"Alo? Armando, eres tú?".
- Alo, Marcela, te desperté? - preguntó Armando, inseguro.
- Sabes que no, estoy preparando la maleta, salgo a primera hora para Palm Beach.
- Necesito hablar contigo, puedo subir?.
- Y desde cuándo preguntas, Armando Mendoza? Sube! - respondió Marcela impaciente. Necesitaba hablar con él y que le explicara la razón de ese viaje, lo que antes en la empresa no le había dicho.
Los pensamientos de Armando sin embargo no podían ser más diferentes. "Pregunto desde que voy a causarte el mayor dolor de tu vida, Marcela, por eso pregunto, porque si lo supieras pondrías una barricada en tu puerta".
No supo cómo, pero de pronto estaba en ese apartamento que tanto conocía, el mismo donde había creído hacer una vida con ella, a punto de romper definitivamente todas las esperanzas de esa mujer que no entendía cómo lo amaba tanto.
Se dirigió al comedor, sobre cuya mesa estaba la valija de ella a medio hacer.
- Buenas noches, Armando Mendoza- lo saludó su voz, estaba parada a un costado con un vaso de whisky en su mano.
Lo había preparado para hablar con él, sabiendo que esa noche iban a discutir.
Pero cuando él se giró para mirarla, supo con seguridad que él no venía a discutir ni explicarle nada. Esa era la mirada del Armando que había tomado una decisión, la conocía. Estuvo a punto de soltar el vaso por la punzada en el pecho que sintió, pero se recompuso dejándolo sobre el mueble a su lado.
Esperó unos segundos para caminar hacia él, intentando mantener su postura beligerante.
Armando la miró a los ojos, dándose valor para ser honesto con ella, Marcela se lo merecía. Se habían amado con locura, sí, habían pasado momentos maravillosos juntos, pero eso había terminado hace tiempo y ninguno había querido reconocerlo, inmersos en una rutina fácil de compromiso, engaño, perdón y reconciliación a través del sexo.
- Bueno, y a qué has venido? - volvió a hablar ella.
- Ven, Marcela, siéntate - le pidió en voz muy baja, al tiempo que él mismo tomaba asiento en un extremo de la mesa.
- Por favor - le volvió a pedir, al ver qué ella no se movía de su lugar.
Se observaron unos instantes, ambos luchando con lo que sentían.
Marcela se acercó, pero se sentó separada de él. No se lo iba a poner fácil, no señor.
Armando suspiró y se enderezó, cuadrando los hombros antes de comenzar a hablar.
- Marcela, mira, no es fácil esto. Pero lo que sucede es que no quiero que tú tengas ideas equivocadas y necesito que pongamos nuestra situación en claro.
- Para mí está todo muy claro, Armando - Marcela habló como quien lee una lista - Tú te vas a ir de viaje, yo también, al regreso sabré que estuviste con quién sabe cuantas tipas por ahí pero te perdonaré porque me dirás que es conmigo con quien quieres estar. Me equivoco?
- Sí, Marcela, esta vez te equivocas. En realidad, el primer equivocado fui yo, que creí que era suficiente tu amor para llevar esta relación adelante.
Armando bajó la vista a sus manos y cuando volvió a levantar la mirada se encontró con los ojos oscuros de Marcela observándolo fijamente con expresión de enojo.
- Tengo que decirte, Marcela, que yo te amé, mucho y de verdad. Fui muy feliz contigo, estuve absolutamente loco por ti. Pero en algún momento eso se convirtió en rutina, en obligación, en compromiso.
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La noche que pudimos hablar
FanfictionLa noche en la que Betty cena con Daniel Valencia es el escenario de esta historia. Esos momentos de tensión sumergen a nuestros protagonistas en una charla en la que saldrá a la luz toda la verdad de ambos. Podrán resolver sus diferencias y con...