𝗟𝗼𝘀 𝗽𝗮𝗽𝘂𝘀 𝗲𝗻𝘁𝗿𝗮𝗻 𝗲𝗻 𝗲𝘀𝗰𝗲𝗻𝗮

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—Bien bien, volvamos al ambiente de antes por favor —Decía Nobara mientras aplaudía—Junpei, es tu turno.

—¿En qué momento giraste la ruleta? —Pregunto Inumaki alzando una ceja.

—Mientras ustedes se cagaban en los pantalones por ver a Sukuna enojado —La castaña sonrío ante el ceño fruncido de sus amigos—En fin, ¿verdad o reto Jun?

—Espera, ¿por qué a él también le permites elegir verdad?

—El chico ya tiene suficiente con las burlas de Sukuna, ¿estás dispuesto a que sufra más con los retos? ¿Eh Fushiguro? ¿Eres esa clase de persona?

Megumi miró a Kugisaki con una mueca graciosa que hizo reír a los demás. Por su parte, Maki se encargó de calmar a la castaña al acariciar su cabello.

—Me alegra que seas tan considerada conmigo Nobara-chan, pero ya dije que a partir de ahora elegiría solo retos —La chica alzó una ceja.

—¿Acaba de llamarme Nobara-chan? —Preguntó en un susurro Kugisaki a la peliverde.

—Creo que si.

Un escalofrío recorrió la columna de la castaña, pero prefirió ignorarlo y seguir adelante con el juego.

—Tu y tu mejor amigo o amiga deben fingir ser novios por cuatro turnos.

Junpei miró a Yuuji sonrojado, aunque este no estaba mejor tampoco, y ante la mirada de todos se tomaron de la mano sin mirarse a los ojos.

—¿Eso es todo? —Pregunto Nobara indignada.

—¿Qué más quieres?

—Tomarse de la mano no significa que son novios, eso hasta podría ser más de amigos que de pareja —Se quejo la chica, para luego sonreír—Tienen que ser más amorosos, llamarse por motes íntimos y toda la cosa. Así como Sukuna y Megumi.

—¿Por qué nos pones como ejemplo? Nosotros no so...

—Exacto, hazle caso a Nobara mocoso, ella es la que sabe.

—Ya te dije que... Oh espera, ¿realmente acabas de decir mi nombre?

—Si idiota, ¿acaso no escuchas?

—¡Cielos! —Kugisaki se mostró sorprendida al principio, más luego sonrió con picardía mientras molestaba con su pie al pelirosa tatuado—Ya veo, estamos entrando en confianza eh. Puedes seguirme en Instagram y Twitter como nobubuqueen.

Sukuna prefirió ahorrarse sus comentarios e ignorar el guiño que le había hecho la muchacha.

—Bueno, sigamos con...

En ese momento el timbre de la casa se escuchó por toda la sala, provocando que tanto Yuuji como Sukuna fruncieran el entrecejo.

—¿Esperas a alguien mocoso?

—No, ¿y tú?

—Tampoco.

—¡¿Y si es un ladrón?! —Preguntó Junpei asustado.

Los demás se golpearon la frente con su palma abierta al escucharlo.

—Jun no creo que... —Yuuji se detuvo al escuchar la tos claramente falsa de Kugisaki.

—Recuerda que hasta que no pasen las cuatro rondas ustedes deben fingir ser novios.

El pelirosa se sonrojo al recordar el reto. Suspiró al tiempo que agarraba las manos de Junpei entre las suyas.

—Cariño no creo que un ladrón tocaría el timbre, así que no debes asustarte.

El rostro del azabache se transformó por completo en el de un tomate debido a la cantidad de rojo que ocupaba su rostro. Escuchar a Yuuji tratarlo de esa forma hacía que su corazón latiera como loco en su interior.

Quién tocaba el timbre no se detuvo en el tiempo que los chicos hablaban, lo que comenzaba a desesperarlos.

—¡Ve a atender mocoso!

—¡Ve tu!

—Si voy le clavare un tenedor en el ojo a quien esté del otro lado.

—Tienes razón, mejor voy yo.

Yuuji se levantó del suelo para ir a atender, pero cuando abrió la puerta no tuvo ni tiempo de ver quien era porque su cuerpo fue echado a un lado y casi aplastado en la pared.

—¡¿Megumin dónde estás?!

Fushiguro frunció el ceño confundido al ver a la persona que acababa de entrar en la casa de su mejor amigo como si nada.

—¿Qué estás haciendo aquí Gojo?

—¡Oh, menos mal estás a salvo! —El albino se acercó al menor y lo abrazó contra su pecho—Recibí tu mensaje de auxilio y vine cuanto antes a rescatarte.

—¿De que ha...?

—¿Quién fue el desgraciado que quiso hacerte daño? —El mayor miró a todos lados hasta que detuvo sus ojos en cierto pelirosa—¿Acaso fue este delincuente?

—¿A quién llamas delincuente, anciano decrépito? —Sukuna casi le gruño a Gojo.

—¡No dejare que le hagas daño a mi Megumi, antes deberás matarme!

—Podemos arreglar eso ahora mismo.

El pelirosa de tatuajes estaba por lanzarse sobre el albino, que también se preparó para pelear. Pero antes de que alguno hiciera algo fueron detenidos.

—¿Qué te dije de entrar a casas ajenas como si fuesen la tuya Satoru? —Dijo un hombre alto, de larga melena azabache, mientras agarraba a Gojo por el cuello de su chaqueta.

—¡Pero Suguru!... Tenía que salvar a Megumin de este enclenque.

—¡Llámame así una vez más y voy a matarte imbécil! —Sukuna se removía, tratando de salir del agarre de su hermano.

—¿Ves? No puedo dejar a mi pequeño en este lugar —Argumentó el albino—Además, Yuuji-kun me conoce.

—Aún así, nada justifica que entres de esa forma tan salvaje.

—¿Y dejar que ese animal siga abusando de Megumi? ¡Jamás! No me arrepiento de lo que hice.

—Ahora si te lo ganaste idiota.

El pelirosa tatuado se soltó de Yuuji y no dudo en lanzarse contra Gojo para empezar a golpearlo, aunque el albino no permitía que el otro lo tocase tan fácilmente.

—¡Sukuna detente!

—¡Satoru tu también!

—¡Pelea pelea! —Comenzaron a gritar los demás.

—¡Vamos Sukuna, hazlo tragar polvo!

—¡Nobara!

—¿Qué? No me pueden negar que ustedes también quieren ver a ese tonto obtener su merecido —Los demás prefirieron quedarse callados.

𝐓𝐑𝐔𝐓𝐇 𝐎𝐑 𝐃𝐀𝐑𝐄 | 𝘫𝘶𝘫𝘶𝘵𝘴𝘶 𝘬𝘢𝘪𝘴𝘦𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora