se reportara  directamente  a Nicolás - responde ella prontamente. 

- No, no, no me está entendiendo.  Yo quiero permanecer en contacto con usted de forma personal, no para pasarle reportes. O  mejor dicho, sabe qué reportes necesito pasarle? Los reportes del cambio de un  mujeriego inmaduro, los reportes del cambio de un tipo que no esperaba ya a la mujer de su vida, pero que ahora que la encontró  va a hacer lo imposible por volver a estar con ella. 

- Doctor... - Beatriz vacila, de verdad él  quiere cambiar? Por ella? - Doctor, no haga promesas en vano - le pide.

- No, no son en vano, no son en vano - Armando niega y levanta sus dedos juntos, en el gesto de hacer una promesa - Yo le prometo a usted, Beatriz Pinzón, que durante mi viaje me voy a dedicar a convertirme en el hombre que usted soñó,  en el hombre con el que puede pensar en amar nuevamente - se besa los dedos y la observa, los ojos llenos de lágrimas- Sólo permitame seguir en contacto con usted, por favor. 

Beatriz observa al frente y lentamente, después de unos segundos que a él se le hacen eternos, asiente despacio. 

Armando exhala el aire que retenía y mira la hora en su reloj de pulsera. 

- Es muy tarde, Betty, me permite acompañarla a su casa?.

Beatriz se recompone rapida, tomando conciencia también de la hora. Llevan 90 minutos sentados en ese carro y de pronto siente un cansancio que no cree le permitirá  conducir. 

- Dejo aquí mi carro, doctor, me marcho en un taxi. 

Va a hacer el ademán de abrir la puerta, pero él la sujeta.

- Discúlpeme,  pero a esta hora y en esta ciudad no es seguro. Yo la llevo, por favor. 

Beatriz se ha puesto nerviosa por la cercanía  de él y sólo  atina a recurrir a una broma.

- Claro, qué tal le pase algo a la presidente, verdad? - ríe nerviosa y se detiene cuando nota la mirada dolida de él.  

- Me lo merezco, lo sé - Armando niega y arranca el carro - Pero está  bien, con tal de que me permita asegurarme de que usted llega bien a su casa.

El camino a Palermo transcurre en silencio, Betty se retuerce las manos tanto por nervios como por no caer dormida en el carro. 

Han llegado rápidamente,  el tráfico de esa hora es escaso, y Armando se detiene frente a la casa de ella y se voltea a verla.

- Entonces, estamos hablando- le sonrie apenas, observando atentamente la reacción de ella. 

Betty no lo mira cuando responde, pero él  puede notar el esfuerzo con que salen las palabras.  

- Doctor,  siento mi  broma de recién. Yo sé que usted a su manera se preocupaba por mi y haber dicho eso fue injusto. 

- No se preocupe por eso, Beatriz - sonrie  él  más ampliamente- Más bien, vaya a descansar. 

Ella asiente y sale del auto con lentitud. 

Al llegar a la acera se gira para descubrir que él la está observando atentamente. 

- Espero su-sus reportes - susurra, causando que el corazón de Armando se salte un latido.  

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Bueno, encontré mi inspiración otra vez. Sólo espero seguir teniendo tiempo para escribir, comencé  el curso de ingreso a la universidad y otro curso más y bueno, tengo perdida la costumbre de estudiar. 





La noche que pudimos hablarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora